Iñaki Urdanibia

Eneko Andueza se viste de luces

O bien aquellos socialistas, de cuando los socialistas eran realmente de izquierdas, estaban equivocados o los actuales autodenominados socialistas, al menos a los que nombro, son los que tienen razón al defender la fiesta de la muerte...

«Nadie puede estar en las filas de la izquierda si está a favor del maltrato a los animales» (Pablo Iglesias Posse)

No ha salido el libro –o tal vez para cuando vea la luz este artículo sí– sobre (mejor sería decir, a favor de)la tauromaquia (Los toros desde la izquierda) del cuadro del partido socialista que responde al nombre que consta en el título de este artículo y lo repito: Eneko Andueza (Eibar, 1975), secretario del PSOE gipuzkoano y portavoz del grupo socialista en el parlamento vasco. Me entero por la prensa a la que en campaña promocional ha concedido entrevistas para vender su mercancía torera, luciendo en la faena revoleras, verónicas, chicuelinas, manoletinas y todo tipo de -inas. El que avisa no es traidor y así diré con absoluto descaro, aunque tanto a Andueza como al resto del personal les pueda importar una higa, que el libro no lo voy a leer y, por supuesto, que no me lo voy a comprar (diré que por recomendación de mi veterinario de confianza, quien por otra parte me tiene prohibido sentarme a la mesa con caníbales)... Voces más pintureras como las de don Fernando Savater o don Victor Gómez Pin han vertido sus endebles elogios sobre la fiesta de matar toros en bulliciosa plaza; en este terreno prefiero los sólidos argumentos de Jesús Mosterín (véase, entre otros, su A favor de los toros, editado por Laetoli), cuya base se alzaba sobre la biología, zoología, y en criterios de sensibilidad humana, y no en panoplias acerca de la necesidad de rituales, del simbolismo, del Minotauro en su laberinto, de la violencia vicaria y otras gaitas (o clarines más acordes con dicha fiesta)que embellecen la sangre, la tortura y la muerte a ritmo de festivo pasodoble. De la importancia del mantenimiento de las dehesas u otras sandeces... hoy no toca.

No es, desde luego, el primero desde las filas del autodenominado socialismo en romper lanzas (no las del picador de turno)a favor de la matanza espectacular de toros: ahí estaba el locuaz don Enrique Múgica Herzog como destacado defensor, que ni corto ni perezoso, afirmaba que quienes no admiraban la belleza de la tauromaquia (el significado del término es falaz, ya que la lucha con el animal se establece en un indiscutible nivel de desigualdad: uno de los animales, el astado, indefenso, solamente sus cuernos como armas contra la agresión, el otro, el humano, engalanado, vestido de luces y pertrechado de espada, y acompañado por otros animales, humanos, con sus banderillas, al que se ha de añadir un animal, humano, montando a caballo con una lanza, sin entrar en las operaciones previa a la llegada a la plaza), y vuelvo al veterano Múgica que decía, como anunciaba, que quienes no admiraban la fiesta es que carecían de un don, y éste se tiene o no se tiene, por lo visto como los talentos, o la gracia, de otorgamiento y distribución divina; no hace falta ni decir que el distinguido Múgica Herzog lo tenía y en cantidad, la misma que mostraba comiendo foie a cucharadas. De otros eximios caballeros del PSOE no hablaré ya que su defensa se ha solido limitar a su oronda presencia y no a la lucida retórica: Odón Elorza, Nicolás Redondo Terrero, Ricardo García Damborenea, y toda la colla dirigente de los GG (González y Guerra), o la brillante jurista y no menos lucida ministra Carmen Calvo que por lo visto escribe el prólogo del libro de marras. Eso sí, que haya mucha afición, si hacemos caso a Andueza, no significaría más que que, si eso es verdad, que habría mucha afición, y que algo esté implantado, si hacemos caso al caballero, tampoco es prueba de mayor razón, de más verdad, de más justicia (ahí están infames programas televisivos que consiguen amplias audiencias), amén de que los afanes transformadores deberían obligar a quienes de ellos se pretenden a trabajar por cambiar las aristas más repugnantes de los humanos, y no adecuarse a ellas. Pero vamos allá.

