El reto de desenmascarar la mentira
Dar solución sencilla (no ponerse la mascarilla y beber lejía) a un problema complejo con difícil solución, del que apenas sabemos y comprendemos nada, enfrentando al «pueblo llano» con una élite «oscura» que está llena de maldad, es omnipotente y controla todos los resortes, es el camino al fascismo.
Es mucho más fácil crear un bulo y difundirlo que desmentir esa mentira y frenar su propagación. Cualquiera que haya tenido que enfrentarse a algún rumor malicioso sabrá que, lamentablemente, esto es así. Ayer leí en NAIZ (con estupor y tristeza, tengo que admitir) un artículo con tal cantidad de datos falsos, ideas mal ligadas y falacias que la cantidad de tiempo, espacio y energía necesaria para refutarlo punto por punto excedería el tamaño de este periódico. El artículo en cuestión se llama "Me rebelo a que me tapen la boca" y está firmado por una profesora llamada Teresa López de Munian.
Como he dicho, me sería imposible refutar punto por punto todas las mentiras expuestas en ese artículo pero creo que es importante intentar hacerlo, porque mucha de la «información» que difunde es errónea y puede ser muy dañina. Mediante este artículo-respuesta intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Antes de empezar, quiero añadir que es un artículo que escribo desde las entrañas, que sí, que lo hago desde el enfado y la preocupación y que puede que el tono utilizado sea cortante y tajante, pero es así como lo siento. Me he puesto el propósito de que este artículo sea más corto que el referido. Lo intento.
No, el cáncer y las enfermedades no van ligadas a la contaminación o la «escasez de alimentos sanos», sino a que ahora vivimos más y nos morimos por menos cosas. Si la mortalidad por enfermedades tratables baja, el porcentaje de casos de otras enfermedades sin cura sube. Porque las que tienen cura, se curan. Pura matemática de primaria.
No, no llevamos cien años de contaminación, llevamos bastantes más, dos siglos por lo menos. Al comienzo de la Revolución Industrial la esperanza de vida al nacer en España era de 42 años. En la CAV ahora es de 83,6 años. El doble. A pesar de la contaminación, de los residuos que generamos, de nuestro modo de vida loco.
No, las bolsas de plástico son un problema, pero no tienen ninguna relación con la pandemia por covid-19. El consumo loco genera muchos problemas. Sin embargo los dinosaurios no tenían comercio y ya tenían cáncer. Nos estamos cargando el planeta, independientemente de que exista una pandemia.
No, el Ministerio de la salud no se llama de Medicina. Se llama de Sanidad, Bienestar y Consumo. Aún así, si se llamara de medicina, no habría ningún problema con que existan medicinas. Hace un siglo no tenían esas medicinas. Vivían la mitad. Morían por causas que ahora se curan fácilmente. Y sí, hay gente que ha hecho un negocio de ello.
Sí, vivimos rodeados de sustancias químicas. Nosotros mismos somos sustancias químicas. No hay nada no químico. Un plátano natural, orgánico, sin ningún aditivo tiene decenas de sustancias químicas de esas que los quimiófobos dicen que son cancerígenas. Hasta aditivos E que tanto miedo dan, de manera natural. Y no, las enfermedades víricas no tienen un origen socioeconómico. Tienen un impacto socioeconómico e impactan más en las clases bajas. Por eso proteger a la comunidad, a la gente más vulnerable, es proteger al estrato socioeconómico más pobre de la sociedad.
No, los remedios tradicionales, sean esos caléndula, cuerno de rinoceronte, reiki, flores de Bach, beber tu propia orina o la homeopatía no «restituyen la salud» a no ser que lo que tengas se curara solo. El dióxido de cloro, o beber lejía, no cura, es peligroso y, dicho sea de paso, también es... químico. En la sanidad se utilizan, también, entre otras cosas, medicamentos y gracias a ellos nuestra esperanza de vida es el doble que cuando solo había remedios tradicionales, santería y vudú.
No, la pandemia, que es real, por muchas comillas que le ponga la autora, no tiene un índice de incidencia del 0,6%. Y aunque así fuera, eso supondría que en cada viaje de avión una persona tuviera que morir a la fuerza. ¿Aceptaría la autora esa claúsula en cada viaje? ¿A cuál de tus doscientos amigos en Facebook estás dispuesto a sacrificar? Y por mucho que el artículo siga criticando la ciencia, al final critica lo que realmente le molesta: ponerse un trozo de tela en la boca, una medida de respeto que no causa ningún mal a nadie, y el distanciamiento físico. Medidas de prevención ambas. ¿La medicina buena no era prevenir antes que curar? Parece que da igual.
Sí, se hacen autopsias. Muchas. Aunque un blog ocultista te haya dicho que no. Se hacen. Se han hecho. Se seguirán haciendo. Nada se sabe de antemano, esa es la cuestión. Pero la ciencia avanza lento. Porque al contrario de lo que ha hecho esta profesora, capaz escribir una sarta de argumentos vagamente encadenados en una tarde, hay que seguir el método científico.
