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Votación a la sombra del descontento con el Gobierno conservador de Sunak

El primer ministro británico, el ‘tory’ Rishi Sunak, suplicó al electorado en su mitin de fin de campaña que no le otorguen una «supermayoría» al Partido Laborista, admitiendo explícitamente la derrota de su formación incluso antes de que se depositaran los primeros votos en las urnas.

El primer ministro británico y líder conservador, Rishi Sunak, en un discurso en el Museo del Ejército, en Londres (Oli SCARFF | AFP)

Ya se han depositado los primeros votos de las elecciones generales británicas. Las urnas cierran a las diez de la noche y los primeros resultados se esperan a medianoche, y esos escaños ofrecerán una indicación de la validez de las predicciones que sitúan a los laboristas de Keir Starmer como claros ganadores de la cita electoral, mientras que el rechazo de los votantes a la formación del primer ministro, Rishi Sunak, se traduciría en el peor resultado de los conservadores en su historia.

Una última encuesta, elaborada por la firma YouGov y publicada ayer, otorga al Partido Laborista hasta 431 escaños (326 son mayoría absoluta) frente a los 102 del Partido Conservador.

Estos comicios desvelarán también la posible emergencia de la extrema derecha de la mano del nuevo partido de Nigel Farage, Reform UK; la supervivencia del Partido Nacionalista Escocés (SNP), envuelto en una investigación por malversación; y el futuro de un DUP sumido en el escándalo de abusos sexuales del que fuera líder unionista Jeffrey Donaldson.

Para los laboristas, una de las claves de su victoria sería la reconstrucción de la llamada Muralla Roja, recuperando la mayoría en los distritos electorales tradicional- mente de izquierdas y que votaron por los tories en 2019.

La recuperación del voto laborista es, precisamente, una clara amenaza para los nacionalistas escoceses, con un nuevo líder y bajo la sombra de la acusación de malversación contra el que fuera tesorero del partido y esposo de la ex primera ministra escocesa Nicola Sturgeon. La batalla del SNP no es ya defender su voto ante los laboristas, sino intentar superar a los conservadores y a los liberales en aquellos distritos donde los escaños se encuentran en disputa entre las tres formaciones.

Precisamente los Liberales Demócratas podrían ser uno de los beneficiados del colapso del partido de Sunak, atrayendo a los votantes conservadores más progresistas que se resisten a votar laborista (aunque sea esta versión neoliberal del neolaborismo de Tony Blair).

 


Una última encuesta de YouGov publicada ayer otorga al Partido Laborista hasta 431 escaños (326 son mayoría absoluta) frente a los 102 del Partido Conservador.

 

El otro partido beneficiado de la debacle conservadora sería la nueva formación política de Nigel Farage. Tras su fracaso en citas electorales previas con diferentes partidos ya inexistentes ­–y a pesar del giro hacia la extrema derecha de los conservadores con sus agresiones contra los derechos de las personas transgénero, sus planes de enviar a refugiados a Ruanda, etc.–, las promesas de Sunak no han convencido a la extrema derecha conservadora, que, a falta de Boris Johnson, votarán a Farage. Precisamente esa división del voto de la derecha podría favorecer a los laboristas en algunos de los distritos de clara mayoría conservadora.

En el norte de Irlanda, esta no ha sido la mejor semana para el DUP. El que fuera su líder, Jeffrey Donaldson, fue informado ayer de que se enfrentará a cargos adicionales por delitos sexuales, y es precisamente el escaño de Donaldson el que el Partido de la Alianza podría arrebatarle al DUP. La crisis del DUP podría favorecer al Partido Unionista del Ulster, que espera recuperar algunos de los escaños que le fueron arrebatados en el pasado, mientras que Sinn Féin confía en reafirmarse de nuevo como el partido más votado en el norte de Irlanda.