Koldo Martín
Portavoz de Podemos en JJGG Alava

Bilbo, 9 de enero. Cita obligada para defender los Derechos Humanos

Como cada primer sábado de enero tras las fiestas navideñas, el día 9 me acercaré a Bilbo para asistir a la manifestación que convocada por SARE exigirá el fin de la política de dispersión de los presos políticos vascos. Lo haré como siempre, sintiéndome uno más de esa gran masa humana que es capaz de retar a las distancias y a las inclemencias del tiempo con el único objetivo de lograr que los gobiernos español y francés pongan fin a esta clara situación de conculcación de los derechos humanos de estas personas.

No debemos olvidar que cualquier persona, se encuentre en la situación que se encuentre, debe de tener estos derechos garantizados. Más en el caso de las personas presas, que ya tienen limitado por sentencia su derecho a la libertad, lo cual no solo no supone que se vean acotados el resto de sus derechos, si no que al ser todos derechos indivisibles, interrelacionados e interdependientes entre sí corremos el riesgo de que la privación de uno afecte negativamente a los demás, y eso les sitúa en una clara situación de vulnerabilidad que una sociedad que se pretende justa y solidaria no debe tolerar.

Estaré también ofreciendo mi esfuerzo y solidaridad a todos los familiares que sufren junto a los suyos. Lo haré como humilde homenaje a personas a las que pongo caras y cuyos nombres desconozco aunque para mí unos son  Herrera, otros Soto del Real, otros Puerto, otros Bois D´Arcy, otros Topas, otros Villabona, otros Almería, otros Lannemezan, etc. Personas que han de recorrer decenas de miles de kilómetros al año para poder ver en el mejor de los casos, una hora tan solo, a sus familiares presos y poder llevarles la mejor de sus sonrisas y dejarles todo el cariño posible esperando que este dure hasta la siguiente visita. Personas que cargadas de dignidad y marchando en fila con sus quinqués en mano y sus pañuelos blancos alrededor del cuello, luchan por recuperar  los derechos de sus familiares presos y los suyos propios que se ven vulnerados por una política penitenciaria basada en la venganza.

No quisiera olvidar tampoco a aquellos que encontrándose gravemente enfermos continúan en prisión merced a una decisión exclusivamente política que hace aún mucho más complicada su situación al estar esta, a expensas de las políticas que en cada momento decrete el Gobierno de turno, lo que les convierte de facto en moneda de cambio o elemento de presión frente al rival político aumentando el castigo que colateralmente reciben sus familiares. ¿Por qué hay que exigir constantemente el cumplimiento de las leyes?. LOS DERECHOS HUMANOS NI SE CONCEDEN NI SE NEGOCIAN.  

No me mueve más interés que el de justicia y solidaridad, a ello me comprometí y en ello he estado, estoy y estaré. Sé que alguno pretenderá colgarme etiquetas interesadas por mis palabras y por mis actos. No me importa, tanto palabras como actos están cargados de coherencia política y social. Siempre he pensado que no se debe decir lo que no se piensa, dejar de hacer lo que se siente o no luchar por lo que se cree. Algunos dirán que «que no son presos normales, que son presos de la izquierda abertzale» y que es esta quien rentabilizará los apoyos de la movilización. Esto no es cierto. Es parte de una vieja forma de hacer política que responde a intereses políticos y que no ayuda a cerrar heridas ni acabar con el odio o  los enfrentamientos en una sociedad que ya ha sufrido bastante. Los presos no pertenecen a nadie  salvo a ellos mismos y a sus familiares y seres queridos, y en última instancia, el conjunto de la sociedad es quien debe hacerse cargo de que su castigo privativo de libertad entre dentro  de lo estrictamente señalado. Lo contrario nos convierte en cómplices de una flagrante vulneración de los Derechos Humanos.

Estaré en Bilbo, por tanto, y lo haré además acompañado de mis hijas. Ellas son el futuro de Euskal Herria, un futuro que está más cerca de lo que creemos y que además les pertenece. No podemos dejarles en herencia las aún irresueltas consecuencias de un terrible conflicto que ha llenado de angustia y sufrimiento a una sociedad como la vasca. Espero que el sábado Bilbo sea nuevamente un clamor contra la dispersión y por la liberación de los presos gravemente enfermos. Es nuestra responsabilidad. Es tiempo de urgencias y es tiempo de una solución definitiva.

 
  

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