Es obvio que si se parte del hecho de que el libro no se ha publicado todavía y de que no lo he leído (ni lo leeré), me atendré, como decía líneas arriba, a las declaraciones del sujeto Andueza. Desde luego supongo que en el libro ofrecerá argumentos más sólidos que los expuestos en la prensa, ya que estos últimos son de una endeblez pasmosa. Me ceñiré a un par de ellos: por una parte, basa la relación de la tauromaquia con la izquierda en el éxito que esta tiene en diferentes plazas, y armado de un supuesto detector de ideología llega a afirmar que basta con ir al tendido de sol en la feria de san Isidro para comprobar el apoyo popular que esta tiene, de donde parece deducir que ir al tenido de sol de tal plaza es equivalente de ser de izquierdas; desde luego los dioses de la lógica le excusen en su salto, que ni el de la rana de Manuel Benítez, el Cordobés. Para darle más consistencia al carácter de izquierdas de la fiesta, pasa lista a algunos ayuntamientos regios por EH Bildu en los que hay una larga tradición taurina, celebrándose algunas fiestas con astados (amalgamando la sokamuturra y otros juegos, sin destacar que hay algunas actividades de cruel maltrato y otras de menos cruel maltrato: no son lo mismo los requiebros ante el animal que agredirlo con lanzas, y puyas de diferente tipo); no entraré en el asunto, pero la tradición no es responsabilidad de Bildu, ni de la izquierda, ni de María Santísima, sino de una costumbre y un gusto asentados en el personal (decía el otro que la ideología dominante es la ideología de la clase dominante). Olvida, a cada cual lo suyo, las diferentes consultas que tal coalición ha realizado en diferentes localidades para ver si la población de dichos pueblos quería seguir con tales costumbres o quería que dejasen de organizarse; del mismo modo que no menciona el parón que el ayuntamiento donostiarra dio a la matanza de toros en la plaza de Ilunbe cuando era alcalde Juan Carlos Izagirre (en referencia a la izquierda abertzale quisiera recordar un par de anécdotas sino significativas al menos curiosas: por una parte, uno de los más señeros de esta onda ideológico-política, Jon Idigoras, fue conocido en su época de novillero como Txikito de Amorebieta, lo cual demuestra que le iba la cosa de la capa y el capote, y nada más; por otra, recuerdo una encendida conversación que en su momento mantuve con una persona que a la sazón era miembro de la mesa nacional de HB, eran los ochenta, quien ante mis críticas acerca de la bestialidad de las corridas me decía que había que andar con cuidado con las críticas ya que la lidia de toros, podía hincar sus raíces en Euskadi, además de que sacaba a relucir las andanzas del nombrado Idigoras... ¡vaya por Jaingoikoa! Argumentaciones de carácter realmente peregrino, que desde luego no tienen ningún carácter probatorio acerca de la bondad de la actividad de la que hablo, razonamientos (?) que serían del mismo cariz que no criticar la esclavitud ya que fue una tradición y un una institución habitual de los tiempos de la gloria imperial romana, o yo qué sé. No importa el origen, ni la tradición, ni quienes los defienden, sino el paso del tiempo y los cambios que se han de ejecutar de cara a alcanzar posturas más civilizadas que las que imperaban en la antigüedad). Por cierto, después, tras alcanzar la alcaldía de Donostia Eneko Goia, del PNV, la plaza volvió a ser dedicada a la fiesta de los ganaderos y acólitos, con el fracaso de asistencia de todos conocida... lo cual, sea dicho al pasar, no quiere decir que la no-asistencia sea debida a que la gente tenga posturas de izquierda, de derecha o de centro, sino que parece ser que a la gente no le gusta el maltrato de los animales, ni el espectáculo de la sangre, de la tortura y de la chulería torera. En este tipo de argumentación, para arrimar el ascua a su sardina, se basa en: a mayor número, más razón, más izquierda, más... miedo o gregarismo que decía el otro.

Matiza, no obstante, Andueza que más allá de la izquierda o la derecha, la fiesta en trasversal y como tal es un nexo de unión entre todos (de elemento cohesionador, habla Calvo), más allá de sus opciones ideológicas y políticas... pues bueno, osea que la tauromaquia no es patrimonio de la izquierda sino que es de todos los españoles, si entiendo bien, que creo que sí.
Al peregrino argumento, de un romo signo cuantificador empirista, añade que en la izquierda se ha dado una clara filia por la tauromaquia. El razonamiento es endeble donde los haya, ya que sería lo mismo que defender el machismo –hasta el punto del maltrato a las mujeres–, o el antisemitismo como patrimonio de la izquierda, o en otros terreno el productivismo que sin forzar las cosas ha estado presente en el seno de las izquierdas a lo largo de la historia, como valores de izquierda, cuando de hecho no son sino errores, deslices que han sido combatidos y que se deben combatir en cualquier izquierda que se precie; es de cajón que no se han de elevar los errores en virtudes. Por cierto, de algunas de las cuestiones que señalo, Eneko Andueza habrá podido hallar ejemplos, si es caso aislados, en el seno de su propia organización, con lo que me veo en la necesidad de señalar que del mismo modo que una golondrina no hace la primavera, una excepción –contra lo que habitualmente se afirma– no confirma la regla sino que la falsea, y no hace falta ser seguidor de Karl Popper para afirmarlo, pero bueno.

Aplicando esta misma norma, sí quisiera concluir transcribiendo una cita de un panfleto, fechado en junio de 1905, de la agrupación socialista de Mieres en el que denunciaban :«todo lo que signifique retroceso y barbarie como las corridas, un espectáculo impropio de pueblos que se precien de civilizados... espectáculo que da cabida a sentimientos depravados y reúne a aficionados a la chulapería... alimentando sentimientos sanguíneos y bárbaros ¡Paso a la civilización!».

O tempora, o mores! O bien aquellos socialistas, de cuando los socialistas eran realmente de izquierdas, estaban equivocados o los actuales autodenominados socialistas, al menos a los que nombro, son los que tienen razón al defender la fiesta de la muerte... y lo digo con dolor, al pensar en los Pablo Picasso, Rafael Alberti, o Federico García Lorca... aunque es obvio que se puede ser de izquierdas de diferentes formas y maneras, al igual que obvio que se puede ser un gran artista y defender una fiesta sanguinaria y casposa, en coincidencia con personajes como Albert Boadella, Fernando Sánchez Dragó, Mario Vargas Llosa, Pere Gimferrer o Luis Ansón, y toda la cuadrilla de defensores de la fiesta nacional, hispana. Andueza terciaría de inmediato que precisamente no se debe dejar en manos de la derecha una actividad tan sublime como la fiesta de matar toros, sino que ha de ser reapropiada, reivindicada por la dicha izquierda... y así todos hermanos en el ¡olé!

Donostia 21 de diciembre, santo Tomás, ver para creer, o cosas veredes, mi querido Sancho, que farán fablar las piedras.

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