Tasio Erkizia
Militante de la izquierda abertzale

¿Para qué utilizan el coronavirus?

Todavía no sabemos exactamente lo que nos espera, pero es seguro que nos encontramos en momentos de grandes cambios.

Me asaltan muchas preguntas sobre el coronavirus y muy pocas respuestas. Y sobre todo, estoy muy mosca. ¿El clima de miedo y angustia que están creando en la población esta justificado? ¿Es casualidad que toda esa pandemia haya surgido en Wuhan, la zona más contaminada de China? ¿Qué relación tiene este azote que ataca a todo el mundo con la emergencia climática?

No tengo respuestas a esas y otras tantas preguntas, pero es sintomática la actitud de la mayoría de las instituciones políticas. Me preocupa y muy mucho. Hablan del coronavirus, pero ellos a lo suyo, unos a defender su ESPAÑA, otros, su preocupación por los negocios y todos ellos, con el objetivo de confinar al pueblo al silencio y atenazado por el miedo. Con total desvergüenza los poderes políticos y económicos del Estado, fielmente escoltados por la mayoría de las autoridades autonómicas, aprovechan el coronavirus para impulsar una gran operación ideológica pro sistema, por no decir descaradamente partidista. De manera, que nada va a ser igual tras este confinamiento informativo, físico y psíquico.

Utilizan y aprovechan para tomar el control absoluto del poder. Han desmontado el Estado de las Autonomías, de la noche a la mañana de manera unilateral. Han aplicado el 155 de manera solapada. Sánchez dice: «el virus no entiende de ideologías ni de territorios» pero en la práctica eso significa: «vamos a dejar de tonterías. España es España y tenemos que actuar todos juntos». Sin diálogo, ni derecho a opinar, sin derecho a réplica, han impuesto un centralismo ineficaz, caduco y vetusto. ¿Alguien cree que centralizar el control de Osakidetza ayuda a mejorar el servicio sanitario? Es de risa.

Utilizan y aprovechan para inculcarnos miedo. No sabemos exactamente a qué, es miedo a muchas cosas. A la enfermedad, a ser contagiados por el virus, por supuesto, pero a mucho más. A nuestro futuro. Miedo a quedarnos sin trabajo, a pasar penurias. A quedarnos sin comida, y por ello compramos convulsivamente de todo, hasta algo tan insólito como el papel higiénico. ¿Por qué algo tan inusual e ilógico? Sencillamente el miedo no entiende de razones, es un sentimiento irracional que los poderes públicos están interesados en que lo sintamos. El miedo, agota las energías. Nos paraliza, nos debilita. El miedo nos convierte en el trabajador obediente, en el votante de la derecha que le ofrece seguridad, en la ciudadanía pasiva sin capacidad de reaccionar ante las clamorosas injusticias, a una ciudadanía que no cree en sus fuerzas, no cree en sí misma, no cree en la solidaridad colectiva, sino en Alguien que le salve.

Utilizan y aprovechan para hacer demostración de la fuerza militar y policial del Estado. No han comenzado por aumentar el personal sanitario y recuperar todos los recortes realizados en los hospitales, ni en dotar a los médicos, enfermeras y trabajadores de la sanidad los equipamientos preventivos. No, han inundado la calle con el ejército, la Guardia Civil y todas las policías, quienes aprovechan para utilizan un lenguaje marcial con «todos somos soldados» o «estamos en guerra». Y los grandes medios de comunicación haciendo la ola, subrayando una y otra vez el servicio que nos prestan y la solidaridad que reina entre la Ertzaintza y la Guardia Civil. Nos  hablan de unidad, de concordia, de entrega al servicio de la ciudadanía, pero resaltando el papel del Estado, sin cuya ayuda quedaríamos huérfanos. Por activa y por pasiva nos resaltan de mil maneras diferentes, la importancia del Estado. Además han tratado a la población con desconfianza. Aprovechando la irresponsabilidad de unos pocos, subrayan  una y otra vez en los telediarios lo incivilizado que somos, lo merecido que tenemos las multas policiales. Su gran objetivo es anularnos, sentirnos débiles y por lo tanto, indefensos. A la población civil nos substituyen por los militares. Nosotros a casa. Silencio y obedecer.

Utilizan y aprovechan para poner sordina y silenciar iniciativas solidarias básicas. Los medios de comunicación conocen que en Euskal Herria se han creado cientos de redes solidarias,  plataformas y coordinadoras en los barrios y pueblos, con muchos miles de personas solidarias para de manera desinteresada, ofrecer ayuda a la gente necesitada y sin embargo no se informa absolutamente nada sobre ellos. No se les realizan entrevistas, no se difunden sus servicios. Redes para ayudar a hacer las compras necesarias a personas de edad avanzada o con movilidad reducida, redes solidarias para ofrecer conversación telefónica a los que se encuentran solos en su domicilio, ayudarles a acompañar al médico e incluso comprar comida y llevar a domicilio a gente que se encuentra aislada. Redes y plataformas que tienen una presencia activa en una sociedad enormemente bloqueada. Redes tan activas, que los servicios de ayuntamientos,como los de Bilbao, orientan a mucha gente a llamar a los teléfonos de esos servicios solidarios. ¿Por qué se pone bozal a las iniciativas ciudadanas, cuando aplauden tanto al Ejército y a la policía?

Utilizan y aprovechan para lavar la cara a una Monarquía corrupta y sin credibilidad. ¿Alguien piensa que es casualidad que justo cuando a toda la población nos confinan en casa, confiesen que esa Monarquía ha robado a manos llenas? Vergonzoso e indigno. Y muchos dirigentes institucionales, que insisten a la ciudadanía que respete escrupulosamente el confinamiento, siguen con su campaña de marketing, convocando docena de veces a los medios de comunicación, para no decirnos nada nuevo pero aprovechando para seguir propagando miedo e inseguridad.

Van a utilizar y aprovechar para hacer desaparecer el pequeño comercio y empresas locales en beneficio de las grandes multinacionales. Las instituciones europeas, el Gobierno Central como las Autonomías, todos anuncian grandes ayudas económicas. Pero en todas las ayudas se da prioridad a las que necesitan las empresas y es seguro que fundamentalmente las grandes. De todas estas ayudas, una vez más, son los bancos los grandes beneficiarios y las pequeñas empresas, y sobre todo los trabajadores, los grandes perdedores. Esto va a marcar, también en la economía, un antes y un después.

Todavía no sabemos exactamente lo que nos espera, pero es seguro que nos encontramos en momentos de grandes cambios. Son situaciones históricas que nos deparan muchos nubarrones, pero donde habrá nuevas oportunidades. A pesar de todas las dificultades, a todas las personas que creemos en otra Euskal Herria más justa, equitativa y solidaria nos corresponde aprovechar la oportunidad para reforzar modelos participativos para construir esa nueva sociedad a la que aspiramos.

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