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La agresión contra Palestina se agrava en las cárceles israelíes

El sufrimiento en Palestina rebasa la muerte masiva, el desplazamiento y la hambruna. En las cárceles israelíes, libran una guerra contra las y los prisioneros y les aplica un régimen en condiciones animales, calculado para deshumanizarlos, torturarlos, humillarlos, e incluso provocarles la muerte.

Protesta en apoyo al preso enfermo, Walid Daqqa, encarcelado en cárceles israelíes, en la ciudad de Gaza el 25 de mayo de 2023. (Omar AL-DI | EUROPA PRESS)

Tras el 7 de octubre, el Ejército israelí tomó el control de las cárceles, mientras que a los miembros de los Servicios Penitenciarios se les dio vía libre para tratar más duramente a los prisioneros palestinos. Desde entonces, las condiciones han empeorado sustancialmente, aplicándose medidas represivas sin precedentes, hasta tal punto que algunos detenidos que habían experimentado las cárceles en los años setenta y ochenta, han señalado que «no habían visto nada parecido a las de los últimos meses en las cárceles de la ocupación».

Antes de esa fecha, Israel retenía a más de 5.000 presos en sus prisiones, unos 1.300 bajo detención administrativa sin cargos. Pero en los últimos meses, más de 7.000 palestinos han sido detenidos. A día de hoy, unos 10.000 palestinos se encuentran recluidos, entre ellos 78 mujeres, unos 250 menores y cerca de 3.500 detenidos sin cargos.

Prácticas medievales

A pesar de las dificultades para lograr «testimonios documentados», en las últimas semanas se suceden las noticias e informes que apuntan a la violación sistemática de derechos humanos. Sda Teiman, en el norte del Néguev; Anatot, al noreste de Jerusalén en la ocupada Cisjordania; o Gush Etzion, al norte de Hebrón, son nombres señalados en rojo.

‘The New York Times’ ha señalado los métodos de tortura en la base militar de Sda Teiman. Según los informes, «las personas detenidas son sometidas a descargas eléctricas, portar pañales en lugar de ir a los baños, se les ha insertado varillas de metal por el ano, ataques de perros, temperaturas extremas o mantenidas en cuartos oscuros durante meses». Desde la CNN se señala que en ese mismo centro «los prisioneros palestinos han sido sometidos a una serie de prácticas medievales». También algunos medios israelíes transmiten escenas de abusos y tratos degradantes.

La ONU emitió en febrero un informe en el que, por primera vez, reconoce que las fuerzas israelíes están cometiendo abusos sexuales contra detenidos y que al menos dos detenidas palestinas habían sido violadas.

Los menores no se libran

Esa brutal represión ha venido acompañada de un grave deterioro de las condiciones de vida en prisión. Como señalan algunas fuentes, «además de los actos de tortura y humillación, las autoridades penitenciarias están desarrollando una estrategia destinada a acabar con la determinación palestina». Así, se han restringido los alimentos y el acceso al agua, se les han confiscado los libros, las celdas están superpobladas, los detenidos se turnan para dormir en una cama, celdas, sufren una escasez de ropa y negligencias médicas.

La situación de los menores también es dramática. Israel detiene entre 500 y 700 niños palestinos cada año, bajo un sistema de detención basado en la tortura y el maltrato. Tres de cada cuatro experimentan violencia física desde el momento de su arresto, y en la casi totalidad de los casos no cuentan con la presencia de un familiar o un abogado durante los interrogatorios. En el 84% de las ocasiones no son informados de sus derechos.

Muchos son sacados de sus casas en redadas nocturnas –con los ojos vendados, atados o esposados– e introducidos en un vehículo militar donde sufren más abusos físicos y emocionales. Se les interroga sin la presencia de un abogado y son obligados a firmar confesiones (a menudo en hebreo, un idioma que no entienden).

El niño palestino más joven detenido tenía 6 años, el periodo documentado de detención en aislamiento más largo es de 45 días, y el tiempo medio en aislamiento es de 13 días. Por lo general son acusados de arrojar piedras, lo que conlleva una pena máxima de 10 o 20 años (aunque suelen ser entre 1 y 4 meses de prisión para los menores entre 14 y 17 años).

«Muertos en vida»

Ante ello, Unicef ha señalado que «los malos tratos en el sistema de detención militar israelí siguen siendo generalizados e institucionalizados durante todo el proceso en torno a la detención de niños por parte de los militares israelíes». En marzo, el diario israelí ‘Haaretz señaló que hasta esa fecha 27 palestinos habían muerto en detención.

Como resumía un preso palestino en una carta sacada a escondidas de la prisión de Ofer, «la paz sea con vosotros, de vuestros hermanos en las tumbas vivientes de la prisión de Ofer. No hablaremos de nuestra condición, pues basta con decirles que estamos muertos en vida».