Julen Goñi
Profesor de filosofía

Al matadero

Es común pensar que los animales que llevan al matadero no saben cuál va a ser su destino, porque, de saberlo, se supone que ofrecerían alguna resistencia. De lo que se extrae que, si lo aplicáramos a los humanos, harían falta dos elementos para juzgar un hecho semejante: la conciencia y la acción, es decir, darse cuenta de la realidad y hacer algo para cambiarla si esa realidad nos perjudica.

En efecto, si lo llevamos al ámbito humano, comprobamos que existen innumerables situaciones en las que las personas son llevadas real o metafóricamente al matadero, también real o metafórico. Ejemplo real de personas llevadas al matadero serían los hornos de los campos de concentración nazis o las zonas de supuesta seguridad establecidas por Israel en Gaza para ser bombardeadas con posterioridad. Los casos metafóricos, sin embargo, parecen más abundantes. Son todos aquellos en los que el poder atrae a quienes lo cuestionan, no con la intención manifiesta de llegar a acuerdos partiendo de posturas diversas e incluso opuestas, sino con la intención no manifiesta pero más real de llevar a esa oposición a su anulación.

En Euskadi tenemos la suerte de encontrar por doquier casos en los que el hipnotismo del poder, representado por el PNV, atrae hacia sí a los inocentes o interesados, ellos sabrán dónde se ubican, que dicen ser su oposición. Ahí tenemos, para empezar, un partido que se dice socialista, el PSE, que no se limita a apoyar al PNV para que gobierne, pero manteniendo una política propia, sino que se inclina por gobernar con quien representa lo contrario del socialismo, anulando toda posibilidad de oposición a sus políticas liberal-capitalistas. Y ahí está el PP, apoyando la privatización de la enseñanza y de la sanidad, excepto en lo que se refiere al euskara, que, claro, es lo que les diferencia y le da sentido a su existencia. Pero, también tenemos a la llamada izquierda por el lado nacionalista, EH Bildu, que apoyó la privatización de la enseñanza, eso sí, en euskera, aunque no la votase, no por ser privada, sino por no ser suficientemente euskaldun, o a Podemos (hoy Sumar) que cantaba loas a un pacto que según él iba a suponer la recuperación de lo público frente a lo privado y que después se llamó a andana cuando comprobó el engaño que no quiso ver a pesar de ser avisado por parte de sus simpatizantes. Sin olvidar, claro está, a toda una pléyade de organismos «independientes», expertos, asesores, ex-inspectores con pedigrí de izquierdas y demás mentes privilegiadas que, como moscas a la miel, acuden cada vez que son llamados, no para que expresen críticas a los proyectos mercantilistas del PNV, sino para bendecir sus propuestas con elegías en las que lo importante parece ser que aparezcan sus nombres. Pasado el tiempo, y a la vista de los resultados, algunos de ellos se sienten engañados, pero ya no tienen el micrófono.

Algunas personas nos percatamos en su día de la trampa que suponía aceptar la invitación del PNV al supuesto pacto por la educación cuyo resultado ha sido, justamente, el mismo que estableció como punto de partida ese partido: abandono de la pública, segregación del alumnado y apoyo a la privada subvencionada, tanto la religiosa como la laica de las ikastolas y cooperativas elitistas. Y la trampa, como señalábamos, está en la aceptación de una invitación que inevitablemente acababa en el matadero de lo privado.

¿Qué sentido tiene que el poder «se digne» invitar a la oposición a nada que no sea el dar una imagen de apertura y diálogo mientras que maneja todos los resortes del proceso a través de un documento base elaborado por él, la introducción entre los «invitados» de instituciones y personas adeptas a sus ideas y unos medios de comunicación a su servicio? Evidentemente, el sentido que tiene es el de anular por mucho tiempo cualquier oposición, porque, quien participa en el engaño no puede argumentar que ha sido engañado.

Todo lo anterior viene a cuento de la nueva (?) iniciativa del nuevo gobierno vasco dirigido por el PNV de alcanzar un pacto por la sanidad. El esquema es el mismo que en el caso de la educación: documento base preparado por ese partido e invitación a muchas instancias relacionadas con la sanidad (partidos, sindicatos, asociaciones, colegios de médicos y enfermería...).

Pues bien, de la misma forma que algunas personas tuvimos conciencia del engaño que suponía aquella invitación al pacto educativo que lo único que buscaba era la conversión en ley de lo que era el proyecto privatizador del PNV (utilizando para ello la manipulación del lenguaje llamando «público» a los servicios públicos y a lo popular en vez de lo que de verdad lo define que es la propiedad) hoy también somos conscientes de que esta invitación a lograr un pacto sanitario solo pretende convertir en ley lo que ese partido lleva haciendo alegalmente desde hace mucho tiempo: privatizar la sanidad y desviar el dinero público a intereses privados. Por eso, llamamos a los partidos, sindicatos, asociaciones y personas que se consideran de izquierdas a no caer en la trampa. Y lo que defendíamos como condición sine qua non para la educación lo hacemos extensible a la sanidad. Todo pacto por la sanidad debe tener como condicionantes lo siguiente:

Ningún dinero público a la privada. Todo el dinero público que hasta ahora se le daba a la privada deberá ser destinado a crear aquellos servicios que se han derivado a la misma. Lo único que habría que discutir serían los plazos necesarios para la creación de dichos servicios en la pública mientras que, temporalmente, deban ser derivados y pagados a la privada, así como la subsiguiente organización de esos servicios para su mejora.

Exclusividad del puesto de trabajo, es decir, imposibilidad de compaginar el trabajo en un puesto fijo en la pública con trabajar, a la vez, en la privada. Sobran las explicaciones si se conocen las listas de espera en una sanidad y en la otra cuando coinciden los mismos especialistas en ambas.

Obligatoriedad de cumplir con las obligaciones legales vinculadas al puesto de trabajo de las personas funcionarias de la sanidad. No cabe la objeción de conciencia ni al aborto ni a la eutanasia en personas que han accedido a un puesto de trabajo que lleva implícitos esos servicios a la ciudadanía. Nadie puede ser bombera si además es pirómana.

El resto de temas relacionados con la organización, con la previsión del desarrollo futurible de la sanidad, con la asignación de recursos, etc., deben ser tratados anualmente juntamente con la elaboración de los presupuestos, en función de la realidad social de cada momento. No confundamos la sanidad con la estadística que a cada persona enferma la acaba convirtiendo en un número.

El contenido de la propuesta de pacto del PNV-PSE, evidentemente, no va por ahí, sino por mensajes vacíos que lo mismo sirven para la sanidad que para la ingeniería, por poner un ejemplo. Datos y datos sin sentido, estadísticas y gráficos que lo único que buscan es desviar la atención sobre lo principal. Esperemos que, en esta ocasión, haya conciencia y acción por parte de quienes dicen representar los intereses de la mayoría de la ciudadanía.

 

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