Antonio Alvarez-Solís
Periodista

Obama y su gran danés


El gran danés del presidente Obama, el Sr. Rasmussen, secretario general de la OTAN, es un europeo que se ha consagrado al servicio de una cultura trasatlántica absolutamente averiada por un pragmatismo de vuelo corto. Espero que el Sr. Obama le recompense con un pasea por el jardín de la Casa Blanca. Normalmente el precio de ese paseo se paga con sangre

Espero que el Sr. Rajoy no aproveche entusiastamente el conflicto de Ucrania, como hizo su antecesor, el Sr. Aznar, con Irak, para organizar su guerra, también americana, en el este de Europa. España no necesita más conflictos que los ya planteados en su economía y en su política, en su acción de gobierno y en su moral pública y privada. Los delirios del Sr. Obama, definitivamente entregado a sus generales y a sus senadores, como los Césares decadentes, no pueden costearse con la ruina y, llegado el caso, con la sangre de unos pueblos lamentablemente uncidos al arado americano. No somos héroes de alquiler. Espero que los españoles, si Washington radicaliza la situación, sepan usar la calle para impedir esta nueva explotación.

Y dicho lo anterior vamos a lo de Ucrania y la OTAN, porque el problema ucraniano no es un asunto europeo sino una maldita ocasión otánica, o sea, americana, para ampliar sus fronteras y fomentar su negocio. Los tanques que van a rodar en el este, los aviones que van a volar en el este, los barcos que invadirán el Mediterráneo y el Báltico dejarán sonar sus monedas en la hucha americana, que hoy están decoradas con la efigie de un negro como solían las huchas de mis tiempos del Domund. Han cambiado poco las cosas. Si acaso, los muertos que puedan producirse serán geométricamente enterrados bajo las estelas protegidas por la gran estela americana. Luego, tras el agudo tararí militar y la oración sobre los huesos conque se enriquezca la gran sopa del poder –material también para los Oscars– habrá entrega de estrellas para decorar hombreras, reparto de beneficios y avance del alfil de Washington. Y aquí, con la plena satisfacción del deber cumplido, seguirán desfilando las cofradías al paso alegre de la paz. ¿Qué, Sr. Rajoy, echamos de nuevo una mano fin de cubrir de gloria nuestra inanidad europea?

El gran danés del presidente Obama, el Sr. Rasmussen, secretario general de la OTAN, ha hecho unas gloriosas declaraciones acerca de todo este fenomenal emburrio para mentes colonizadas por el colosal pulpo de las comunicaciones norteamericano. Vamos a leer con suma atención algunas frases increíbles de este diplomático de nómina confusa.

Primera frase: Estas medidas de poner «más aviones en el aire, más barcos en el agua y más dispositivos en tierra», según las recomendaciones del comandante supremo de la OTAN –saboreen el adjetivo: ¡supremo!, pues no es un comandante normal–, general estadounidense Philip Breedlove, tienen por objetivo «proteger a cada aliado y defender de cualquier amenaza a nuestra seguridad fundamental».

Primera nota al margen.– ¿Es aliada Ucrania dentro de la OTAN o miembro de Europa Unida? ¡No!

Segunda nota al margen.– Si el Sr. Rasmussen se refiere como aliados protegibles a Polonia, Alemania, Rumanía, etc. ¿es imaginable, siquiera imaginable, que Rusia planee un ataque de esa envergadura en un momento de máximo esfuerzo reconstructor tras la gran guerra patria, que por cierto permitió la victoria americana en el conflicto de 1939-1945? ¿Está Rusia, hoy por hoy, preparada para una gran guerra internacional? Sr. Rasmussen: ¿puede una disparatada cabeza como es la suya estar al frente de una organización como es la OTAN, armada hasta los dientes y asentada invasoramente en la mayor parte de los históricos países europeos? ¡No!

Segunda frase de las declaraciones.– «Desplegaremos suficientes (medios) para reforzar nuestra disposición y suficientes para más si es necesario».

