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Interview
Ignacio Zubiri
Catedrático de Hacienda Pública de la UPV/EHU

«En una economía que funciona bien no hay razón para incentivar a las empresas»

Ignacio Zubiri (Donostia, 1956), doctor en Economía por la Universidad de Princeton, es una de las voces más experimentadas de Euskal Herria en lo que se refiere a fiscalidad y, como tal, participó en la ponencia de las JJGG de Gipuzkoa para consensuar las bases de una reforma fiscal.

Ignacio Zubiri, catedrático de Hacienda Pública de la UPV/EHU. (Maialen ANDRES | FOKU)

Para Ignacio Zubiri, urge «desmantelar las falsas intuiciones» que tiene la gente sobre fiscalidad. Y cree que el texto que han consensuado las JJGG de Gipuzkoa para ejecutar la reforma fiscal en el territorio, aprobado por PNV, EH Bildu y PSE, sigue arrastrando inercias que no sirven, aunque también atisba buenas direcciones.

Ha comparecido como experto en la ponencia para la reforma fiscal en Gipuzkoa. ¿Cómo valora el proceso?

Ponerse a hablar sobre los impuestos y dar voz a todo el espectro de académicos, instituciones, y en un sentido amplio a la sociedad, me parece que es un buen mecanismo. Me parece una buena idea intentar que se ponga en marcha una reforma fiscal razonable.

¿Era el momento?

El momento era antes. Desde la perspectiva de la equidad es esencial mejorar los impuestos, porque los que hay actualmente son esencialmente discriminatorios para las rentas del trabajo y además tienen muchas ineficiencias. Pero no hay que olvidar que los impuestos son para financiar el gasto público. No tiene sentido discutir sobre la reforma fiscal sin previamente decidir si queremos subir o bajar los impuestos. Sorprendentemente, el informe de las JJGG no dice nada sobre esto.

La ponencia se ha desarrollado en un contexto de empeoramiento de los servicios públicos, pero también, de récords de recaudación. ¿Cómo es posible que casen estos dos elementos?

Que, por ejemplo, Osakidetza se estaba deteriorando era obvio para mucha gente, pero el sector público no quería establecer los impuestos necesarios para que esto no pasara. Ahora lo va a tener que hacer. Por otra parte, deberíamos preguntarnos por qué ha habido estos récords de recaudación. ¿Han sido el resultado de las decisiones administrativas? No. Ha habido récord de recaudación aquí, en el Estado, y en muchos sitios. El hecho de que ha habido una buena coyuntura económica que ha permitido crear empleo, combinado con la inflación, y con que se ha hecho una generalización del pago con tarjeta, que ha podido servir para reducir algo el fraude, explica la recaudación.

Pero uno de los peligros de los políticos es que se preocupan del hoy y muy poco del mañana. Y la economía no va a estar creciendo siempre, es un hecho evidente que se demostró en 2008. ¿En el momento en que deje de crecer, el sistema fiscal que tenemos va a ser capaz de aportar los recursos necesarios? Esa es la cuestión.

Le devuelvo la pregunta...

Si subes lo suficiente los impuestos, claro que sí. Pero para que sea posible se debe crear un sistema fiscal que tenga una capacidad recaudatoria importante para cuando se necesite. Si tienes un sistema fiscal trufado de agujeros, por incentivos, bonificaciones, exenciones y demás, vas a tener una capacidad pequeña cuando quieras recaudar, porque cuando subas los impuestos mucha gente se va a ir por esos agujeros. Por tanto, la cuestión es quién tiene que pagar esos impuestos adicionales. El problema es que como hay muchísimos beneficios fiscales para las rentas empresariales y del capital, cuando se suban los impuestos, que se pueden subir porque en el País Vasco son bajos, estos van a caer sobre los ‘sospechosos habituales’, sobre las rentas de trabajo medias y medias altas.

«¿En el momento en que la economía deje de crecer, el sistema fiscal que tenemos va a ser capaz de aportar los recursos necesarios? Esa es la cuestión»

¿Cuáles son esos agujeros que hay que sellar?

