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Interview
Ibon Navarro
Entrenador de Unicaja

«Eres tan buen entrenador como tus jugadores quieran»

Despedido de Andorra, llegó en 2022 a Málaga de puntillas, en lugar del también cesado Fotis Katsikaris, con quien traza un camino paralelo. Salvó del descenso al club andaluz, en 2023 ganó la Copa, y en 2024 ha ganado la FIBA BCL, la Copa Intercontinental y la Supercopa ACB. Y ha reflotado Unicaja.

Ibon Navarro ha eclosionado como entrenador en Unicaja. (M. POZO | ACB PHOTO)

¡Benditas las casualidades! Unicaja languidecía cuando Ibon Navarro llegó a Málaga, y la carrera del entrenador gasteiztarra, también, porque después de disputar varias semifinales de la Eurocup y la Copa con Andorra, e incluso rozar las semifinales de la Liga ACB «de la burbuja», todo se torció en la temporada 2021/22. Salió de Andorra por la puerta de atrás, y por esa misma puerta entró en el club malagueño, a quien salvó a falta de seis jornadas para acometer una limpia completa en el vestuario. Y de pronto todo encajó y se llevó la Copa de 2023 en Badalona, y dos carreras marchitas de pronto se volvieron una con más vigor que nunca.

Ahora que es el hombre de moda por lo que ha ganado, estará aburrido de tanta entrevista.

¡No! [ríe] Con lo que cuesta llegar hasta aquí, se agradece. Al final, el deporte va de ciclos y ahora que el éxito nos sonríe tampoco nos vamos a creer más de lo que somos y vamos a aplicar también aquello de «ni muy alto ni muy bajo» para cuando vengan los malos momentos. En realidad, cuando pierdes no eres mucho peor que cuando ganas, y además las cosas importantes en esta vida son otras. Tu felicidad no puede depender de que te vaya bien en el trabajo.

¡Quién hubiera dicho lo que iban a conseguir cuando llegó medio de rebote a Málaga, cesado de Andorra y por la destitución de Fotis Katsikaris de Unicaja!

Cierto. Pero una vez conseguimos librar el descenso, comenzamos aquel proyecto con mucha ilusión. ¡Pero es que en 2023 ya ganamos la Copa! Teníamos un muy buen equipo de jugadores, con el que era muy agradable ir a trabajar cada día, pero para nada nos esperábamos que aquello pudiera suceder. Y sin embargo, aquello salió porque el grupo resultó ser uno lleno de buenos jugadores y, sobre todo, mejores personas.

Sé que hace mucha mención al grupo de «buenas personas». ¿Tan importante es de cara al éxito?

Más que para el éxito, para el buen funcionamiento, no solo es importante, es básico. El baloncesto –el deporte– ha cambiado mucho y cuando antes tenías a los entrenadores, los fisios, los preparadores físicos, los médicos... luego entraron los nutricionistas, los podólogos... y ahora están los psicólogos y tiene una importancia vital porque siempre se dice que el secreto del mejor rendimiento de un jugador está en su cabeza y en su mentalidad.

Es decir, a la hora de fichar a los jugadores, los equipos no miran tanto sus estadísticas sino en su papel a la hora de que sus equipos alcancen sus objetivos. No es necesario que los jugadores sean amigos, pero sí es importante que se lleven bien, que vengan cada día al trabajo con ilusión, que entiendan que tanto ellos como sus compañeros tienen los mismos objetivos y que eso genere una buena relación. Porque por lo demás las temporadas son muy largas, hay malos momentos, hay lesiones... Y es esencial que a los miembros del equipo no se les acabe por volver pesada la temporada ni que se centren en sus números sino en los objetivos del equipo.

De otro modo, ves a jugadores con números tremendos que, en realidad, conforme pasan las temporadas, fichan por equipos cada vez peores que el anterior. ¿Por qué? Porque se preocupan más por esos números que por los resultados del equipo y así no ayudan a ganar.

En su caso personal, ha conseguido hacer de Unicaja campeón de varios torneos con jugadores «buenos a secas», sin nadie descollante. A ver si la estrella es usted...

No. En realidad, eres tan buen entrenador como tus jugadores quieran. Ejemplos de entrenador que se pone por encima de su plantilla para hacer que rinda, como pudiera ser un Zeljko Obradovic, no hay tantos; no hay «entrenadores estrella», por más que se diga. Si quieres ponerte tú por encima, eso al final no funciona. Simplemente, los tiempos han cambiado.

Y precisamente porque los tiempos han cambiado, ya no funciona tan bien aquella «cultura del sufrimiento del deportista». Si no disfrutas, si no vas a gusto a trabajar y no eres consciente de que tienes alrededor a gente que quiere lo mismo que tú, no vas a rendir a tu máximo. Por eso es importante la personalidad del equipo que estamos construyendo en Málaga.

