Ferran Lucas, Ramón Muruzábal, Josep M. Sabater*

Montejurra 76, del franquismo a la memoria democrática

Pedimos a los grupos políticos democráticos presentes en las Cortes y en el Gobierno de España la desclasificación de los documentos relacionados con los sucesos de Montejurra 76.

Recientemente, diversos medios de comunicación se han hecho eco de un conjunto de documentos oficiales que habían permanecido ocultos, durante casi cincuenta años, en los que se pone de manifiesto la intervención de las más altas instituciones del Estado en los trágicos acontecimientos que tuvieron lugar en el acto carlista de Montejurra de 1976, que se saldaron con la muerte de dos compañeros y más de cincuenta heridos. Los abajo firmantes, como militantes, exmilitantes y simpatizantes del Partido Carlista, muchos de los cuales vivimos aquellos luctuosos sucesos, queremos hacer públicas las siguientes consideraciones.

Primero. En Montejurra 76 no hubo un enfrentamiento entre dos colectivos carlistas, sino un acto criminal organizado por el aparato del Estado contra un grupo político concreto, el Partido Carlista, y contra su líder y significado dirigente de la oposición al franquismo, Carlos Hugo de Borbón-Parma. En 1976, la totalidad de los carlistas militaban o simpatizaban con el Partido Carlista, como prueba el hecho de que los organizadores del crimen no lograsen movilizar a más de trescientas personas, que los documentos oficiales denominan «tradicionalistas» y que no eran más que una mezcla de miembros de distintas corrientes políticas de la extrema derecha española e internacional.

La autodenominada, por aquellos años, Comunión Tradicionalista, refundada en 1986 como Comunión Tradicionalista Carlista, participó y colaboró activamente con el aparato del Estado en lo que ellos mismos llamaron "Operación Reconquista" (en alusión al acto anual de Montejurra). La vinculación de este colectivo con la extrema derecha ha continuado vigente durante años, participando, desde 1977, en diversas coaliciones electorales de este ámbito ideológico.

Segundo. La finalidad de la agresión de Montejurra 76, igual que la posterior negativa del Gobierno Suárez a la legalización del Partido Carlista con motivo de las actualmente denominadas «primeras elecciones democráticas» fue la de neutralizar irreparablemente al carlismo, una fuerza política que llevaba casi siglo y medio de lucha en el panorama político español, y que tenía una notable presencia en Euskal Herria, en Cataluña, en el País Valenciano, etc. El Partido Carlista, junto con el PCE, estaban considerados por entonces como los dos partidos políticos más organizados y estructurados de la oposición al franquismo. Se trataba, igualmente, de dañar el prestigio de la familia Borbón-Parma, que en los momentos más difíciles de la historia de Europa se posicionó abiertamente en contra del fascismo y de los totalitarismos. Don Javier de Borbón-Parma fue prisionero de Hitler en el campo de concentración de Dachau, y diversos miembros de la Familia Borbón-Parma fueron expulsados de España por el general Franco en repetidas ocasiones entre 1937 y 1968. Montejurra 76 fue el único acto violento, durante toda la Transición, dirigido contra la totalidad de un partido político, muchos de cuyos miembros fueron víctimas de la represión franquista, sufriendo detenciones, multas, torturas, juicios en el TOP, consejos de guerra, encarcelamientos y exilios.

Tercero. A la luz de los documentos que se han hecho públicos es evidente la responsabilidad directa del Ministerio del Interior de entonces, dirigido por Manuel Fraga Iribarne; de la Secretaría General del Movimiento, cuyo secretario general era Adolfo Suárez González; de los máximos directivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; y también, en última instancia, la responsabilidad de la persona que ostentaba la Jefatura del Estado por designación del general Franco.

Cuarto. Pedimos a los grupos políticos democráticos presentes en las Cortes y en el Gobierno de España la desclasificación de los documentos relacionados con los sucesos de Montejurra 76. La memoria democrática no puede ser excluyente o sectaria, también Montejurra es un hito de la lucha por las libertades.

Quinto. Expresamos nuestro recuerdo y homenaje a los mártires de Montejurra 76, Ricardo y Aniano: «vuestra sangre abrió caminos de libertad». Manifestamos, asimismo, nuestro reconocimiento a las personas y a la obra política iniciada por Don Javier de Borbón-Parma y continuada por sus hijos, Carlos Hugo, María Teresa, María Cecilia y María de las Nieves, que mantuvieron la unidad y la coherencia del carlismo en su lucha por las libertades democráticas, por los derechos de los pueblos y por la justicia social, clarificando el ideario carlista y actualizando el viejo tetralema de "Dios, Patria, Fueros y Rey" en "Libertad, Socialismo, Federalismo y Autogestión".

*Firman este artículo Ferran Lucas (Catalunya), Ramón Muruzábal (Euskal Herria), Josep M. Sabater (País Valencià), Arturo Estébanez (Castilla), Marisa Martín (País Valencià), Manuel Herrera (Castilla), Juan José Garay (Euskal Herria), Ximo Lloret (País Valencià), Francesc Xavier Carbonell (Catalunya), Miguel Saralegui (Euskal Herria), Josep Miralles (País Valencià), Javier Cubero (Asturies), Luis Gismero (Castilla), Jesús María Aragón (Euskal Herria) y sesenta y nueve firmas más.

Search