Desde hace una década, en Gipuzkoa y en general en el País Vasco, se está produciendo una reforma fiscal encubierta. Esta ha consistido en reducir la fiscalidad sobre el capital y aumentarla sobre el trabajo. Si miras los tipos efectivos sobre el trabajo ves que en la última década han aumentado casi dos puntos en el IRPF. Pero si miras los tipos efectivos en el Impuesto de Sociedades, si los miras en función del resultado contable, están en mínimos históricos y han bajado cuatro puntos solamente en una década.

¿Por qué? Porque la idea que se transmite es que hay que dar incentivos fiscales para mejorar la economía. Y en esta línea, se ha hecho una especie de subasta de incentivos fiscales. En las últimas reformas fiscales se han aumentado las deducciones y bonificaciones en el Impuesto de Sociedades; se ha bonificado fiscalmente a los gestores de determinados fondos de inversión; se han creado deducciones para los inversores en empresas nuevas o de crecimiento potencial; este mismo año se ha creado otra nueva deducción para quienes creen su propia startup; se han dado incentivos para que se compren acciones de la propia empresa…

Todas esas medidas suponen una pérdida, porque están haciendo que el capital acabe pagando menos impuestos que los trabajadores, cuando ni siquiera partimos de una posición igualitaria, porque la dualidad en el IRPF es uno de los mayores elementos de injusticia. Pero no solamente eso. El problema de todas estas medidas es que, en la mayoría de los casos, no son efectivas.

«Como hay muchísimos beneficios fiscales para las rentas empresariales y del capital, cuando se suban los impuestos estos van a caer sobre las rentas de trabajo medias y medias altas»

 

¿Por qué?

Cada una tiene su casuística. Por ejemplo, en el caso de los incentivos en el Impuesto de Sociedades: ¿Crees que una empresa va a contratar a un trabajador en una coyuntura económica mala por un incentivo? ¿Va a realizar una inversión en una coyuntura económica mala por un incentivo? Este tipo de incentivos crean poca inversión adicional y el beneficio social es pequeño. Esto hace que me pregunte si realmente responden a la actuación de determinados grupos de presión que han conseguido una normativa que les favorece mucho a ellos, pero no al resto.

¿Ve indicios de cambio en el informe de las JJGG de Gipuzkoa para la reforma fiscal?

En primer lugar, no es un informe de reforma fiscal. Es una serie de declaración de intenciones, de ideas genéricas y casi ninguna medida concreta. Además, sólo habla del IRPF y Sociedades sin mencionar otros impuestos; patrimonio, por ejemplo. Por otra parte, el informe exagera la capacidad de los impuestos. No podemos esperar que el IRPF resuelva los problemas que no puede y que, como la vivienda, la desigualdad de género o la sostenibildad, requieren medidas no fiscales.

Dicho esto, si hablamos en términos generales, en las conclusiones del informe hay cosas buenas, cosas malas y cosas más que dudosas. Entre las cosas buenas, son conscientes de que hay que aproximar la fiscalidad del capital a la del trabajo y que la primera vía para hacerlo es actuando sobre la dualidad en el IRPF. No llegan a proponer eliminarla, pero por lo menos saben que hay que reformarla. En general la dualidad tiene una generosidad no justificable con las rentas del capital. Incluso donde está parcialmente justificada, como, por ejemplo, en los dividendos, corrige más la doble imposición de las rentas altas que la del resto.

Sobre el Impuesto de Sociedades, plantean revisar el tipo mínimo efectivo; me parece bien. El de ahora, del 15%, es una broma, porque en su cálculo se excluyen algunas deducciones y está definido sobre una base que ya está minorada por bonificaciones.

Otra medida importante es que las JJGG ven la necesidad de luchar contra el fraude. Retoman la idea de crear un observatorio del fraude fiscal e identifican la necesidad de luchar contra la elusión tanto en Sociedades como en el IRPF.

