Keir Starmer, la gran esperanza de los laboristas para volver a Downing Street
El laborista Keir Starmer, que ha ido ganando terreno durante los últimos años en la escena política británica, está llamado este jueves a hacerse con una aplastante victoria en las elecciones británicas, una cita a la que el gubernamental Partido Conservador llega debilitado.
Con una postura más centrista y europeísta, Starmer ha ido forjando su carrera como un laborista con interés en gobernar, una postura que ha ido consolidándose desde que llegó al cargo tras la suspensión del otrora líder Jeremy Corbyn.
Su partido espera volver a hacerse con el poder tras 14 años de turbulentos gobiernos ‘tories’, aprovechando la caída a mínimos históricos de la popularidad del actual primer ministro, Rishi Sunak, que parece haber fracasado a la hora de hacer frente a los desafíos que tenía por delante cuando llegó al cargo.
Los laboristas han puesto así todas sus expectativas en que Starmer, de 61 años, pueda encumbrarlos de nuevo para lograr una mayoría absoluta que podría superar incluso la obtenida en 1997 por el entonces candidato Tony Blair, según muestran las encuestas sobre intención de voto.
El que fuera durante nueve años diputado de la oposición se ha mostrado más moderado que su predecesor al frente de los laboristas, que sufrieron algunas de las peores derrotas de su historia durante las elecciones de 2017 y 2019. Starmer representa de esta forma una vuelta al discurso político serio y clásico, sin histrionismos ni excentricidades, antagonista de figuras como Boris Johnson o Nigel Farage.
En busca de la «estabilidad»
Durante estos últimos años, el país ha atravesado diversos escenarios como la salida efectiva de la Unión Europea, la pandemia de coronavirus y la crisis económica derivada de la invasión rusa de Ucrania. Es por ello que ahora aboga por la «estabilidad» en su sentido más amplio; desde la esfera política hasta la económica. Con esta nueva visión, su objetivo es movilizar al grueso del electorado británico.
Starmer lleva años mostrando una férrea oposición a las políticas de Sunak, al que ha acusado de convocar elecciones anticipadas a sabiendas de que su plan económico y migratorio no funcionan. En este sentido, y a pesar de haber desplazado al partido hacia el centro, el político de Southwark ha erigido el «cambio» como piedra angular de su campaña.
Sunak, que durante los debates electorales ha hecho alusión a una posible subida de los impuestos en caso de que su rival gane los comicios, se ha topado, sin embargo, con un duro revés a la hora de defender su programa migratorio. A esto se suma la reciente polémica por el escándalo de las apuestas sobre las fechas de las elecciones, que ha llevado a la Justicia a investigar a varios miembros de partido.
El doble de porcentaje
Los últimos sondeos dan al laborismo un 42% de los votos, frente al 21% de los apoyos que obtendrían los conservadores, seguidos por el ultraderechista Reforma, del polémico Nigel Farage, y los liberaldemócratas. Por detrás se encuentran los Verdes y el Partido Nacional Escocés (SNP).
Estas proyecciones apuntan a que los conservadores podrían obtener su peor resultado electoral ante el repunte de los laboristas, que podrían llegar a 425 diputados en la Cámara de los Comunes, muy por encima de los 326 necesarios para hacerse con la mayoría absoluta. En 2019, el Partido Laborista se quedó en 202 escaños (32% de los votos), frente a los 365 (43%) de los conservadores.
Una encuesta de YouGov destaca que los liberaldemócratas, por su parte, podrían verse beneficiados por este nuevo reparto. Estos datos prevén la obtención de 67 escaños, lo que sería el mejor resultado del ‘Lib Dem’ de Ed Davey para unas elecciones generales hasta la fecha.
Desde que Sunak convocó las elecciones han pasado tan solo seis semanas, un periodo en el que Starmer contaba con 22 puntos de ventaja sobre él. Ahora la distancia que separa a ambos candidatos en las encuestas es algo inferior.
Disensiones internas
No obstante, el candidato laborista, que considera la campaña conservadora y los ataques vertidos en su contra como una estrategia «desesperada», ha levantado la polémica durante las últimas semanas, especialmente tras ser acusado de llevar a cabo una «purga» interna entre los candidatos situados más a la izquierda.
Las decisiones de Starmer han provocado duras críticas entre algunos de sus compañeros, parte de los cuales sigue apoyando a Corbyn después de que el actual líder rechazara la readmisión de su predecesor en noviembre de 2020.
Corbyn se presenta este jueves como candidato independiente por la circunscripción de Islington Norte, la cual ha representado durante más de 40 años. De su reelección depende el futuro del ala más izquierdista del partido, que se sigue negando a ceder ante la reformulación del partido a manos de Starmer.
El que fuera líder del partido ha vuelto a lamentar la decisión de ser expulsado de la formación después de casi 60 años de afiliación y ha alertado recientemente de que existen posibilidades de que Starmer se vuelva más conservador si gana las elecciones.
El ejemplo del Estado francés
Las elecciones británicas llegan en un contexto de gran importancia. Los resultados de la primera vuelta de los comicios franceses muestran un auge de la extrema derecha, que ya venía asentándose desde las europeas del pasado mes de junio.
Esto ha llevado a Starmer a hacer un llamamiento a la población para evitar un Gobierno conservador, ya que «solo las respuestas progresistas pueden resolver los problemas de la población».
A su juicio, los resultados de los comicios franceses son un síntoma de la «desafección» de la población hacia la política, una cuestión que se ha generalizado en muchos países. «Ya no confían en los políticos», ha lamentado.