José Ramón Pérez Perea y Pedro María Martínez de Lagos Moraza*

Carta abierta a los obispos de Euskal Herria

En ese silencio cómplice, no queremos encontrar a los Obispos de la Iglesia Vasca.

Nos dirigimos a Vosotros, como hermanos en la fe, en este modo abierto. Pensamos que de esta manera Él, que vio la «opresión de su Pueblo en Egipto, oyó sus quejas contra los opresores, y se fijó en sus sufrimientos» (Ex 3,7-8), mueva también a Vds., y ablande vuestros corazones hacia las personas torturadas.

Como bien sabéis, las Comunidades Cristianas Populares de Euskal Herria, Coordinadora de Curas y Herria 2000 Eliza se han dirigido a vosotros, por carta y entrevistas personales, en los últimos años (desde el año 2007), aportándoos testimonios documentados de las torturas a las que fueron sometidos multitud de ciudadanos vascos, en detención incomunicada en las comisarías de la Policía Nacional, Guardia civil y la Ertzaintza.

Siempre hemos pretendido informaros de unos hechos incuestionables y documentados para pediros un posicionamiento público cristiano de rechazo de la tortura en nuestro país, a la vez que se expresara la condena de todos los que, de un modo u otro la propiciaron: jueces, forenses, policías, medios de comunicación, partidos políticos, gobernantes…

Con paciencia fuimos solicitando entrevistas para exponeros nuestras peticiones, y fuimos recibidos, en distintas ocasiones, salvo por el metropolitano de Pamplona.

Los resultados fueron, en todos los casos, negativos a nuestras propuestas de solidaridad pública con los torturados. Sólo encontramos en vosotros. una educada conversación que no llevó a ningún resultado práctico. También este año estamos dispuestos compartir el sufrimiento de las personas torturadas intentando comprometernos de una manera común para eliminar esta lacra de nuestra sociedad.

En estos días se ha dado a conocer el Informe sobre la Tortura a ciudadanos de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa entre 1960 y 2014 encargado por el Gobierno Vasco al equipo dirigido por el forense Etxeberria, y que alcanza la terrible cifra de 4.113 víctimas. Informe documentado a través de entrevistas con las víctimas, contrastado científicamente mediante el Protocolo de Estambul. Próximamente el mismo equipo realizará el estudio en Nafarroa.

El informe muestra la impunidad que ha ocultado los casos de torturas y que, por ello mismo, las ha propiciado.

Y en ese silencio cómplice, no queremos encontrar a los Obispos de la Iglesia Vasca. Queremos remover los corazones insensibles a este trato vejatorio e inhumano, que degrada tanto al que lo hace como al que lo ampara. Recordamos el testimonio de Jesús de Nazaret. Una persona perseguida desde su nacimiento, torturado y muerto en la cruz. Él nos sigue interpelando: «Cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de esos más humildes, dejasteis de hacerlo conmigo» (Mt 25,45).

Y, por ello, les reclamamos a Vds. una autocrítica a sus silencios, su solidaridad con las víctimas de la tortura, y disposición a contribuir con la denuncia, el  acompañamiento, reparación y garantías de no repetición.

*Firman también:

Comunidades Cristianas Populares de Euskal Herria
Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria
Herria 2000 Eliza

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