Comunidades ciudadanas de energía
Personas reunidas en torno a un elemento común, tan simple y tan potente como eso, en el que en este caso, se repartirá la energía generada y se colectivizarán y construirán recursos sostenibles.
Por qué relacionar la participación ciudadana con la energía? ¿Y cómo hacerlo? ¿Y cómo conseguirlo en los tiempos actuales, con la covid-19 invadiendo nuestras vidas, nuestras dinámicas, nuestras relaciones e interacciones?
Pues bien, en estos tiempos en los que la participación ciudadana –entendida como una herramienta para la colectivización, la capacitación grupal y para la construcción y desarrollo social– resulta en apariencia más difícil o compleja que nunca (¿cómo vamos a juntarnos? A... ¿construir?), es también mucho más necesaria, vital, clara y sencilla que nunca... despojándola de adornos y artificios, crece y se dota de todo su valor.
Su efecto se multiplica al ponerla en relación con sectores como el energético. Porque, si estamos hablando de personas, de elementos que determinan sus vidas, de colectivizar y capacitar, de construir... ¿acaso no encaja perfectamente aquí la producción y consumo energético, desde una perspectiva colectiva, municipal y comunitaria? Me permito responder: sí. Energía producida desde lo local y para la localidad, desde la comunidad y para la comunidad, energía sostenible para el medioambiente, para la economía y para la sociedad.
¿Es una utopía? No. Empieza a cristalizar, empieza a ser tangible mediante las Comunidades Ciudadanas de Energía que empiezan proyectarse; ¿Como? A través de instituciones que apuestan por invertir en instalaciones (fotovoltaicas en este caso), para cederlas después a la ciudadanía para su gestión y autoconsumo colectivo. La ciudadanía se organiza en colectivo, y procede a formarse y capacitarse para el manejo que requerirá esta gestión energética... en una Comunidad Ciudadana de Energías Sostenibles. Un colectivo como otro cualquiera; como una sociedad gastronómica o una comunidad de vecinos. Personas reunidas en torno a un elemento común, tan simple y tan potente como eso, en el que en este caso, se repartirá la energía generada y se colectivizarán y construirán recursos sostenibles.
Insisto para terminar, y voy un paso más allá: ¿qué es la participación ciudadana sino la capacitación colectiva para la facilitación de la posterior toma de decisiones en pro del desarrollo de una comunidad?
Pues eso. Y más en tiempos de covid-19 y poscovid-19. Capacitación, formación y gestión de elementos y recursos comunes para un desarrollo sostenible y colectivo. Que lo que viene pinta duro.