La saga olímpica de la familia Belaustegigoitia
Jose Mari Belauste, hermano de su bisabuelo Patxo, consiguió la medalla de plata en 1920. Su tía-abuela Ibone fue la primera deportista vasca que participó en unos Juegos en 1948 y su tío-abuelo Iker compitió en las ediciones de 1964 y 1968. Bibi ha cerrado el círculo ganando el bronce en París.
Belaustegigoitia es un apellido ilustre en Bizkaia. A principios del siglo XX varios hermanos de la misma familia jugaron en el Athletic. Jose Mari Belauste fue el más conocido de ellos y llegó a disputar cerca de un centenar de encuentros en las veinte temporadas que estuvo en el equipo rojiblanco. Ganó siete títulos de Copa y en 1920 consiguió la medalla de plata en las olimpiadas de Amberes.
«A mí el pelotón, Sabino, que los arrolló», fue la célebre frase que se sigue recordando como preludio del gol que marcó ante Suecia. Belauste era un portento físico con sus 1,95 metros de estatura, que jugaba de medio centro, y en las crónicas aseguraron que introdujo el balón en la portería tras arrastrar a varios rivales.
Patxo, hermano de Belauste, también fue futbolista del Athletic y es el bisabuelo de Bibiane Schulze-Solano, flamante ganadora de una medalla de bronce en los últimos Juegos. Jugadora del equipo femenino rojiblanco, el club bilbaino difundió el pasado 6 de septiembre un vídeo en el que brindaba con la presea obtenida en París con su amama Bibiñe y su tía-abuela Ibone, que fue la primera deportista vasca en participar en unos Juegos Olímpicos. Fue en 1948 y compitió en la modalidad de saltos de trampolín.
La saga olímpica de la familia Belaustegigoitia se completa con Iker, hermano de Ibone y tío-abuelo de Bibi. Participó en los Juegos de 1964 en Tokio y en los de 1968 en México compitiendo en vela.
Belauste - Solano, saga olímpica
— Athletic Club (@AthleticClubFem) September 6, 2024
珞 @bibischuso se une a Jose Mari, hermano de su bisabuelo Patxo, plata en 1920
Brinda su bronce a su amama Bibiñe, extenista, y su tía-abuela Ibone, la primera vasca en unos JJOO en 1948
⛵️ Su tío-abuelo Iker fue olímpico en 1964 y 1968 pic.twitter.com/uDK4HMejdO
«Pueden ser los genes». Ibone y Bibi bromeaban con estas palabras en la amena charla que mantuvimos con ambas en Lekeitio, en concreto en el hotel Zubieta que regenta la familia. Según recuerda Ibone, su hermana Bibiñe -amama de Bibi-, también fue la primera campeona de tenis de Euskadi y la madre de la futbolista sigue practicando con la raqueta en torneos de veteranos. A modo de explicación añade que en la familia les gusta mucho hacer deporte y recuerda cómo su aita les inculcaba desde críos esa afición. «Nos hacía jugar en el frontón desde pequeñas», dice.
En este sentido, rememora que su padre fue médico de profesión y tuvo que dejar de jugar en el Athletic para ir a estudiar a París con Marie Curie, científica pionera en el campo de la radiactividad y que recibió dos premios Nobel. Ibone comenta que en la familia hubo varios casos de tuberculosis y que, por ese motivo, su padre siempre les animaba a hacer deporte al aire libre para estar fuertes.
Ibone nació en Bilbo en 1930, pero la familia emigró a México cuando era pequeña. Su padre fue delegado del Gobierno vasco en el exilio y, por eso, compitió en Londres con la delegación del país azteca. Aquellos Juegos se celebraron tras la Segunda Guerra Mundial y la primera deportista vasca en competir en unas olimpiadas destaca que las mujeres que participaron se podían contar con los dedos de una mano. «Ahora tienes para escoger en todas partes», recalca.
Por ello, Bibi considera que su tía-abuela es un modelo a seguir. «Es digno de reconocimiento que haya sido la primera vasca en participar en unos Juegos, ya que no lo puede decir nadie más y es algo especial», indica.
