Txema García
Periodista y escritor

Guggenheim Urdaibai: ¿proyecto de nación?

Una de las principales estrategias de la actual clase gobernante es convertir su dialéctica en un contenedor de promesas grandilocuentes para que los ciudadanos crean que existe un futuro sugerente, esperanzador, a la medida de sus sueños, que les abstraiga de las penalidades de la vida cotidiana.

Es, para qué nos vamos a engañar, el tocomocho de toda la vida, la eterna promesa que todavía funciona en las mentes de buena parte de la feligresía (acostumbrada a comulgar con ruedas de molino) y que ha cambiado la propuesta de una supuesta recompensa en los cielos por una supuesta retribución en especie o material en este atribulado paraíso terrenal. Y así, cuanto más importante sea el «producto» a vender a la ciudadanía, más necesario se hace que la mentira sea de un calibre superior.

Un ejemplo palpable de todo esto es el PNV. Vende incienso en forma de humo, pero a precio de aire acondicionado. Lo intentó con la energía nuclear (Lemoniz, Ispaster y Deba) pero no prosperó. La sociedad vasca de aquella época se plantó frente a un Gobierno Vasco plegado a los intereses del «clan energético» encabezado por Iberduero (actual Iberdrola).

Sin embargo, décadas después este partido ha ido afinando sus estrategias de mercadotecnia política y ha ido mejorando la calidad de sus «ofertas» para definir el «producto ideal» que ofrecer al «consumidor-votante».

Solo por citar unas pocas: comercializó la nefasta idea del TAV anclada a un todavía no resuelto, pero tenebroso final; nos encajó (Sí o Sí) la no menos destructiva de la SuperSur (1.100 millones de euros); y vuelve a hacerlo con la Subfluvial, otro despilfarro mayúsculo que superará a buen seguro los 600 millones de euros para beneficiar a las constructoras.

Por si esto fuera poco para sangrar las arcas públicas e ir facilitando nichos de negocio a quienes transitan por sus mismas aceras de intereses económicos, el PNV, con la colaboración interesada del PSE-PSOE, nos endilga ahora el Goe (Gastronomy Open Ecosystem), otro proyecto más con nombre de anglicismo de los muchos que colonizan nuestra cultura y que este partido se inventa a diario. Un montaje para atraer turismo vinculado al Basque Culinary Center que, bajo una fraseología rimbombante, va a colocar a nuestra juventud como jornaleros en empleos precarios de camareros, limpiadoras, ayudantes de cocina y recepcionistas de hoteles.

Y en la misma línea de falta de ideas hacia donde encaminar Euskadi, la guinda es el macroproyecto del Guggenheim en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, donde este partido quiere «matar varios pájaros» (nunca mejor dicha la expresión) de un solo tiro y todo ello con un objetivo: llevarnos, al coste que sea, a la Tierra Prometida. ¡In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti!

Ahora bien, si en los anteriores proyectos el gancho era argumentar la supuesta necesidad de facilitar desplazamientos en tren o en coche más rápidos, ahora el objetivo es convertir el negocio turístico en el nuevo horizonte emancipador de esta comunidad. Más coches y más turismo invasivo. La cuestión es gastar más.

Ya lo expresó y lo oficializó sin ningún rubor alguno Itxaso Atutxa, presidenta del Bizkai Buru Batzar (BBB), en una entrevista que Onda Cero la realizó el 14 de noviembre del 2023: «Este es un proyecto de nación importante». ¡Habemus Papam!

Bien, analicemos los hechos. Sí, debe de ser «un proyecto de nación importante» porque a una parte del PNV se le ha ocurrido regalar al menos 140 millones de euros utilizando el dinero público de todos los contribuyentes con el objetivo de entregar gratis a una Fundación extranjera un Museo con dos sedes (Gernika y Murueta).

Debe de ser un «un proyecto de nación importante», ya que entre las 759 Reservas de la Biosfera que existen en el planeta, ninguna ha construido o proyectado un Museo en su territorio.

Sí, debe de ser «un proyecto de nación importante» desde el momento en que a pesar de que la Reserva de Urdaibai está protegida por numerosos convenios internacionales, las actuaciones previstas afectarán a su núcleo más sensible que se verá alterado por un ejército de excavadoras para construir sobre la marisma un palafito de madera de más de un kilómetro largo y tres metros de alto. Este palafito estará anclado sobre pilotes de madera a una profundidad de 5-6 metros sobre la marisma, que desnaturalizará aún más esta zona de especial protección. ¡Ora pro nobis!

Debe de ser también «un proyecto de nación importante» cuando todo el hipotético desarrollo económico y de ordenación territorial de la comarca de Busturialdea, después de décadas de desidia y abandono institucional, se pretende supeditar ahora a la instalación de este Museo. Traducción: si no viene el Guggenheim, estamos perdidos.

Y debe de ser «un proyecto de nación importante» cuando tanto desde la Diputación Foral de Bizkaia como del Gobierno Vasco se está tratando, día y noche, de «desbrozar» obstáculos, modificar normativas, cambiar subrepticiamente planes y utilizar un sinfín de recursos de carácter público para conseguir un único fin: hacer realidad un proyecto que, por mucho que se quiera vestir a la mona, solo beneficia a una entidad privada extranjera.

Sí, en todo este panorama, solo falla una cuestión. Algo más importante que no casa para nada con lo que se pretende hacer. Es solo un «pequeño» detalle: decir que se gobierna para el pueblo pero sin el pueblo. Porque no es de recibo envolverse con la bandera de la «nación» (¿de cuál?: ¿de la de Euskadi, de la de Euskal Herria, de la rojigualda o la de las barras y estrellas?) para tapar las vergüenzas de un proceso trágala en el que se quiere fusionar e identificar los intereses del pueblo, de la ciudadanía, con los de las élites en el poder, en este caso, con todo el entramado político-económico-empresarial que se oculta bajo esta operación.

La prueba de que todo esto es así es parecida a la de ese crimen perfecto en la que no aparece rastro alguno del asesino en el lugar de los hechos. En este caso, sin embargo, ocurre al revés, es precisamente la aparente ausencia del autor intelectual de este ecocidio, la que delata la autoría de la masacre que se quiere perpetrar, es decir, la Fundación Solomon R. Guggenheim, principal beneficiada en todo esto, no aparece por ninguna parte. ¿O no será que, en lugar de «un proyecto de nación», lo que están haciendo tanto el Gobierno Vasco como la Diputación Foral de Bizkaia es todo el «trabajo sucio» para los intereses particulares y espurios de esa misma Fundación? «Dominus vobiscum».

No lo olvides: el próximo día 19 de octubre tienes una oportunidad de responder a esta imposición asistiendo a la manifestación que la plataforma Guggenheim Urdaibai STOP ha convocado en Gernika.


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