Iñaki Egaña
Historiador

Oldartzen, la invención de una fábula

Herri Batasuna comenzó a elaborar y debatir en 1994, entre otras, la que llamó Ponencia Oldartzen que iba a sustituir a Urrats Berri, en vigor desde dos años antes. Los contrastes e inclusión de enmiendas concluyeron en diciembre de 1995, tras ser apoyada por el 71,23% de la militancia. En los años siguientes, fue señalada como el origen de un cambio de estrategia en el seno de la izquierda abertzale. Su criminalización fue el origen de lo que posteriormente llevó a la ilegalización de numerosas estructuras vascas, medios de comunicación, asociaciones, partidos, coaliciones electorales, grupos de solidaridad... En el inicio, el acoso fue eventual, para hacer frente al desgaste que provocó en el núcleo del Estado la aparición de los cadáveres de Joxi Zabala y Josean Lasa en una fosa de Alicante, después de estar desaparecidos tras ser secuestrados por agentes de la Guardia Civil en 1983. Fue una especie de campaña para equilibrar a la opinión pública, desplazada hacia posiciones críticas por la actuación paralela de sus fuerzas policiales.

Los dos medios de comunicación hegemónicos en Bizkaia y Gipuzkoa fueron los pioneros en señalar que con Oldartzen se había aprobado la que llamaron primero con la expresión «socialización del dolor» y poco después transformaron en «socialización del sufrimiento», a partir de la decisión de ETA de atentar contra cargos públicos del Partido Popular (en enero de 1995 Gregorio Ordoñez y en abril del mismo año contra José María Aznar. La decisión de ETA de atentar contra cargos del PSOE la tomó en 2001, tras la firma PP-PSOE del nuevo Pacto Antiterrorista. ETA repitió una campaña que ya habían realizado los polimilis 15 años antes contra cargos de UCD para forzar la firma del Estatuto de Autonomía para la CAV). Pero aún en mayo de 1995 −posteriormente a los dos atentados contra Ordoñez y Aznar−, Oldartzen estaba recibiendo enmiendas que quedaron plasmadas cuatro meses más tarde.

Nada de aquello de «socialización del sufrimiento», aparecía en Oldartzen, en todo caso justo lo contrario. Herri Batasuna desplegaba con su ponencia una fase de «construcción nacional», abierta a la sociedad vasca y a sus agentes políticos, con los que mantuvo numerosas reuniones: «Nosotros solos no construiremos Euskal Herria, aunque seamos pieza fundamental. Por lo tanto, hemos de impulsar el trabajo común, la colaboración y los encuentros con todos aquellos que deseen desbrozar este camino con nosotros». Incluso con Elkarri, asociación con la que las relaciones se habían deteriorado, Oldartzen decía: «La labor que realizan no es adecuada para conseguir la paz en Euskal Herria. A pesar de ello, nuestra actitud no será en ningún momento descalificadora, sino de crítica argumentada y pedagógica».

La ponencia decía explícitamente que «lo que une a la militancia de Herri Batasuna es el proyecto por la soberanía política de Euskal Herria y la defensa de los derechos democráticos y no el apoyo a la lucha armada». Los planteamientos de Oldartzen hacían hincapié en «no mirar hacia lo que hace ETA», pero fue notorio que la izquierda abertzale estaba condicionada por la estrategia de la organización armada. Si embargo, aquella eventual andanada, contraprogramada para hacer frente al caso Lasa y Zabala, fue aireada a los cuatro vientos, inflándose un globo cuyo origen era una fábula creada por dos medios de comunicación.

Así, en el relato oficial quedaría anclada la expresión «socialización del sufrimiento», con una tendencia progresiva a desplazar su autoría, una vez trucado su origen. En los trabajos de la Guardia Civil (“Historia de un desafío”, “Sangre, sudor y paz. La Guardia Civil contra ETA”...) la crónica fabulada se hacía oficial. En 2011, en la Conferencia de Aiete, preludio de la disolución de la organización armada, Covite entregó a los agentes internacionales el libro “Vidas Rotas” en el que se decía que «ETA materializaba la lógica plasmada en su ponencia Oldartzen». Un año más tarde, Gaizka Fernández Soldevilla, una de las caras más mediáticas del Melitonium, presentaba su tesis doctoral, dirigida por José Luis de la Granja: “En la ponencia Oldartzen se marcaba la nueva estrategia de la izquierda abertzale: la socialización del sufrimiento”. Cum laude. Joseba Ezeolaza escribía en “ETA, la memoria de los detalles”, que «3.800 militantes de la izquierda abertzale aprobaron la socialización del sufrimiento apoyando la ponencia Oldartzen».

Llegamos a 2025, y Gogora ha realizado un encuentro con 400 alumnos para explicar qué fue de aquella ponencia Oldartzen, «la de la socialización del sufrimiento». Una novedad pedagógica, cuya prioridad no entendería un analista ajeno. ¿Y el Plan Udaberri? ¿Y el Plan Zen? ¿Y el Informe Navajas? Nuevamente, el soporte mediático han sido aquellos dos diarios que en 1995 inventaron la expresión. Y nuevamente en un momento en el que el Estado profundo trata de equilibrar a la opinión pública ante el reconocimiento por los Gobiernos de la CAV y de la CFN de ejecuciones extrajudiciales y torturas sistemáticas.

Me ha llamado la atención, en esta ocasión, una novedad. La inclusión por el periodista que ha escrito sobre el encuentro de Gogora del siguiente texto: «La tesis de Oldartzen era cruda y directa: ‘Si se ataca un eslabón bajo de la cadena política, se magnifica el golpe y se atemoriza a toda la cadena’». Para preparar este artículo he leído de arriba abajo la ponencia de 1995 y no he encontrado la frase entre sus apartados. Sí, en cambio, en los dos libros citados de la Guardia Civil, que en su desarrollo describían la misma como procedente de unos difusos «documentos incautados», para añadir: «La ponencia Oldartzen de la organización (ETA) planteaba a los comandos terroristas la necesidad de extender sus atentados contra la clase política y periodistas». Pregunté a varias aplicaciones de Inteligencia Artificial: «La frase que mencionas no parece tener un origen claro, pero encapsula el mismo espíritu que describía Sun Tzu: encontrar y atacar las partes vulnerables de un sistema para desestabilizarlo». Ufff. Ahí andan, recuperando argumentos de hace 2.500 años para ganar batallas del relato en 2025.

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