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Interview
Paola Cortellesi
Cineasta

«Mi película es un tributo a todas esas mujeres anónimas que contribuyeron a construir Italia»

Nacida en Roma y con una trayectoria de más de dos décadas como actriz, Cortellesi ha debutado en la dirección con ‘Siempre nos quedará mañana’, un filme que activa la memoria histórica para hablar sobre la violencia patriarcal y que en Italia ha sido visto por más de 5 millones de espectadores.

La cineasta romana Paola Cortellesi. (Adolfo FRANZO)

Ambientado en los días posteriores a la II Guerra Mundial, cuando Roma era una ciudad ocupada por los americanos, ‘Siempre nos quedará mañana’ cuenta el día a día de Delia, una mujer maltratada por su marido y madre de tres hijos, que íntimamente sueña con ser capaz de llevar a cabo un gesto que la permita huir de tan triste realidad.

El referéndum de 1946, convocado para que los italianos decidieran su futuro político y primera vez en que las mujeres fueron convocadas a las urnas, ofrece a Delia una oportunidad para hacer oír su voz.

Después de una trayectoria tan prolongada como actriz, ¿qué fue lo que le llevó a ponerse detrás de la cámara?

Bueno, fue justo la necesidad de contar esta historia lo que hizo que, en esta ocasión, decidiera asumir la dirección de la película. Llevo toda una vida trabajando como actriz, ya sea en el cine o en el teatro, y más de diez años escribiendo mis propios guiones. Pero pensé que esta era una historia que me tocaba y, como tal, decidí asumir el reto de ocuparme de todo el proceso creativo desde el inicio de la producción hasta el final.

Esta película tiene mucho de manifiesto, como si detrás de ella prevaleciese la voluntad de recoger la memoria de tantas y tantas mujeres italianas que fueron silenciadas por la Historia.

Mientras preparaba el proyecto traté de imaginar lo que sintieron las mujeres de 1946 cuando recibieron, por parte del Estado, el certificado que las reconocía como ciudadanas de pleno derecho, por así decirlo. Me preguntaba cómo se sintieron aquellas mujeres pensando en sus abuelas y bisabuelas, en todas aquellas que contribuyeron a construir nuestro país echándose a la espalda mil y una responsabilidades sin que nadie se lo reconociera. Porque no se trata solo de que estas mujeres fueran silenciadas por la Historia, sino que su esfuerzo, muchas veces, no mereció un simple ‘gracias’ dentro se su propia familia.  Desde ese punto de vista, ‘Siempre nos quedará mañana’ es un tributo a todas esas mujeres anónimas.

«No se trata solo de que estas mujeres fueran silenciadas por la Historia, sino que su esfuerzo, muchas veces, no mereció un simple ‘gracias’ dentro se su propia familia»

La concesión del derecho a sufragio a las mujeres coincidió con el referéndum a través del cual Italia depuso la monarquía para constituirse en una República. ¿Hasta qué punto las mujeres italianas fueron responsables de la conversión del país en un Estado moderno?

Aquel referéndum, celebrado en junio de 1946, fue, efectivamente, la primera vez en la que se dejó votar en Italia a las mujeres. No sabemos a ciencia cierta cuantas de esas mujeres votaron a favor dela República y cuantas lo hicieron por la continuidad de la monarquía. Pero lo que sí es un hecho es que la participación de las mujeres en aquella votación fue masiva. Fueron trece millones de italianas las que ejercieron su derecho a voto frente a doce millones de hombres, por lo que es muy probable que tuvieran su influencia en el resultado final. Pero para mí lo relevante no era tanto cual fue el resultado de aquel referéndum sino lo que supuso que las mujeres participasen tan activamente en política, fue una especie de revolución.

A partir de ahí imaginé lo que tuvo que suponer para una mujer de clase baja, una mujer víctima de toda clase de violencia, física y psicológica, el ejercicio de un derecho tan básico. Me imaginé la odisea que tuvo que vivir y el miedo que pudo llegar a padecer llevando a cabo una cosa así en secreto, como tantas y tantas mujeres hicieron, ante el recelo que despertaba en sus hogares el hecho de que votasen.

Fotograma del filme, en la que Corteselli interpreta el papel central.

