ETA, épica, ética, estética y epílogo
La organización política armada Euskadi ta Askatasuna, de la que se han escrito y escribirán numerosos libros, muchos de sensacionalismo populista policial con fines comerciales sino subvencionados, pero bastantes con suficiente rigor para entender su existencia, ha decidido que su misión y tiempo ya han finalizado. Y como todo entramado clandestino en una desigual confrontación bélica ha tenido sus errores.
Es sabido que su nacimiento obedece a la inaplazable necesidad de sublevación social política ante una persistente dictadura militar española y la indiferencia del PNV que empezó siendo nacionalista y vasco. Y esa rebeldía colectiva tuvo también otras expresiones magistrales y admirables, casi coincidentes en el tiempo, en el ámbito cultural educativo con la creación de ikastolas y el resurgimiento de la auto estima en las artes musicales y plásticas, e incluso en el medio laboral social con las cooperativas.
Épica. Algunas acciones de la organización por su desarrollo, efecto, y resonancia tuvieron una enorme trascendencia y consenso popular en algún caso internacional, atentado contra Carrero Blanco (1973), el de Melitón Manzanas (1968) y la fuga de la cárcel de Segovia (1976) entre otros. Resulta cínico no reconocer nuestra admiración entonces.
Ética. En este episodio de acción armada parece difícil poder aludir a la ética, pero en evitación de represalias se omiten y están en la memoria colectiva. De lo que si puede hablarse es de antiética, apatía. Recordando los miles de individuos, medios de comunicación, periodistas-policías, asociaciones victimistas, memoriales, etc. que durante décadas se han lucrado con incalculables cantidades de dinero público negro para mantener el tono gubernamental de represión, tortura, muerte y falsedades y que deseaban continuase el conflicto y el sustento.
Son, en cambio, muchas las personalidades que desde diferentes nacionalidades y ámbitos, incluso el eclesiástico cuando los obispos actuaban como vascos, no ahora que parecen curas castrenses con despreciables declaraciones, han dedicado esfuerzos con discreción y riesgos evidentes en la búsqueda de resoluciones. Y cuando ya todo estaba dispuesto, el afán de protagonismo de un lehendakari prisionero, más bien auto entregado a pactos y partidos españoles PP Y PSOE, se ha evidenciado con la renuncia a acudir a un momento histórico sublime y esa cobardía ha condicionado a la presidenta de Nafarroa mucho más dispuesta.
Estética. Las apariciones últimas de la organización en su proceso de desarme unilateral han tenido una cuidada escenografía, tanto al anunciar «el cese definitivo de su actividad armada» (2011.10.20) con la conocida sobria foto de tres activistas encapuchados de blanco, sobre vestimenta y txapela negra, la mesa blanca, la ikurriña, la bandera de Nafarroa y la de Arrano Beltza. Impactante imagen ya utilizada anteriormente en la tregua de Lizarra (1998).
El siguiente acto (2014.02.21) fue una entrega simbólica de armas por dos miembros de la organización ante otros dos de la Comisión Internacional de Verificación (CIV) mostrada en un video difundido internacionalmente por la cadena británica BBC, presentado en Bilbao en el Hotel Carlton, lugar singular como sede provisional del Gobierno de Euzkadi durante el criminal golpe militar franquista.
Acaparaba el espacio como elemento central de la composición una copia del Guernica de Picasso en una evidente alusión al motivo donde se originó en 1937 el espíritu de la subversión, y a la universal proclamación pacifista con la que debe entenderse el postrero y profundo mensaje del mural.
Durante muchos años algunos pensamos que hubiese sido un síntoma de pacificación y de sensibilidad haber acordado en su tiempo, en las negociaciones secretas entre la organización y el gobierno español, el cese de la lucha armada a cambio de la entrega del cuadro al pueblo que padeció las consecuencias del único acto verdadero de terrorismo, los bombardeos de poblaciones civiles. Esta es la derrota cultural de Euskal Herria.
Incluso el cartel multilingüe que proclamaba el acto de Bakegileak en Baiona, (todos somos artesanos de la paz) una mano azul puede entenderse como una interpretación de la conocida Paloma de la Paz de Picasso, simplificada y girada que regresa, desciende, después de un largo vuelo audaz entendido como un periplo resuelto
Epílogo. Una vez más un ridículo, aborrecible e injustificado espectáculo policial intentó arruinar, la resolución armada del conflicto en Luhuso (2016.12.16) incluso con detenciones pero no pudo impedir que el destacado grupo de bienhechores sociales, de héroes populares constituidos como Bakegileak (Artisans de la Paix) con sufrimiento, voluntad y convicción organizaran el pasado 8 de abril Desgite Eguna, el Día del Desarme, la solemne entrega del armamento de la organización. En un lugar memorable de Baiona Ttipia, entre el Aturri y el Errobi poco antes de su fusión y junto al Gaztelu Berria se desarrolló una emociónate y trascendental ceremonia pacifista.
Como muy acertadamente declaró Patxi Zabaleta (2016.10.24), «ETA no ha ganado la guerra pero sí ganó la apuesta de la paz». Dando por finalizado el último conflicto armado en Europa. Un hecho culminante en la historia reciente de Euskal Herria, el período de acción armada concluye del mismo que se inició, con el pueblo vasco como artífice. Ahora solo falta la liberación de todos los prisioneros políticos vascos. Hay un dicho italiano que es muy oportuno: finire in belleza. Y la gran labor de estas admirables personas debería ser además de reconocida propuesta como candidatura al premio Nobel de la Paz.
Una nueva lucha armada, de razones sociales, es imprescindible ahora, la defensa a ultranza de la lengua, cultura e identidad vasca como estructuras hacia la independencia pero no emanadas de las instituciones que ya se ha visto con el euskera han cedido vergonzosamente a requerimientos de los menesterosos del PSE, sino a una persistente y contundente exigencia popular.
En Catalunya el procés es una consecuencia de una concienciación colectiva basada en la autoestima de un pueblo con su idiosincrasia ya desde hace décadas y la desobediencia ante la tiranía es un recurso. La construcción nacional sólo es posible desde la radicalidad, es decir desde las raíces, con una inflexible firmeza de planteamientos. Nuestro día llegará.