No, el hospital de Barbastro no ha publicado ningún estudio sobre la vacuna de la gripe estacional y su relación con las muertes por covid-19. El propio doctor al que cita la autora dijo que jamás ha publicado eso. Da igual. Argumento de autoridad y que lo refute alguien. Lo importante es el bulo, que hay que demostrar mi capacidad para lanzar argumentos banales para que los vean mis amistades.
Sí, la gente muere en sitios dónde hay más antenas de 5G porque vive más gente dónde se han puesto antenas de 5G. En el Sahara no hay antenas de telefonía. En Nueva York un montón. De la misma manera, hay más vegetarianos en dónde ha muerto más gente. Y el aumento de casos de autismo va paralelo, como un clavo, a la venta de alimentos orgánicos. Correlación no implica causalidad. Pero, en este caso, no hay ni correlación.
No, la mayoría de población no es inmune al SARS-CoV-2. Por mucho que se invente, entre paréntesis, que lo ha dicho el Instituto Robert Koch. Pero esa es la base para seguir con el despropósito, que incluso se atreve a enumerar. El colmo del ventilador de desechos. Es un delirio tan grande que considera que las mascarillas o lavarse las manos no son prevención ni alternativa a la industria farmacéutica y considera que los estados han planeado arruinarse. Es un delirio tan grande que considera que la mayoría de la población son borregos, menos ella. Vergüencita.
Atrévete a pensar», sugiere. Y a continuación considera que todas las medidas que han conseguido, precisamente, que las muertes no sean muchísimas más, son innecesarias porque ha muerto poca gente. Qué poco respeto a la gente que ha muerto por millares. Atrévete a pensar dice, pero recomienda el contacto cercano para curarse de enfermedades. Como si los contagios fueran aleatorios y no hubiéramos aprendido nada desde la Edad Media. «Atrévete a pensar», dice, pero se le olvida que en la mayoría de enfermedades hay asintomáticos, que estos contagian (qué rápido nos hemos olvidado de la polio y la varicela en los países industrializados, qué rápido) y que eso no es nada nuevo. Qué ella lo haya descubierto ahora no implica que no se supiera. Implica su desconomiento de la realidad, nada más. Y la ignorancia... pues es atrevida.
Y en una cosa le voy a dar la razón: «Nos están agotando, enrabietando, enfrentando y enfermando. Todo ese estrés y el miedo es lo más enfermizo». Efectivamente, es ese cansancio por no hacer lo de antes, esa negación del duelo y ese estrés por no saber cuando acabará esto lo que hace que se escriba, se crea y se difunda cualquier idea, por irracional que sea. Porque tenemos miedo, estamos cansadas y no sabemos vivir de otra manera.
Y llegamos al final, dónde nos dice que todo esto es una conspiración... de los judios y los masones. Les llama eugenistas, algo que habrá leído en algún foro de extrema derecha americano. ¿Sabéis por qué? Porque Bill Gates defiende el derecho al aborto y la vacunación en países pobres. Eugenesia entendida como derecho al aborto. Grandioso. Nos habla de diezmar a la población con vacunas... ¡diezmar! Las vacunas siguen salvando millones de vidas. Esta misma semana leíamos que la polio se ha acabado en África, gracias, entre otros esfuerzos, a los realizados por miles de médicos y por la OMS. La polio habría desaparecido si no fuera porque el talibán mantiene que la vacunación es un engaño para esterilizar musulmanes. Pero claro... es que los judíos, es que los masones... es que el Partido Comunista Chino. Conspiración comunista-judeo-masónica. Ya lo había leído antes.
Termino: dar solución sencilla (no ponerse la mascarilla y beber lejía) a un problema complejo con difícil solución, del que apenas sabemos y comprendemos nada, enfrentando al «pueblo llano» con una élite «oscura» que está llena de maldad, es omnipotente y controla todos los resortes, es el camino al fascismo. Esa presunta rebeldía no es más que narcisismo individualista, el yo-mi-me-conmigo, la exaltación del ego y el egoísmo que son las herramientas que usa precisamente el fascismo para triunfar. Paradójicamente, en nombre de la libertad.
Y como lo he conseguido, he gastado menos caracteres que el artículo original, añado esto que he leído hoy en "Granma" con motivo del inicio del curso escolar: «Las puertas que hoy se abrirán para inundar de esperanza las escuelas tanto tiempo silenciosas, recuerdan que la vida sigue, con más precauciones, pero igual de vital, y también bella; y ponen sobre todos los hombros la responsabilidad ineludible de frenar el rebrote, que será también darle vía libre al estudio y a sus promesas de mañana». Cuba, dónde el nasobuco es obligatorio y la salud de la población es la prioridad absoluta, marca, otra vez, el camino del mañana.