No será usted la estrella, pero el cántico de «Ibon tiene un plan» es un hit.

Bueno, pero eso es porque en Málaga lo dicen con mucho arte y mucha gracia, y porque la anécdota de la Copa de Badalona trascendió porque acabamos ganando la Copa. Si en cuartos de final Nico Laprovittola hubiera metido la última canasta, que la falló y por eso fuimos a la prórroga y pudimos ganar ahí –con otros tiros libres fallados por el propio Laprovittola–, aquel «Ibon tiene un plan» hubiera quedado en nada. Pero pasó lo que pasó y al final ha quedado el canto simpático, pero ya está.

¿Que este éxito llegase un año después de que lo cesaran de Andorra, fue casualidad?

En este caso suelo decir que hasta que no lo vives, no puedes aprender de ello, porque la experiencia no se aprende, sino que se adquiere. Mi agente me dijo que hay dos clases de entrenadores: los que han sido cesados alguna vez o los que van a serlo en algún momento. Lo que en aquel momento me pareció una desgracia me sirvió para aprender una vez tomada cierta distancia. Por un lado, ni las circunstancias de la plantilla de Andorra o las de Unicaja no son las mismas, pero yo tampoco lo soy; no soy el mismo de hace cuatro años porque nadie lo es. Todo el mundo vamos aprendiendo y lo que para mí me supuso una catástrofe, pues al final resulta que al día siguiente vuelve a salir el sol. Y ahí valoras que lo importante es que tu familia esté bien, que a tu hijo no le falte nada; que no fallen las cosas verdaderamente importantes.

Y por el otro, esta experiencia te sirve para tomar otra clase de decisiones. Si en Andorra no se hubiera dado aquel año el haber perdido por dos o menos puntos hasta 12 partidos, pues quizá yo no estaría aquí y nada de esto hubiera pasado. O sí, nunca se sabe, pero desde luego que aquel cese me sirvió para aprender y para asumir ahora otra clase de decisiones.

Ahora ya sabe lo que es el éxito como entrenador jefe, pero usted ya ganó una Liga ACB y una Copa como segundo de Dusko Ivanovic, y con peso en aquel Baskonia.

Sí, pero no tiene nada que ver. Ahora asumo una responsabilidad bastante mayor como primer entrenador y no solo en lo que se refiere al baloncesto. Es decir, cuando era segundo me podía centrar al 100% al baloncesto: al de mi equipo y al de mi rival. Podía disfrutar del baloncesto «de verdad», por decirlo de alguna manera.

Pero ahora como primer entrenador, aunque esté muy bien rodeado por un gran equipo y la ayuda del presidente –el otrora árbitro de fútbol Antonio Jesús López Nieto–, me tengo que preocupar de un montón de cosas aparte de lo que es el baloncesto. A veces me siento convertido en un «gestor de muchas personas»: jugadores, técnicos, periodistas, las esposas de los jugadores... hasta el punto que a veces me pregunto cuál es el tiempo «real» de pensar en el basket que me tomo al día.

Por fortuna, tengo a mi lado un grupo que tiene ideas parecidas a las mías sobre el trabajo diario y sobre quienes puedo delegar para hacer mi trabajo mucho más sencillo y llevadero.

¿En su caso, entonces, no se da aquello de que el «el entrenador se siente solo»?

Bueno, veamos. El cuerpo técnico es muy importante, pero llega un momento en que tú, como primer entrenador, debes tomar decisiones que no son agradables ni de tomar ni de explicar, ni de aceptar. Y eso te lleva a sentirte solo.

Otra cosa es que cuando tus ayudantes tienen en primera persona la experiencia de haber ejercido de primeros entrenadores, te pueden entender mucho mejor y saben cómo puedes pensar y te ayudan a tomar esas decisiones difíciles. Por eso digo que hoy sería un segundo entrenador mucho mejor que lo que fui en su día porque comprendo mejor la posición del primer entrenador.

Después de la Copa de 2023 su siguiente paso ha sido ganar la FIBA  BCL, la Copa Intercontinental y la Supercopa ACB. ¿La ACB está en sus planes?

Hay un salto en ello y más si empiezas a sentirte «obligado» a ello. Así perdimos en los cuartos de la Copa de 2024 en Málaga y en semifinales de la Liga ACB ante UCAM Murcia, donde ellos estaban a un nivel increíble y nosotros no estuvimos al nivel mental adecuado, sobre todo en los partidos de casa, porque parecía que estábamos «obligados» a ganar y llegar a la final.