Tercera nota al margen.– Ese «más si es necesario», referido a los medios de guerra a emplear ¿qué alcance tiene? ¿Más? ¿Hasta donde ese «más»? Y el término «necesario» es de una ambigüedad asoladora, ya que hay que averiguar quién define lo «necesario» en este tipo de agresiones. Lo «necesario» ¿lo declara usted, Sr. Rasmussen; lo declara el Sr. Obama o lo establecen dirigentes como el Sr. Rajoy o el Sr. Valls, el eurocatalán que quiere revestir la grandeur que su origen de inmigrante le niega el París de la finesse?

Tercera frase.– «Pedimos a Rusia que deje de desestabilizar Ucrania, retire sus tropas de la frontera y deje claro que no apoya las acciones violentas de milicias separatistas prorrusas bien armadas».

Cuarta nota al margen.– ¡Párrafo sorprendente! ¿Sr. Rasmussen, quién inició la desestabilización en Ucrania? ¿Quién se lanzó a la calle en Kiev contra un Parlamento elegido y un presidente reconocido por ese Parlamento? ¿No fueron milicias armadas por agentes clandestinos, con serios referentes nazis entre las manos y una particular fiereza rusófoba? ¿Por qué, si no, el Gobierno surgido de esos desafueros públicos que pretendían posiblemente desestabilizar Rusia, se vio obligado a perseguir a esas milicias terroristas a fin de velar al mundo la imagen real de esa oscura revuelta?

Cuarta frase.– «Los pasos militares tomados –afirma el simplicísimo secretario de la OTAN– son necesarios para garantizar una defensa colectiva y una disuasión efectiva».

Quinta nota al margen.– Otra vez lo «necesario» y de nuevo la pregunta ¿necesario para qué y para quiénes? ¿A quién quiere disuadir este gran danés del Sr. Obama? ¿A los rusos de Ucrania, a los ucranianos de Rusia, a los rusos de la CEI, a los ucranianos que solicitan un Estado federal, a Rusia en definitiva? ¿A quién?

Hay algo que conviene destacar en todo este inmenso barullo que han organizado los servicios secretos estadounidenses: la simpleza con que siguen operando todos esos servicios encargados de hacer realidad el mal sueño de George Orwell. Norteamérica ha perdido el buen oído que tuvo para captar la Ilustración francesa y que tan buenos servicios le prestó cuando se enfrentó a la corona inglesa. Eran los tiempos de la Declaración de la Independencia y de la democracia americana: «Todos los hombres nacen libres e iguales». Pero esos tiempos se evaporaron deprisa y en esa evaporación desaparecieron los valores democráticos. Como escribe Alexis de Tocqueville, ya en el siglo XIX, de los americanos de aquellos tiempos, y en su obra «La democracia americana», «sus antepasados les legaron el amor a la igualdad y a la libertad, pero fue el propio Dios quien, al entregarles un continente sin límites, les concedió los medios para mantenerse largo tiempo iguales y libres». Ahora, ahogados en su propio espacio, precisan devorar al mundo. Y esa infinita e ingobernable violencia, proyectada constantemente en una perversa insatisfacción, ha destruido la libertad del planeta.

Sr. Rasmussen, usted es uno de los numerosos ejemplares que en este fatigado continente han renunciado al ancestral significado de lo europeo –con sus vetustos valores propios de un viejo matrimonio que se soporta mutuamente– para asumir una personalidad lastrada por lo que un escritor describió como la infinita levedad del ser. Un europeo, Sr. Rasmussen, que se ha consagrado al servicio de una cultura trasatlántica absolutamente averiada por un pragmatismo de vuelo corto. Un pragmatismo que se precia de haber hecho de la vida un espacio para la sobada eficacia sin más destino que un poder vacío y, por vacío, detestablemente peligroso. Espero que el Sr. Obama le recompense con un paseo por el jardín de la Casa Blanca. Normalmente el precio de ese paseo se paga en sangre.

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