Supongo que fue ese momento histórico el que la decidió a ambientar la historia en aquellos años. Sin embargo, usted hace una evocación en clave contemporánea de ese período. ¿Por qué tomó esa decisión?

Bueno, es que yo quería hacer una película contemporánea. Si opté por reflejar aquel período es porque me interesaba reflexionar sobre qué cosas han cambiado desde entonces y cuáles otras permanecen aún vigentes, sobre todo en lo que se refiere a la situación de la mujer, un tema que ya me ha inspirado otros trabajos y que creo que demanda una reflexión urgente por parte de todos. Detrás de los feminicidios que vivimos hoy hay un sentimiento atávico que viene de largo y que tiene que ver con la percepción de la mujer como algo que debemos poseer. Esa percepción apenas ha cambiado en los últimos 70 años y aún son muchos los que piensan que no hay que meter la narices en aquello que ocurre en hogar ajeno. Esa mentalidad sexista, y también, en cierto modo clasista, se mantiene muy arraigada.

A partir de ahí me planteé una película donde se evidenciaran esas conexiones entre pasado y presente. Por eso rodé en un formato de 4:3 que es el que se usaba en el cine de los años 40, y de ahí también el uso del blanco y negro. Pero a la vez sentí la necesidad de usar aquella música que me ha acompañado a lo largo de mi vida y puede que, efectivamente, eso suponga un punto de ruptura, pero también evita que mi película sea percibida como una mala copia del neorrealismo. 

Efectivamente, la puesta en escena homenajea a los grandes maestros del neorrealismo, pero luego la narración no es realista, como podemos ver en esas coreografías que representan las palizas que recibe la protagonista por parte de su marido. ¿No le da miedo que ese cambio de registro pueda llevar al espectador a malinterpretar su punto de vista sobre un tema tan delicado?

A mí me parece una película realista, incluso esas secuencias, que están representadas en clave onírica, yo creo que atesoran un gran realismo. En la escena de la paliza que comentas, no me interesaba mostrar una situación de violencia explícita porque no quería desviar la atención del espectador de lo que para mí es lo verdaderamente importante, que es esa violencia estructural que emerge de la percepción del amor como una prisión, un símil que han utilizado en tantas y tantas baladas, como la que escuchamos justamente en esa escena.

«Son muchos los que piensan que no hay que meter la narices en lo que ocurre en hogar ajeno. Esa mentalidad sexista y en cierto modo clasista se mantiene muy arraigada»

Me interesaba estimular la imaginación del espectador para que este pudiera reflexionar no solo sobre la violencia machista sino sobre los ecos de esa violencia, sobre como la tenemos interiorizada hasta tal punto de dar por buena la letra de una canción como esa.

¿Es importante activar la memoria histórica de la violencia contra las mujeres ante esa corriente de negacionismo que promueve la extrema derecha?

Es importante activarla, sí, y también situar este tema en el centro del debate público. Pero para ello es importante que la violencia machista no sea percibida bajo un sesgo ideológico, porque se trata de una realidad que nos concierne a todos. En este sentido, debería estar por encima del debate partidista. La defensa de las mujeres que son objeto de violencia no debería tener un color político, de hecho, si lo piensas, es algo horrible buscar la confrontación con algo así. Actualmente en Italia tenemos a una mujer al frente del gobierno y a otra al frente de la oposición. Eso hace años resultaba impensable y para mí representa una gran oportunidad de cara a acabar con esta lacra. Para eso es indispensable incidir en la educación de las nuevas generaciones.

¿Cómo explica el éxito de taquilla que ha tenido la película en Italia? ¿Se siente sobrepasada por él?

Para mí ha sido un gran regalo, sobre todo por el hecho de que se trata de una película que ha dado la posibilidad de hablar sobre ese tema de la violencia contra las mujeres a muchas personas de distintas generaciones. En lo que a mí respecta, me siento una privilegiada por haber podido ser testigo de muchos de esos debates, por haber podido compartir los recuerdos de tantas y tantas espectadoras que se me han acercado para contarme su experiencia, o la de sus madres y abuelas. Pero para mí lo más importante ha sido ver cómo todos esos espectadores se han sentido concernidos por lo que contamos en el filme, hasta el punto de no percibir ‘Siempre nos quedará mañana’ como una película sobre nuestro pasado, sino sobre nuestro presente.