Joseba Larzabal Goizueta
Arquitecto

Alternativas para la nueva sede del Basque Culinary Center

Al hilo de la polémica suscitada en relación con la intervención prevista en la zona de Manteo-Okendo a fin de construir una segunda sede de la Fundación Basque Culinary Center (BCC), destinada a «la creación y explotación de un centro para la creatividad, innovación y desarrollo» de la actividad gastronómica, quiero hacer una nueva, y breve, aportación, que espero sea la última, ya que no me gustaría resultar redundante ni, por otra parte, tampoco tengo interés alguno en monopolizar el debate.

Después de leer con interés el artículo publicado la primera semana de septiembre por el Director del Basque Culinary Center, Joxe Mari Aizega, lo primero que me sorprendió es que dicha entidad considerara necesario justificar su proyecto para la implantación de un nuevo edificio en la zona de Manteo ya que, a mi entender, no es el BCC el que está siendo interpelado sino las tres administraciones implicadas en el desarrollo y financiación de la propuesta aprobada: el Gobierno Vasco, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián.

En primer lugar, considero necesario agradecer sinceramente que, aunque tarde y quizás obligados por las circunstancias sobrevenidas, se haya celebrado el pasado 14 de septiembre una sesión abierta para dar a conocer el contenido del proyecto. Sin embargo, tal y como ya he mencionado, dicha tarea, en principio, no le corresponde al BCC, impulsor del proyecto, sino al propio ayuntamiento de Donostia como órgano competente para la ordenación urbanística del ámbito de Manteo. Y, por otra parte, creo que se puede calificar como errónea la decisión de presentar el proyecto en su sede, situada en el Parque Tecnológico de Miramón, a pesar de que cualquiera que siga este debate sabe que los posibles interesados en conocer el proyecto y asistir al acto viven en el entorno de Ulia-Gros.

Puede que esta curiosa confusión se haya generado porque quizás alguien no ha entendido que no se está cuestionando en absoluto la actividad del BCC, que no necesita justificarse ni convencernos de la buena labor realizada en estos diez años de vida, sino que las razones que han motivado las posturas críticas en relación con el proyecto radican, por una parte, en la propuesta de ordenación urbanística contenida en el Plan Especial de Ordenación Urbana del AU.01 Manteo, documento aprobado definitivamente por el Ayuntamiento el 30 de marzo del presente año y que se encuentra actualmente recurrido ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, y, por otra parte, en las condiciones de financiación asumidas por nuestras administraciones públicas; de donde, a mi entender, se puede deducir que en esta discusión convergen dos conflictos en paralelo: un «problema urbanístico» y un «problema de política urbanística».

Para intentar ser concreto, me referiré únicamente a dos cuestiones importantes, una de legalidad y otra de oportunidad:

1. Resulta sorprendente que se pretenda regular y ordenar una intervención de tanta envergadura simplemente mediante la tramitación del citado Plan Especial de Ordenación Urbana, ya que la propuesta aprobada contiene nuevas «determinaciones de carácter estructural» para cuya definición sería necesario modificar el vigente Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), aprobado en junio de 2010, o, en su caso, diferir la decisión sobre la localización apropiada del nuevo BCC hasta la aprobación del nuevo PGOU, cuya revisión se encuentra actualmente en tramitación, estando prevista la presentación de su documento de Avance para el último trimestre de este año. Entiendo que esta segunda opción es la más correcta porque permitiría que, previo análisis y valoración de las «diferentes alternativas» que se propusieran y una vez tomado en consideración el correspondiente proceso de «participación pública», el Ayuntamiento estaría en condiciones de adoptar la decisión que considerara oportuna.

2. En cualquier caso, pediría, por favor, dos cosas: modestia en los objetivos y sensatez en la propuesta; ambos principios pasarían por defender una intervención menor que la que se ha propuesto, ya que parece evidente que pretender ser excesivamente ambiciosos está impidiendo acertar con una buena solución. No se trata de rellenar a cualquier precio todo el espacio disponible, sino de ordenar y dignificar la zona con el mejor criterio posible, que, a mi modo de ver, pasaría por ubicar el nuevo BCC en una localización alternativa y defender que en Manteo se desarrolle únicamente un programa de alojamientos dotacionales, pero respetando el espacio verde y el arbolado que actualmente definen el frente nordeste de la Avenida de Navarra, y, a ser posible, intensificando y potenciando su indudable valor ambiental.

Para finalizar, con el propósito de aportar soluciones alternativas que puedan enriquecer el debate, y evitando caer en la crítica fácil, me permito proponer la reconsideración de la propuesta aprobada, basándonos, por ejemplo, en algunas de las ideas ya expuestas en relación con el ámbito de Manteo, y planteando una ubicación alternativa para el nuevo BCC, que, al tratarse de un centro que en principio no exige ninguna vinculación con la «actividad turística», no necesita en absoluto situarse en un espacio preferente tan próximo a la playa de la Zurriola. En este sentido, podría ser de gran interés aprovechar la oportunidad que surgirá en la operación urbanística prevista en los Cuarteles de Loiola, en cuanto sus terrenos puedan ser finalmente adquiridos por el ayuntamiento de Donostia, de manera que la implantación de un centro como la segunda sede del Basque Culinary Center podría ayudar en gran medida a «hacer ciudad», objetivo que siempre debería ser prioritario, y a crear en el entorno del barrio de Loiola un foco y un polo de actividad a orillas del río Urumea.

Incluso, si esta alternativa no resultara posible, creo que no debería descartarse la opción de localizar el nuevo BCC en el ámbito de Ilunbe, situado en un espacio no alejado de la sede actual del Basque Culinary Center, y en el que, por distintas y complejas razones, hasta la fecha el Ayuntamiento no ha podido conseguir dar continuidad a la implantación de alguna actividad que resulte viable y de interés para la ciudad.

Por último, a modo de posdata y dicho con un punto de voluntaria ingenuidad, considero que este debate tiene suficiente entidad e interés ciudadano como para desarrollarse, en la medida de lo posible, al margen de la tutela de los partidos políticos. Lo digo porque, a partir del momento en que los únicos que intervengan y hagan oír su voz sean los grupos políticos municipales y el propio BCC, el debate ciudadano quedará inevitablemente superado por las siglas políticas. Entonces, ya será demasiado tarde, solo quedará lamentarse y pensar, como ocurre tantas veces, que las cosas se podrían haber hecho bastante mejor.

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