Iulen Lizaso Aldalur

3M, 8M, 11M... M

Si de niños somos «castrados» para no expresar sentimientos, de mayores damos cauce a la represión de nuestra parte femenina en forma de violencia.

Mentira, medios, miseria moral, machismo, misoginia, maldad... hechos que históricamente se repiten; las víctimas ya no están y los verdugos permanecen La impunidad es su huella de identidad y la mentira, impronta intelectual de quien da cobertura a que la violencia se mantenga presente en el día a día.

En los actos oficiales se conmemoró el 11M, recordando a las víctimas del terrorismo y los atentados en Madrid, sin mención a los verdaderos verdugos. En los actos populares y coincidiendo con que era un lunes mas para las personas pensionistas, se conmemoró el centenario de la instauración del retiro obrero obligatorio, hoy jubilación. Un siglo después, ese colectivo de gente mayor que ha generado gran riqueza en el país, es víctima del saqueo institucional a sus fondos de reserva (hucha de pensiones), viéndose en la calle reclamando una auditoria del destino del dinero de sus cotizaciones en 40 años y pensiones dignas equiparables a países de igual riqueza, sin relativizar a lo que la Seguridad Social hoy recauda de personas en activo, ya que la precariedad laboral y salarial, brecha social y de género que se dan, son impropias de un país rico que reparte su riqueza de manera muy desigual.

De la ensordecedora fiesta del 8M no queda ni el eco de lo que para mi es un total desenfoque del problema de la violencia de género. Sí, denuncia por discriminación de género y desigualdad de oportunidades, pero las mayores víctimas de la violencia machista somos los hombres, y ahí están las estadísticas, en que habiendo en el mundo mas mujeres, mueren infinitamente mas hombres víctimas de la violencia llevada a cabo por los hombres.

Pasó el 3M que rememora el cinismo por la impunidad institucional en aquellos sucesos. Ocurrió en una iglesia católica; centro de oración de una institución religiosa enteramente masculina, que tuvo mucho que ver con la «motivación» contracultural rural que dio arranque a la guerra civil española... y hoy silencia. Muerte civil y obrera llevada a cabo por parte de hombres contra hombres.

Se exige compromiso académico, desideologización política e institucional, desde la igualdad y el civismo apartidista. Atender si, pero dejar en segundo plano a las víctimas y el morbo mediático, ya que la raíz del mal está en la violencia masculina, su origen en la educación machista, su mantenimiento en los medios de comunicación y su promoción, en la publicidad comercial y forma y género de gobiernos clasistas, empresariales, económicos, políticos, religiosos, universitarios, judiciales, etc.

Si de niños somos «castrados» para no expresar sentimientos, de mayores damos cauce a la represión de nuestra parte femenina en forma de violencia. Una casuística educacional que no antropológica, pues esa represión y violencia consecuente no se da en mujeres que se dejan educar por su alma, pues siendo esta femenina, manifiesta su sensibilidad como conciencia despierta y esto, sencillamente... es evolución.

Así, como nos alecciona Mónica Zalaquett: regálale una muñeca a tu niño para que ejerza de padre durante la crianza y educación de su futuro hijo... Y que nadie vea ánimo provocador; si un interés revisionista para abordar desde un enfoque mas resolutivo, temas enquistados que provocan dolor, erosión social y un declive convivencial-existencial que se ve venir en España.

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