Antisemitismo, sionismo y genocidio de Palestina
La original y emocionante iniciativa «Kulturatik» celebrada en Donostia el fin de semana pasado nos ha recordado que la masacre criminal de Gaza no es una presunta guerra de Israel contra Hamás –como nos quieren inculcar desde muchos medios de comunicación−, sino que constituye uno más de los gravísimos episodios del genocidio cruel del sionismo contra el pueblo palestino.
La calificación de genocidio ya fue puesta de manifiesto con rigor en la iniciativa de justicia internacional de Sudáfrica de hace dos meses. Sudáfrica ha ocupado en la defensa de los derechos humanos el vacío dejado por la cobardía de Europa y la corrupción dictatorial de los Estados árabes empachados de petrodólares. Efectivamente, y tal como dice la denuncia sudafricana, la actual masacre por bombas, ametrallamientos y hambre de los habitantes de Gaza es una continuación de la confiscación de tierras, expulsión de habitantes, discriminaciones de todas clases, encierro de la población tras ilegales y vergonzosos muros de separación, y la realidad de miles y miles de asesinatos de palestinas y palestinos de todas las condiciones sociales.
El Estado de Israel está incumpliendo flagrantemente la legalidad internacional y los acuerdos que en su día firmó sobre la creación de dos Estados. Los ataques diarios sobre los habitantes de Cisjordania demuestran que el problema para el sionismo no es Hamás sino que es Palestina, y eso constituye la demostración de la naturaleza de genocidio y/o crimen contra la humanidad, cada uno de cuyos episodios nos resulta tan doloroso de ver y soportar.
Quienes consideramos que no solo las acciones terroristas de Hamás, incluida la de octubre pasado con sus 1.200 víctimas, sino también las propias intifadas son injustificables y hasta pueden constituir un error estratégico, por mucho que estén motivadas por la desesperación y hasta provoquen admiración, no podemos ni debemos rebajar el nivel de condena y repulsa contra el genocidio y crímenes contra la humanidad que está practicando el sionismo.
Las propias imágenes de las intifadas, de niños apedreando tanques y los miles de actos opresivos realizados y en curso contra los palestinos y palestinas son cada vez más escalofriantes. La verdad es que hay múltiples consideraciones a efectuar, empezando por la de cómo es posible que los padres o responsables de esos niños les permiten salir a apedrear a los tanques, si es que lo hacían. Y siguiendo con la pregunta, ¿cómo es posible que desde un tanque se asesine a un niño por echar pedradas?
Hasta hace ahora 100 años se solía decir y teorizar que en el mundo había dos naciones o pueblos sin tierra en referencia a las y los judíos y gitanos. Eran pueblos esparcidos en territorios de las demás naciones, que sufrían la xenofobia, el rechazo y la opresión racista más cruel e imaginable. En concreto, el antisemitismo o rechazo xenófobo de los judíos perduró durante dos mil años; concretamente desde la dispersión en tiempos del imperio romano y a lo largo de la historia del cristianismo. El antisemitismo con base en las referencias bíblicas era tan extremo que dio lugar a guetos esparcidos por todo el mundo antiguo y a la prohibición de acceder a la propiedad de la tierra y de realizar muchos de los oficios tradicionales. En el juicio de brujería del 16 de marzo de 1540 contra 69 vecinas y vecinos de Ochagavía, todos fueron condenados en el auto de fe por proferir maldiciones, apostasía, idolatría y brujería, pero solo uno fue ajusticiado, Don Gabriel del Monte Mayor porque ser pro judío.
Debieran saber los judíos y judías que las guerras no se ganan solamente con las armas y que mucho más importante que las armas son las guerras ideológicas. Ellos sufrieron el holocausto, pero ganaron la dignidad que hasta les fue reconocida por la sociedad y por los papas de Roma. Pero ahora están perdiendo la guerra de la dignidad y «el gueto de Gaza» es el ejemplo de su derrota. Los 20.000 niños y niñas y los miles y miles de mujeres gazatíes encerrados por tierra, mar y aire de forma que no puedan recibir alimentos ni medicinas ni auxilio son ahora «el gueto de Gaza». Así titulé un poema que empezaba diciendo: «Todos éramos judíos y judías y así lo eran nuestros antepasados y nuestros padres...», y acaba diciendo que ahora tenemos que apuntarnos a ser palestinas y palestinos.
El peor enemigo que tienen las judías y judíos son Netanyahu y compañía. La extrema derecha de Israel que quiere seguir cobrando los dividendos del holocausto, está provocando unos crímenes contra la humanidad, cuyas imágenes en los medios de comunicación modernos van a ser su condena.
Las judías y judíos de hoy día deberían recordar que durante los dos mil años de antisemitismo y persecución por las naciones y Estados cristianos fueron precisamente los pueblos musulmanes quienes les acogieron y casi los únicos que les protegieron y de ello hay también significativos ejemplos en la parte de Euskal Herria de los Banu-qasi, pues no en vano fueron oriundos de aquí, además de Benjamín de Tudela Ben Yehuda, uno de los más grandes clásicos e inspirador poético de la ilusión y del sueño por la vuelta a Sión.
Occidente y específicamente Europa no debe –no debiéramos− tolerar la aniquilación, que constituirá y ya está constituyendo un crimen de lesa humanidad.
A mí no me satisface la creación de los dos Estados porque significa la consolidación de la separación de sociedades, que ya sabemos que es real (con colegios, hospitales y religiones diferentes) pero por lo menos eso debería imponerse desde la matriz responsable del sionismo que es Norteamérica. El famoso, anticuado y odioso ojo por ojo acabará siendo para los judíos y judías peor que el Antisemitismo cristiano.