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Alto pero con fuego en Líbano

El alto el fuego cuelga de un hilillo. Hizbulah no lo ha firmado pero no renunciará a volver al sur del río Litani, patria de los chiíes libaneses. Israel lo ha firmado pero con carta blanca para violarlo. Y el problema de origen sigue ahí. Palestina. Mejor dicho, expansionismo sionista israelí.

(Europa Press)

No se había cumplido una semana del alto el fuego cuando este amenaza con saltar por los aires. La secuencia es la de siempre. Israel bombardea en respuesta a misiles de Hizbulah, en respuesta al medio centenar de violaciones del alto el fuego de Israel, verificadas y denunciadas tanto por Beirut como por París, verificador del acuerdo. Tel Aviv los justifica asegurando que Hizbulah está retomando posiciones en el sur del río Litani.

La ingenuidad se exilió hace tiempo de Oriente Medio y choques así eran tan previsibles que el muñidor del acuerdo, EEUU, marcó un plazo de 60 días para que el Ejército de Israel se retire y vuelva a su frontera y para que Hizbulah se repliegue al norte del río Litani, donde se desplegarían hasta 10.000 soldados del débil Ejército libanés (de momento 5.000, mientras recluta voluntarios), además de los 2.000 efectivos de la Finul (ONU).

Pero el problema no es cuantitativo ni de plazos sino de planteamiento. Y apela primero a una cuestión técnica de principio.

Hizbulah no ha firmado el acuerdo sino que delegó en el presidente del Parlamento, el veterano político chií (líder del partido rival y hermano Amal) Nabih Berri.

Y reivindica, en nombre de la reconstrucción tras dos meses de bombardeos, el regreso de los suyos, de un ente político-militar y religioso-caritativo (el Partido de Dios), a la patria de los chiíes en Líbano, que no son los suburbios de Beirut a donde emigraron en el siglo pasado sino el sur del río Litani y el valle de la Bekaa. ¿A dónde no iban a volver? ¿A casa?

Israel, como siempre, ha firmado el acuerdo pero ha arrancado tales cláusulas de su aliado estadounidense (derecho a atacar en caso de «amenaza inmediata» y de «amenaza no inmediata» en caso de que el Ejército libanés y la Finul no intervengan), que le permiten simple y llanamente violarlo.

Tres elementos explican, y condicionan, el alcance del acuerdo. El primero es la desconfianza. Israel recuerda que tras la tregua de 2006 y la resolución 1701 de la ONU, lejos de replegarse, Hizbulah reforzó sus posiciones al sur del Litani.

Hizbulah recuerda que, pese a replegarse en 2006, Israel lleva desde entonces violando el espacio aéreo libanés, ocupa el Golán e impone una línea de demarcación fronteriza que Líbano rechaza. Y que mantiene su reivindicación bíblico-estratégica de tener a tiro -valga la redundancia- la ciudad costera fenicia de Tiro.

El segundo elemento es la necesidad. Hizbulah está debilitada y, tras ver cómo su patrón iraní miraba a otro lado, ha accedido a renunciar a atacar a Israel mientras éste sigue castigando a Gaza.

Israel necesita un respiro. Su Ejército, incluidos sus reservistas, dan muestras de cansancio y Hizbulah no es Hamas. Un «descanso bélico» le permite concentrarse en Gaza -donde sigue afrontando resistencia- y en Irán.

Por ello ha tenido que acceder a renunciar, de momento, a una presencia militar permanente en el sur de Líbano, y al desarme de Hizbulah, exigencia previa de los acuerdos de Taez para acabar con la guerra civil libanesa y que fueron incorporados en la tregua de 2006.

El tercer elemento no es ni técnico ni emocional ni temporal. Es estratégico. Mientras Israel siga sin asumir que los palestinos tienen derecho a existir dignamente en su tierra todo lo demás son derivadas.

Pero derivadas en las que, a corto, Israel tiene las de ganar. Nadie en el interior le reprochará que vuelva a la «guerra total». Mientras, y amparado en la superioridad de fuego, espera que su amenaza revuelva a los cristianos maronitas y a los suníes libaneses contra Hizbulah.

Israel juega con el fantasma de otra guerra civil mientras aduce que Líbano es un Estado fallido. Cuando es el primer responsable de ello. Seguido por Hizbulah, pero el primero y principal.