Mireia Saiz Queréndez
Argitan, Centro asesor de la mujer de Barakaldo

Exigimos soluciones estructurales para las mujeres para la postpandemia

Esta crisis está haciendo visible, de una manera mucho más intensa, la feminización de la precariedad laboral y de la pobreza, pero que, desde luego, esto no deja de ser la realidad que ya vivíamos, con o sin coronavirus.

Situación socioeconómica de las mujeres con el coronavirus y retos de futuro desde una perspectiva feminista.

Desde Argitan estamos viendo que la crisis del coronavirus está agravando las situaciones de violencia, de precariedad y de pobreza que ya sufríamos muchísimas mujeres.

Estas situaciones ya existían antes del coronavirus y es la realidad que vemos en el día a día en Argitan. Esta crisis lo que está haciendo es evidenciar, más si cabe, las desigualdades y la discriminación estructural que sufrimos las mujeres dentro de este sistema capitalista y patriarcal en el que vivimos.

Muchas mujeres que ya teníamos una malas condiciones laborales se enfrentan a perder sus empleos o a exponerse a situaciones de riesgo tanto ellas como sus familias.

En esta crisis del coronavirus son estas mujeres las que están trabajando en los sectores que precisamente se consideran esenciales para el sostenimiento de la vida. Estos trabajos son, en su gran mayoría, trabajos hiperfeminizados, como la sanidad y los cuidados, por ejemplo... Las trabajadoras de hogar y de cuidados, reponedoras y cajeras de supermercados, trabajadoras de residencias, auxiliares, limpiadoras, trabajadoras de ayuda a domicilio etc. Precisamente estas sobreviven en condiciones laborales infinitamente peores, con salarios de miseria, con menos derechos laborales y en algunas ocasiones incluso carentes de derechos, como pueden ser muchas  trabajadoras de hogar que se ven obligadas a trabajar sin contrato.

Estas mujeres son las que están trabajando en primera línea de la pandemia, en precario, con contratos parciales y temporales, con sueldos que en ocasiones ni si quiera llegan al salario mínimo, sin medidas de prevención ni seguridad.

Esta crisis está haciendo visible, de una manera mucho más intensa, la feminización de la precariedad laboral y de la pobreza, pero que, desde luego, esto no deja de ser la realidad que ya vivíamos, con o sin coronavirus.

Y como movimiento feminista consideramos que la violencia económica que sufrimos las mujeres es una de las cuestiones que tenemos que poner en primer plano, para poder transformar este sistema que nos condena a las mujeres a todas estas desigualdades y nos obliga a vivir en un modelo en el que los cuidados son nuestra obligación social.

A nivel social estamos viendo caras opuestas en la sociedad. Crisis de los Cuidados.

Si que es verdad con esta crisis se están viendo actitudes agresivas hacia los colectivos más vulnerables, desde un punto de vista machista, racista, homófobo... y también estamos viendo este tipo de actitudes agresivas hacia las personas más empobrecidas como colectivo vulnerable, con estas actitudes se está haciendo más visible la criminalización de la pobreza...

Esto, por una parte, y, por otro lado, estamos viendo que esta crisis lo que está haciendo es poner de manifiesto otra crisis, que ya vivíamos anteriormente, que es la crisis de los cuidados.

Estamos viendo que en la realidad que vivimos, en la práctica, en el día a día, no se está ejerciendo la corresponsabilidad en las tareas de cuidados y en las tareas domésticas, y que estas casi siempre recaen sobre los hombros de las mujeres, con la sobrecarga de trabajo que esto nos acarrea.

Tenemos que trabajar por una distribución equitativa de las tareas domésticas y de cuidados dentro de nuestros hogares y ejercer en la práctica una corresponsabilidad real.

Por otro lado, creemos que los cuidados tienen que ser una responsabilidad colectiva, de toda la sociedad, y que son las administraciones públicas las que tienen que garantizar los cuidados necesarios para la sostenibilidad de la vida, que garanticen la atención a la dependencia, a los menores y a las personas mayores.

Es responsabilidad de las administraciones públicas garantizar unos servicios sociales en condiciones y unos servicios públicos, universales, gratuitos, de calidad e integrales.

¿Cómo? Con recursos. ¿Y qué queremos decir cuando hablamos de recursos? ¿A qué nos referimos?

Guarderías, comedores, residencias, centros de día, etc. que puedan cubrir las necesidades de cuidados que necesitamos como sociedad y que nos permita a las mujeres poder salir del rol de cuidadoras que tenemos impuesto.

Retos y prioridades del movimiento feminista ante esta situación. Exigencias.

Como ya hemos comentando antes, las situaciones de violencia, de precariedad y de pobreza que vivimos muchas mujeres, se están agravando con la crisis del coronavirus y esto afecta de forma mucho más intensa a las mujeres que están en condiciones más desfavorecidas.

Tenemos que hacer mención especial a las mujeres perceptoras de RGI y ayudas de emergencia social, que son mujeres desempleadas, pensionista, mujeres solas con hijos menores a cargo, separadas o viudas o trabajadoras precarias que aun teniendo un empleo, necesitan de las prestaciones sociales para poder subsistir.

Las prestaciones sociales que hay en estos momentos son totalmente insuficientes para poder dar respuesta a las necesidades más básicas y esto trae consecuencias graves para muchísimas mujeres, como la pobreza, la exclusión social, la precariedad y la imposibilidad de escapar de situaciones de violencia machista por falta de recursos.

Por todo esto las mujeres exigimos un sistema de protección social integral que garantice además del acceso a una vivienda digna para todas las personas, unas prestaciones sociales en rápidas y suficientes que permitan subsistir en condiciones dignas a los colectivos más desfavorecidos como somos las mujeres.

Además exigimos unos servicios públicos de calidad que den cobertura a todas las necesidades de cuidados que tenemos como sociedad y que ahora mismo, somos las mujeres las que nos estamos encargando de suplir estas carencias.

Exigimos soluciones estructurales que impliquen medidas para garantizar un empleo digno y en igualdad de condiciones para las mujeres.

Estas son las que consideramos nuestras prioridades como colectivo feminista y asumimos el reto que supone seguir luchando para mejorar las condiciones de vida de muchas mujeres.

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