El equipo está dando pasos adelante en ese sentido y ciertamente, haber ganado la FIBA BCL cuando nos daban como favoritos le doy un mérito tremendo. Ganar no es tan sencillo como parece y desde luego, en la ACB podemos llegar a tener una opción, pero en ningún caso estamos «obligados» a ganar al Barça, al Real Madrid, al Baskonia o a Valencia Basket. Y ojo con el resto, porque el nivel de la ACB es increíble y como tú no sigas mejorando, empeoras y te ganan.

Sobre la Copa Intercontinental y la Supercopa diría que son títulos «heredados» de la pasada campaña para poder echarle el cierre a un 2024 maravilloso.

Bueno, pero en la Supercopa no solo ganaron, sino que dominaron al Real Madrid, al que le jugaron sin complejos.

Sí, pero hay que decir que, aunque el torneo es oficial, aún se encuadra en la pretemporada y nosotros llegábamos con la preparación adelantada por haber tenido que preparar la Copa Intercontinental. Eso por un lado, y por el otro es que la ilusión que te hace competir contra un Real Madrid en una final siempre va a pesar más que el miedo a perder. Nuestra «obligación» era ganar a UCAM Murcia en semifinales.

Otra curiosidad en su equipo es que han mantenido el bloque pese a haber hecho una gran temporada.

El esfuerzo que ha hecho el club en ese sentido tiene mucho mérito, pero por otro lado ayuda a entender «qué pasa en el club». Antes con una plantilla de 13 jugadores y ahora con una de 14, en la que todo el mundo juega «poco», porque está dispuesto a jugar un día 18 minutos, otros días 8, otros 20 y otras no jugar para que así todos puedan aportar y el club logre sus objetivos.

Eso, en teoría, debiera ser un «coto de caza» para que los clubes de Euroliga vinieran a hacerse con los jugadores: buenos jugadores, aunque en principio no brillantes, capaces de sacrificar sus minutos y sus números por el bien del equipo. Pero resulta que se quedan. Es ahí donde entra el club, porque lo que estamos intentando construir es una personalidad propia del conjunto, de forma que aunque los jugadores se vayan y hasta el entrenador en un momento dado no siga, pueda seguir siendo un Unicaja reconocible, de la forma en que hemos pasado que en 2022 había entre 3.000 y 4.000 espectadores en las gradas y ahora haya lista de espera para sacarse el abono.

En ese sentido, estamos hablando de cuatro títulos oficiales, conseguidos con cuatro MVPs distintos, en un grupo en el que, de media, el que más juega no pasa de los 20,40 minutos, pero el que menos disputa 12 minutos también, y los jugadores entienden que un día a uno u otro le va a tocar no jugar por las características del rival y también para potenciar a su compañero para que pueda rendir y se pueda sentir bien cada día de entrenamiento.

Si sigue siendo capaz de gestionar una plantilla larga y en profundidad, repartiendo esfuerzos y con los jugadores asumiendo que puede haber minutos para todos, no me extrañaría que la Euroliga no volviera por usted.

En teoría tal vez, pero por un lado los equipos de Euroliga debieran estar interesados en mí y no parece, aparte de que en Málaga estoy muy a gusto y muy feliz. Pero por otro lado, Unicaja tiene una plantilla larga pero sin grandes estrellas en teoría. ¿Asumirían las estrellas de los equipos de Euroliga esta filosofía de reducir sus minutos y sus números para involucrar a todo el mundo? Construir la química y la personalidad sobre la que levantar un equipo es un proceso muy bonito, pero muy complejo, porque antes que nada, tenemos que tener muy claro que trabajamos no solo con jugadores, sino que ante todo son personas.

Puede, pero usted ya tuvo una experiencia en la Euroliga, cuando sustituyó a Marco Crespi al frente del Baskonia.

Sí, pero aquella vez no pude disfrutar de la experiencia por la forma en la que se dio. En cambio, cuando llegué a Unicaja en 2022, después de salvarnos, pudimos empezar a idear un grupo nuevo. Cuando llegué, en el equipo había un montón de jugadores que terminaban contrato, por lo que cuando se garantizó la permanencia, a falta de seis jornadas, el equipo desconectó. Pero a partir de ahí pudimos empezar a trabajar en lo que queríamos traer y sobre todo cómo queríamos que fuese el equipo.

Esto es un poco como ser el director de una película. Si te dan voz en la música, en el guión, en la fotografía... la obra es mucho más tuya que si no te la dan. De ahí que empezamos a formar ese equipo a partir de la personalidad que buscábamos construir. Quizá por ello el día que me vaya podré decir que formé parte del renacer de Unicaja y vimos cómo toda la ciudad se volcó con nosotros porque se identificaba en los mismos valores.