En cambio, Ibone no le da importancia porque «como y me levanto al igual que todas las personas». De su paso por Londres recuerda, sobre todo, que se rompió la mano en un entrenamiento y cómo le dolía cada vez que saltaba al agua. Según revela, tampoco era consciente de lo que suponía ir a unos Juegos cuando fue seleccionada. Explica que su padre y sus hermanos sí que sabían lo que era, pero que ella lo que hacía era disfrutar con los «clavados». Así ha seguido compitiendo en categorías de veteranos por todo el mundo hasta la pandemia y ha ganado varios cientos de medallas. A sus 94 años, continúa nadando y haciendo saltos como parte de su rutina.
Vascos por el mundo
Ibone sigue residiendo en México porque el clima allí «es delicioso», aunque nunca ha perdido el vínculo con su tierra de nacimiento. Ha pasado las últimas tres semanas en Euskal Herria y habla euskara perfectamente, con acento de Bizkaia. Señala que su padre se esforzó en que todos sus hijos aprendieran el idioma. «Aita fue un euskotarra de hueso colorado -expresión que se utiliza en México para referirse a una persona que tiene una gran pasión por una idea-», ensalza. Según insiste, «hemos peleado mucho y nosotros nos sentimos vascos, vascos y vascos».
El origen vasco es lo que les une a los olímpicos de la saga Belaustegigoitia. Y, es que, Jose Mari Belauste obtuvo la medalla jugando con la selección española, Ibone y su hermano Iker compitieron con los colores de México, y Bibi ha ganado el bronce con Alemania. Como enfatiza la jugadora rojiblanca, parece el programa de ETB «vascos por el mundo». La futbolista del Athletic celebró la medalla posando con una ikurriña junto a su familia y comenta que también estaba en la grada su amiga Damaris Egurrola, jugadora vasca del Olympique de Lyon que juega para la selección de Países Bajos y que también podía haber defendido la camiseta de Estados Unidos.
Casualidades de la vida, la medalla de Bibi también tiene su particularidad ya que la consiguió ganando a España, una selección que le convocó a principios de 2023. Sin embargo, debido a una lesión que arrastraba no pudo llegar a debutar con el equipo que dirigía entonces Jorge Vilda. Meses después se proclamarían campeonas del mundo y se desataría la polémica por el beso de Rubiales a Jenni Hermoso en los festejos.
Bibi asegura que la opción de decantarse por Alemania no tiene nada que ver con todo eso. Cree que las jugadoras de la rojigualda han demostrado que tienen un gran nivel, pero que hace falta mejorar en otros niveles para lograr una mayor profesionalización en el fútbol femenino. Se decantó por el conjunto germano porque en el momento que le citaron no le comunicaron que había interés por parte de la selección española.
Entrar en Europa con el Athletic
«En Alemania era la vasca y aquí soy la alemana», reflexionaba en su día cuando se afincó en Bilbo. Bibi recaló en el segundo equipo del Athletic en 2019 con 20 años y su llegada generó críticas contra la directiva que presidía Aitor Elizegi. Nacida en Alemania, se había formado en el equipo de Frankfurt, aunque siempre mantuvo una relación fluída con el país de su madre visitando asiduamente esta tierra.
Admite que «en su día lo pasé mal y no lo entendía porque sabía la familia que había tenido con raíces vascas y con pasado en el Athletic. Me generó más presión y la sensación de que todo el mundo me estaba mirando».
Bibi afirma que «ya es pasado» y se muestra encantada con su estancia en el Athletic. En este sentido, confía en que pueden mejorar el quinto puesto de la temporada pasada y pelear por jugar en Europa el próximo curso. Cree que el Barcelona está por encima del resto de rivales y que es el claro favorito al título. Por detrás suyo, ubica a Real Madrid y Atlético, que han hecho buenos fichajes. En esa lucha por el cuarto puesto espera encontrarse con Sevilla, Real y Levante, equipo al que vencieron en la primera jornada.