José Luis Gómez Llanos
Sociólogo

A Rosa Zarra si la mató la Ertzaintza

A pesar sus antecedentes médicos, Rosa Zarra rebosaba de salud el día que recibió el fatal pelotazo y murió pocos días después como consecuencia que este impacto le produjo. Luego a Rosa Zarra la mató la Ertzaintza.

La rectificación de ETB por exigencia de un sindicato policial sobre la muerte de Rosa Zarra tras un pelotazo de la Ertzaintza en 1995 ha devuelto su caso a la actualidad, como un recordatorio siniestro, tras un nuevo atropello a la libertad de expresión de nuestros medios de comunicación públicos, ya que nuestro ente público se ha visto obligado a rectificar por unas presiones policiales dignas de países totalitarios.

Pero volvamos a la trágica muerte de Rosa Zarra.

Más de 25 años después, de nuevo como un sórdido carrusel girando en torno a nuestras memorias amnésicas resurge el caso de la muerte de Rosa Zarra como consecuencia de un pelotazo disparado por la Ertzaintza durante una manifestación en 1995.

Muy lejos de ejercer su obligación de tranquilizar a la ciudadanía, el doblete Justicia \ Interior en su día hizo una demonstración de incapacidad, en este caso bastante interesada, de investigar a fondo lo ocurrido y concluyó archivando el caso porque Rosa Zarra «murió por causas naturales».

¿Y el informe del doctor Tamayo que concluyó una relación directa entre el pelotazo y el fallecimiento? ¿O la declaración del doctor Elosegui que siguió el historial médico de la víctima? A pesar sus antecedentes médicos, Rosa Zarra rebosaba de salud el día que recibió el fatal pelotazo y murió pocos días después como consecuencia que este impacto le produjo. Luego a Rosa Zarra la mató la Ertzaintza, este el punto de partida y esa misma Ertzaintza es la que no ha investigado seriamente lo ocurrido. Ese es el punto en el que nos encontramos casi tres décadas después.

Hoy queda claro que en su día la Justicia tampoco quiso investigar este caso. ¿Por qué no interrogó al mando que dirigía a los agentes que operaron ese día? ¿Por qué no exigió que se le presentase al autor del disparo letal? ¿Por qué no se contrastaron las distintas versiones? Hoy sabemos que las hubo. ¿Por qué no se carearon los distintos testigos con el autor material del disparo? ¿Por qué no se consultaron a los distintos médicos que atendieron a Rosa durante la hospitalización que precedió su agonía y muerte tras un mortal atropello policial?

Con su comportamiento ante la muerte de Rosa Zarra, la Ertzaintza dilapidó el capital social de confianza del que se beneficiaba al ser una de las conquistas institucionales de nuestro autogobierno, por no introducir en sus filas el mecanismo de control y evaluación propios de todo cuerpo represivo en democracia.

Sigo sin resignarme a aceptar que a Rosa Zarra se la haya matado como a un perro en la calle y que nadie responda por ello. Para los que participamos del anhelo popular que sentimos en Euskadi por la conquista de nuestro autogobierno y nuestras instituciones nacidas del sufragio universal y bajo el control permanente de este, hoy sentimos una enorme vergüenza por el honor perdido de la Ertzaintza en este caso.

La Justicia demostró, pese a la inmensa alarma social generada, su falta de sensibilidad y empatía con la víctima y su familia; se agarró a lógicas de «razón de Estado» y de protección de la Administración frente al ciudadano, en lugar de actuar en defensa del ciudadano frente a los gravísimos abusos de la Administración, en el caso que nos ocupa, la administración policial.

Casi tres décadas después el tejemaneje de los sindicatos policiales para amordazar la independencia de EITB da cuenta del retroceso democrático que hemos sufrido desde entonces.

Sin más.

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