También me parece importante, aunque yo lo formularía de otra manera, que digan que hay que extender los beneficios fiscales a los individuos de renta baja. Porque ahora, si te quieres aprovechar de una subvención a la vivienda, si no tienes renta, no puedes, porque va en el IRPF, así que se exluye a los más pobres. Lo que ocurre es que aplicar políticas sociales a través del IRPF es un error, porque cuando das un beneficio fiscal con objetivos sociales, ese beneficio fiscal lo cobra todo el mundo que tiene renta, también quien no lo necesita. Aunque administrativamente sea más complicado, quizás lo mejor es que muchos de los beneficios fiscales se den a través del gasto.

En el otro extremo, el texto tiene un contenido que me parece peligoso: está plagado de referencias a la supuesta necesidad de dar incentivos fiscales a las empresas, a los innovadores y a cualquiera que pase por allí para que la economía crezca. El documento abre la vía a que la reforma fiscal acabe siendo trufada con incentivos de todo tipo para cualquier tipo de empresas, y a que los grupos de presión tengan un papel fundamental. Esto es un error, porque, aunque algunos de esos incentivos son pequeños, otros son muy caros, y casi ninguno beneficia a la sociedad, al contrario, tienen un coste de equidad. Este es un país donde los empresarios creen que la fórmula para ser competitivos se basa en pagar salarios bajos y no pagar impuestos, y en el informe de las JJGG hay medidas que se basan en esa idea subyacente.

«Los empresarios creen que para ser competitivos hay que pagar salarios bajos y no pagar impuestos, y en el informe de las JJGG hay medidas que se basan en esa idea subyacente»

Aquí la realidad es que las empresas vascas pagan un 30% menos que las del resto del Estado. Da igual qué indicador mires: si miras el tipo efectivo sobre el resultado contable, el tipo efectivo sobre la base, la recaudación o la cuota líquida en porcentaje del PIB, en todos casos pagan un 30% menos.

¿Propone eliminar los incentivos para las empresas?

Hay países como Suecia o Alemania, en los que prácticamente no hay incentivos a empresas. Y es que, ¿por qué vas a incentivar una inversión? Si esa inversión es rentable, ya la hará el empresario, y si no lo es, ¿para qué la vas a incentivar? Donde hay un problema de mercado, si hay una razón económica que hace que los empresarios inviertan poco, entonces sí que tienes que subvencionar. Pero en una economía que funciona bien, no hay razón. Por ello, la mayoría de las inversiones que se han beneficiado de los incentivos se habrían hecho igual sin ellos.

Otra cosa buena del texto de las JJGG es que dice que se debe analizar la efectividad de los incentivos. Esto debería ser obligatorio. Cualquier incentivo que ofrezca la administración de Gipuzkoa tendría que tener dos condiciones: una memoria económica que dijera qué beneficios para la sociedad se espera que traiga, y qué coste se cree que tendrá. Y al cabo de dos o tres años se debería reevaluar.

Venimos del covid-19, vivimos tiempos de inflación, se agudizarán las crisis climática y demográfica, por mencionar solamente algunas crisis y desafíos. ¿Cómo puede soportar la política fiscal los volantazos de un contexto económico cambiante?

Si queremos mantener nuestro nivel de vida, si queremos responder a las necesidades del envejecimiento, por ejemplo, hay que subir los impuestos. La presión fiscal por los impuestos concertados se sitúa en Gipuzkoa entre el 21% y el 22%, a dos puntos de la del Estado y a más de cinco del promedio de la Unión Europea. Si Gipuzkoa fuera un estado, en 2021 hubiera estado entre Hungría y Eslovenia. Y sería el vigesimoprimero en la Unión Europea en términos de presión fiscal. Por tanto, al menos en base a la experiencia comparada, hay margen para subir los impuestos.

Para ello, debemos diseñar un impuesto en el que las rentas del capital y los beneficios de las empresas tributen igual que las demás rentas. Debemos gravar la renta del capital, entre otras razones, porque van a seguir teniendo un peso creciente en la economía, y no podemos dejar que sean los trabajadores los que soporten todo. Hay margen, pero falta voluntad.