Indumetal Recycling, investigación de una estafa y otros peligros
Desde Eguzki insistimos: es necesaria una profunda revisión y autocrítica del proceder de las administraciones, porque lo que también está en juego es la confianza de la ciudadanía en que un cambio de hábitos en su vida cotidiana de separación de residuos y correcto depósito realmente sirve para algo.
Años llevamos reivindicando desde Eguzki que no queremos una Euskal Herria que fuese el vertedero de Europa. Cosa bien distinta es promover iniciativas de reciclaje y/o economía circular desde la Administración.
Por eso, la investigación abierta por la Fiscalía de Medio Ambiente, en colaboración con Europol y agentes de SEPRONA, por prácticas ilegales de residuos peligrosos a la empresa de Erandio, Indumetal Recycling –cuya actividad declarada es reciclaje de los RAEEs, ósea Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos, sobre todo televisores y ordenadores de tubo (no de pantalla plana), así como pilas y baterías–, debiera ser motivo de especial atención y preocupación para todas las administraciones, desde la UE hasta la Diputación de Bizkaia pasando por los Gobiernos vasco y estatal, que le han concedido, junto a su filial Recypilas, a lo largo de estos años cientos de miles de euros en ayudas bajo distintos conceptos de innovación, I+d+i y medioambientales.
Es más, debieran ser las primeras en personarse en caso de abrirse causa judicial a raíz de esta investigación para recuperar el dinero público concedido, si se dictamina finalmente que el proceder de esta empresa era contrario a los criterios para otorgar dichas ayudas y subvenciones; e igualmente, llegados a ese punto, debiera promover una revisión profunda de sus procedimientos de control una vez concedidas esas cuantías de dinero público.
Indumetal Recycling, que tiene su origen en la antigua Industrias Reunidas Minero-Metalúrgicas cerrada en la dictadura franquista precisamente por contaminación, vuelve a la actividad en 1984 de la mano de personas vinculadas a importantes familias de Neguri, que vieron oportunidad de negocio en el entonces incipiente tema de la gestión de residuos y en el concepto apenas conocido de economía circular. Hoy cuenta con plantas en Madrid, Andalucía y Cataluña, además de Euskadi. Algunas de ellas en sociedad con FCC y Endesa.
Ahora la sensibilidad medio ambiental y la condición de empresa innovadora de esta firma, presidida desde 2008 por Ignacio María Echeberria Monteberria muy conocido en los círculos del PNV al que representó en las Cortes Generales en los años 80 primero por Gipuzkoa y luego por Bizkaia, está algo más que bajo sospecha, y con ello las propias Administraciones, sus sistemas de control y sus criterios para la concesión y renovación de licencias, de subvenciones, etc.
El hecho investigado, a raíz de una denuncia anónima, es la discordancia entre las cantidades de residuos peligrosos declaradas en ciertos tipos de RAEE y los porcentajes de material recuperado, presuntamente muy inferiores. Lo que dirigió las sospechas de la fiscalía a que el material resultante de ese machacado sin descontaminar era vendido por la empresa a fundiciones, por lo que el negocio sería doble: cobrar por una gestión no realizada y cobrar por la venta de producto como material para fundir.
En este relato, los incumplimientos de las obligaciones derivadas de su licencia de actividad comenzaban con la descarga en la planta de Erandio de los aparatos desde los camiones por el método de volcado, provocando su rotura e incrementando el riesgo de desprendimiento de sustancias peligrosas; luego con la trituración sin cuidado alguno en el patio de la planta sin realizar la separación de los materiales para su posterior reutilización, y finalmente no retirarse las sustancias peligrosas para la salud y el medio ambiente, como metales pesados y electrolitos, altamente contaminantes (plomo, cadmio, cobre, zinc o fósforo).
Para cerrar esta trama de contaminación, la empresa investigada podría haber estado vertiendo residuos procedentes de lixiviados y moliendas a la ría de Asua que está próxima o al alcantarillado y poniendo en riesgo la salud de sus trabajadores por no contar con las medidas adecuadas de protección.
Y en este contexto, entraban en Erandio residuos de Alemania, Francia, Portugal e Italia (aproximadamente 2.000 toneladas al año) con componentes altamente contaminantes, pero también muy importantes en el esquema de la economía circular (recuperación, reparación, reutilización y reciclaje –4R–), uno de los pilares del quehacer y sentir de los colectivos ecologistas.
Por ello, desde Eguzki insistimos: es necesaria una profunda revisión y autocrítica del proceder de las administraciones, porque lo que también está en juego es la confianza de la ciudadanía en que un cambio de hábitos en su vida cotidiana de separación de residuos y correcto depósito realmente sirve para algo. De no actuar la administración con la debida contundencia, ¿de qué servirán todas sus campañas de sensibilización medio ambiental?
Y si esto no convence, recordar que en el pasado y en protesta por los altos índices de contaminación el pueblo de Erandio protagonizó importantes movilizaciones y pagó un alto precio por ello: la vida de dos vecinos por disparos de la Policía Nacional. En respeto a su memoria.