Aster Navas
Director de Burdinibarra BHI

Dándolo todo

El altísimo porcentaje de direcciones de los centros públicos que continúan siendo nombradas obligatoriamente debería «darle que pensar» a la Administración.

«Dar» es un verbo generoso, altruista; un buen tipo. Le cambia, para bien y para mal, el carácter cuando se junta con preposiciones y algún que otro pronombre: «Dio en pensar…», «dio con la solución», «le dio por bailar, reírse, llorar…», «esa ventana da al mar», «dar que hablar», «aquello no daba más de sí», «nos la dimos en aquella curva».

Resultaba difícil saber lo que «hemos dado de sí» durante estos cinco años de dirección y, antes de ceder el testigo, hemos decidido preguntar a nuestra comunidad educativa cómo se han sentido, cómo les hemos hecho sentir durante este tiempo convulso; en definitiva, qué les hemos «dado».

Eran cuatro preguntas básicas. A la primera, «¿Os hemos transmitido seguridad?», un 95,6% de las familias nos ha respondido que sí; un 91,1% de ellas se ha sentido bien informado, el 91% asegura haberse sentido atendido; el 74% opina que, a pesar de las circunstancias, hemos ofrecido una educación de calidad; el 90% nos recomendaría a su entorno más cercano. Más de la mitad –y esto es lo que más nos emociona– cree que se ha desarrollado un vínculo, un sentimiento de pertenencia a Burdinibarra.

No me llevo muy allá con los porcentajes pero esos números han sido reconfortantes. La evaluación, la valoración del Departamento de Educación ha sido bastante más rigurosa pero compartimos su punto de vista: hemos invertido toda nuestra energía en achicar agua, en sacar el barco de la tormenta; el día a día nos ha desviado inevitablemente de las líneas estratégicas, de la hoja de ruta que nos marcamos en aquel proyecto inicial que redactamos –parece mentira– sin mascarilla. Estos tres últimos cursos hemos vivido momentos en la escuela que nadie hubiera imaginado, hemos afrontado situaciones insólitas para las que no teníamos referentes.

Asumimos en su momento nuestros cargos por una cuestión de responsabilidad; los dejamos ahora a disposición del claustro por el mismo motivo: nos encontramos sin fuerzas suficientes para afrontar el reto de una nueva reforma en la que habrá que «darlo todo». Nada desgasta más que la incertidumbre, las aulas vacías y el gel hidroalcohólico.

Inspección Educativa deberá posiblemente seleccionar al próximo director. Esta falta de voluntariedad, el altísimo porcentaje de direcciones de los centros públicos que continúan siendo nombradas obligatoriamente debería «darle que pensar» a la Administración. Difícilmente se puede conseguir así lo que necesitamos ahora más que nunca: liderazgo pedagógico. Sí, quizá el Departamento deba «darle una vuelta» o un giro de 180 grados.

De todas las combinaciones del verbo dar me gusta especialmente la de «dar de»: «nos dieron de comer» decimos inconscientemente cuando creemos percibir en ese menú –quizá de carretera– mimo, delicadeza, afecto, tiempo. Sobre esa frase hecha se me ocurren otras que sería urgente incorporar al diccionario: «dar de querer», «dar de vivir», «dar de sentir» etc.

Vuelvo con ganas al aula. Me gustaría que mis alumnos me recordaran como alguien que «les daba de leer», que «les daba de escribir». No aspiro a mucho más; ni menos.

En fin.

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