Iñaki Uriarte
Vacunado ante la hipocresía

Crespón de Reyes

Y así con continuos llamamientos, recomendaciones, apelaciones y demás sermones oficiales, mientras va aumentando la mortalidad. Una grave carencia de responsabilidad y vergüenza

El título se presta a confusión. Un crespón símbolo luctuoso que la mayoría de personas en Euskal Herria quisiéramos ver como extinción de la monarquía española que nos continúa oprimiendo después de cuatro décadas de dictadura. En esta ocasión, el crespón alude al período festivo, o de inoperancia laboral, que se inicia el 6 de diciembre “conmemorando” la Constitución española que niega nuestra identidad como pueblo y que se extiende un mes hasta la tradicional fiesta de la Epifanía unos magos o sabios de Oriente que siguiendo una estrella llegaron a Jesús de Nazaret, que traducido en la era presente como una iluminación de leds que conduce a la compra de regalos para las criaturas y colonias para los adultos, que se complementa con el conocido dulce, el roscón. En el calendario que nos rige, otra imposición alóctona, cierra el ciclo a pesar de que el mundo coherente europeo lleva ya cinco días en actividad laboral normal.

Este crespón alude al colofón de la absoluta negligencia del Gobierno Vasco y su organismo consultivo Larrialdiei Aurre Egiteko Bidea (LABI), que más parece un escudo para atenuar responsabilidades y también del Gobierno Navarro, con resultado de numerosa muertes, contagiados e ingresados en hospitales con un despilfarro inútil del meritorio trabajo sanitario con medios humanos, materiales y costos. Todo por no actuar como en numerosos países de Europa, con medidas contundentes. En Euskal Herria que progresivamente nos hemos latinizado, hace tiempo que no valen los repetitivos mensajes con expresiones contenidas de tono: «el Gobierno Vasco aconseja…», «la consejera Sagarduy instá…», y la del portavoz del Gobierno Zupiria «debemos ser responsables, el objetivo es concienciar, cada uno sabrá si tiene o no necesidad de ir a tomar un pote»(Deia 11.12.2020), magistral declaración de quien a la vez es Consejero de Cultura definiendo con precisión el al parecer anhelo máximo de un vasco en su actividad pública, abrevar alcohol. Y así con continuos llamamientos, recomendaciones, apelaciones y demás sermones oficiales, mientras va aumentando la mortalidad. Una grave carencia de responsabilidad y vergüenza.

En una situación de emergencia nacional como esta pandemia, solo sirven, decretos, órdenes y disposiciones enérgicas, severas e incluso sancionadoras, afecten a quien sea. Pero resultan más que inmorales, temerarias, con resultado de miles de muertes las condescendencias ante las presiones del cártel de la hostelería, especialmente en su rama de bares, cafeterías y similares. Plañideros que se presentan como los únicos perjudicados cuando somos muchos más los afectados laboral, profesional y consecuentemente también monetariamente.

Si los grupos políticos de la oposición no son capaces de exigir explicaciones e incluso dimisiones, defraudarán a la sociedad. Simultáneamente las numerosísimas familias de los afectados con el apoyo de letrados deberían ejercer la acusación popular frente a unas autoridades sin criterio, deambulando entre cálculos políticos oportunistas sometidos al neoliberalismo de las confederaciones empresariales y gremios, en definitiva a vacunarse económicamente pase lo que pase.

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