Cambio político en Euskadi y Cambio social en Euskal Herria
No es equivalente hablar del cambio social profundo que requiere Euskal Herria con la posibilidad de cambio político en Euskadi en las elecciones de finales de septiembre.
Un cambio social profundo no se construye solamente con triunfos electorales sino que, pasa fundamentalmente por consolidar un movimiento social fuerte, organizado y con presencia constante en la calle capaz de cuestionar y poner en jaque al poder establecido. Un movimiento que sea capaz de articular la lucha por la soberanía política del pueblo vasco con la lucha por una transformación del modelo económico con bases anticapitalistas, feministas y de solidaridad medioambiental con las futuras generaciones. Es evidente que el tejido social histórico construido en la lucha cotidiana tanto de la izquierda abertzale como de los movimientos feministas, de solidaridad internacionalista antimilitarista, por los derechos humanos y contra los recortes sociales, son una solida base sobre la que se puede fortalecer este cuerpo social capaz de extenderse a la mayoría social e interpelar a los poderes económicos que están por encima y dominan los poderes políticos. Este, probablemente, sea el trabajo de fondo y más importante a realizar por quienes habiendo nacido o, como yo, viviendo en esta tierra creemos en el derecho de autodeterminación del pueblo vasco y en la necesidad de superar un sistema como el capitalista que condena a la explotación y la miseria a las grandes mayorías.
No obstante, un cambio político en Euskadi, lejos de ser contradictorio con lo planteado, podría ser un catalizador importante hacia ese gran cambio social, porque desde los resortes que daría un triunfo electoral y los espacios de poder político, siempre y cuando se entienda que la vía institucional es simplemente una más y su principal función es fortalecer la lucha social, se puede ampliar la base social y también demostrar que hay maneras distintas de gobernar desde un sentido de igualdad y justicia y, sobre todo, abriendo las instituciones a procesos participativos donde sea el pueblo trabajador quien en definitiva decida su día a día, o como dicen los zapatistas «mandar obedeciendo».
En este sentido la correlación de fuerzas que en Euskadi es muy distinta a la del Estado español, permite albergar alguna esperanza, para lo cual habrá que analizar quienes son capaces de llevar adelante dicho cambio. Partamos de la evidencia obvia de que los grandes partidos españoles, el PP y el PSOE lejos de propugnar cualquier cambio social o nacional son causantes fundamentales, tanto del deterior de las condiciones de vida de las clases populares a lo largo y ancho del Estado, como garantes de unas reglas de juego pactadas en una transición forzada y tramposa que cercena el derecho a decidir soberanamente sobre su destino a los distintos pueblos, incluido obviamente el vasco. A ellos se ha sumado una supuesta nueva alternativa llamada Ciudadanos que combina el ultraliberalismo con una retorica centralista y nacionalchauvinista española a contracorriente de las aspiraciones del pueblo vasco y sus clases populares. Por otra parte el Partido Nacionalista Vasco, desde su posición de gobierno y su ascendente nacionalista de derecha es un claro mantenedor del statu quo, primero porque sus intereses son indivisibles con los de las clases empresariales vascas, a esto se debe probablemente que, a pesar de su retórica nacional no este en disposición de dar pasos más firmes hacia la soberanía y que prefiera mantener inamovible una situación en la cual el vínculo con España y las reformas laborales aplicadas por el Partido Popular, fortalecen la posición de la clase empresarial debilitando a los trabajadores y trabajadoras sin que esto les pase factura política, manteniendo una complicidad conveniente con el Estado español. Finalmente Podemos, que si bien se presenta a si mismo como la alternativa de cambio, deja enormes dudas sobre cual es su verdadera intención, y es que tanto por la calculada ambigüedad de sus planteamientos como por la elección de sus candidaturas no queda claro que su apuesta sea por ampliar la construcción de mayorías para el cambio o, como se puede leer entre lineas, un intento de cooptar sectores y debilitar a aquellas fuerzas que, a lo largo del tiempo han resistido desde la izquierda la embestida del neoliberalismo y la represión. No siendo tampoco claro el poder de influencia que tenga la dirigencia vasca de dicho instrumento político que, a pesar de sus ademanes participativos, concentra en enorme medida las decisiones en su núcleo duro madrileño y responde más a estrategias a nivel del estado que a las particularidades de Euskadi.
Es así que la coherencia con la necesidad de un cambio político en Euskadi que potencie un futuro cambio social en toda Euskal Herria, debe llevar a que más allá del necesario debate político sobre las estrategias futuras o las críticas que puedan hacerse al peso que esta tomando la apuesta electoral-institucional sobre la movilización de calle. La única alternativa viable y que debe concentrar el voto de quienes apuestan por una transformación estructural, de izquierda y con vocación de superación del sistema capitalista es EH-Bildu, de igual forma para quienes creen en construir caminos de soberanía y derecho a decidir, ante la ambigüedad de Podemos y el inmovilismo del PNV, la única alternativa es EH-Bildu.
El escenario nos plantea que la posibilidad de este cambio político descansa en dos premisas, la primera es que EH Bildu supere electoralmente a Podemos lo cual es bastante plausible, la segunda, mucho más difícil es que la suma de diputados de EH Bildu y Podemos, sea mayor a la del PNV y el PSOE, esto obligaría a los de Pablo Iglesias a, de una vez demostrar si apuestan por un cambio por la izquierda y al PNV a definirse entre tomar el riesgo de avanzar en el camino de la soberanía y el derecho a decidir o mantener el poder a toda costa apoyándose en los partidos españoles.
Solamente así los que vivimos aquí podríamos ver las cartas con las que realmente juegan los partidos y no sus juegos de apariencias, Es por ello que será fundamental movilizar el voto consciente e ilusionado en un futuro de justicia y libertad de los sectores populares del país vasco hacia un cambio que abra el camino a otros más profundos.