Juan Mari Zulaika
Expreso de Zamora, miembro de Goldatu

Homenaje a Pedro Berrioategortua

«Eran tiempos muy especiales y dentro de la izquierda se agudizaban las diferencias políticas, también entre nosotros, hasta provocar a veces rupturas ideológicas. Pese a ello, teníamos claro que coincidíamos todos en los problemas principales, puesto que llevábamos a Euskal Herria en las entrañas».

Le defunción de Pedro nos ha teñido de luto la celebración del 50 Aniversario de la Cárcel Concordataria, pero no la empaña, sino que añade un motivo más. Sirvan estas líneas para anunciar el homenaje que la familia y amigos han preparado en su memoria para el día 8 de setiembre, sábado a las 12:00 en el Centro Zelaieta de Zornotza.

Obedeciendo a un presentimiento, Pedro se empeñó pese a los achaques en acudir a la comida que celebramos el pasado julio los compañeros de Zamora y otros represaliados. Quiso despedirnos en persona. Recibió con manifiesta satisfacción el ramo de flores que se le brindó como cabeza del grupo. Cantó también el Eusko Gudariak, como solíamos en el dormitorio corredor de la cárcel. A los nueve días nos dio el agur definitivo.

Por su integridad en la lucha fue uno de los pilares más dinámicos y respetados del grupo. Conviví con él en la cárcel y, fuera de ella, en las reuniones de Gogor. Siempre le recuerdo como un hombre de talante recio y riguroso, y a la vez, templado. Ejercía de líder de un modo natural.

En coherencia con sus ideas sociales, renunció a la nómina eclesial y optó por realizar los más diversos trabajos como medio de vida; fue cura obrero al uso. Alentó escuelas sociales junto a asociaciones como la JOC o Herri Gaztedi. Participaba en cuantas movilizaciones de protesta surgieran, por cierto, frecuentes en la época: huelgas, Aberri Eguna, 1º de Mayo, encierros en el Obispado, la encerrona del seminario de Derio etc. 

Fue objeto de ataques por parte de incontrolados –que no lo eran tanto–, como quemarle el coche y otras lindezas. Le ingresaron en la Cárcel Concordataria dos veces, mes y medio en agosto de 1968 por una misa por Etxebarrieta y seis meses en 1972 acusado por el TOP de desacato y propaganda ilegal. La suya, una condena más entre las 16 de dicho Tribunal y las 19 de los tribunales militares contra los sacerdotes de Zamora. Una pequeña muestra de los miles de sentencias franquistas que habría que anular, sí o sí. No coincidió en la cárcel en la realización del túnel o en el motín, pero colaboró en ambos desde fuera. El objetivo de las actuaciones no era tanto el destruir la cárcel, sino combatir el Concordato que representaba.

Luchador infatigable por los derechos de Euskal Herria, el derecho a decidir, el euskera, la cultura vasca etc., implicando en ello a la Iglesia, profundizó igualmente en la lucha por los derechos sociales. Integró en una sola pieza los dos aspectos de la realidad social bajo el concepto de «Pueblo Trabajador Vasco» que el grupo Gogor hizo suyo, aunque no se sabe bien quién lo acuñó, entre el sótano de Periko Solabarria, el frente obrero de ETA o el propio Gogor. Apunta al empoderamiento de las clases trabajadoras. Por referirme sólo a los recientemente fallecidos, los dos Perikos, Imanol Oruemázaga, Julen Kalzada, Txomin Artetxe, lograron juntar en el talde el alma de la margen izquierda minera y el de la zona rural.

Ubicado en Zornotza, Periko reprodujo perfectamente en su vida esta síntesis, lo que le supuso algunas desavenencias,  propias de los finales de los 60. Significativo su testimonio en el libro “Zamorako Apaiz-Kartzela”: «Eran tiempos muy especiales y dentro de la izquierda se agudizaban las diferencias políticas, también entre nosotros, hasta provocar a veces rupturas ideológicas. Pese a ello, teníamos claro que coincidíamos todos en los problemas principales, puesto que llevábamos a Euskal Herria en las entrañas». Parecía haber remitido en nuestros lares esta vieja polémica, a no ser por una formación nueva que insiste en recrearla, contraponiendo a la lucha social la lucha nacional, por ganar votos en el resto del Estado. ¡Una pena! 

Pedro, junto con otros 19 compañeros, fue de los primeros en apuntarse a la Querella Argentina hace seis años. Aunque no tuvo la oportunidad, como otros, de declarar ante la jueza María Servini, siempre sostuvo que valía la pena mantenerle el pulso al Estado en le denuncia de los crímenes franquistas. En espera de logros más definitivos, ha servido para romper el silencio impuesto en tantas décadas por los incondicionales, que los hay, del alzamiento genocida.

Estamos todos invitados a su homenaje en Zornotza, el 8 de setiembre. Con Pedro homenajearemos a los miles que combatieron la dictadura, siendo encarcelados y torturados. De éstos, son muchos los que aún soñamos por unas libertades plenas.

Search