Iñaki Soto
Director de GARA

Por qué dejo las tertulias de Radio Euskadi

Como ya sabrán las y los oyentes habituales de Radio Euskadi, he decidido dejar las tertulias en las que suelo participar, tanto en «Boulevard» como en «Ganbara». Me ha costado tomar esta decisión, pero creo que es lo mejor en este momento.

Tengo diferentes razones, pero sobre todo es que creo que ya he cumplido un ciclo. Cuando comencé en la radiotelevisión pública vasca, hace más de una década, todo un sector de la sociedad vasca estaba siendo perseguido, segregado, y sus representantes vetados. Durante ese tiempo ejercí de «la voz de los sin voz», aun antes de trabajar en GARA. He intentado siempre ser honesto y coherente con esa posición a la que, en parte, me vi obligado.

Gracias a la labor de muchas personas, esa situación concreta de falta de libertad ha sido superada. Aún queda mucho por hacer para ser un país normal, democrático y decente, pero los sin voz tienen voz, y dicen lo que quieren. Nunca he representado a la izquierda abertzale de manera orgánica, aunque a menudo se me ha contado como parte de su cuota. No quiero engañar a nadie ni renegar de nada: yo soy parte de ese sector social, de esa comunidad, solo que nadie me ha elegido para representarla. Que otros me pusiesen esa etiqueta no cambia nada. De hecho, no soy militante de ningún partido político, porque creo que es difícilmente compatible con el cargo de director de un periódico. A partir de mi nombramiento como director de GARA, siempre he representado a este medio de comunicación, a nada ni a nadie más.

En los últimos meses, sin embargo, he sentido que nuestros debates tendían otra vez a esquemas pasados. A las mañanas, con Dani Álvarez, la salida primero de Bingen Zupiria y luego de Lourdes Pérez cambió la dinámica de la tertulia. No podía ser de otra manera, esto es un trabajo en equipo. A las noches, el formato cambió después que Xabier García Ramsdem pasó a la televisión. Creo que esto fue un acierto del Ente. Pero lo cierto es que la dinámica ha cambiado, y cada vez más me encuentro en debates partidarios y creo que eso distorsiona mi verdadera labor. Soy director de uno de los principales periódicos del país y es desde ahí desde donde quiero hablar.

Por eso, quiero tomarme un tiempo precisamente para concentrarme en el periódico, en nuestra transición de un diario de papel a un medio transmedia. Necesitamos muchas energías para experimentar y desarrollar un medio a la altura de los retos que tiene Euskal Herria. Quiero tener más tiempo para dedicárselo al proyecto en el que creo con total pasión: la comunidad de GARA.

Tenemos además la hipoteca de la deuda de “Egin” que nos traspasó el juez Baltasar Garzón. Son 4,7 millones de euros, llevamos catorce años en suspensión de pagos, y tenemos que gestionar esta situación. Pronto cumpliremos veinte años de historia. Considero que somos parte de la sociedad civil vasca y que lo mejor que podemos hacer es aportar desde esa posición privilegiada.

También creo que hace falta un relevo generacional en la opinión pública vasca, un cambio de caras y voces. O por lo menos periodos de descanso y más movimiento en el banquillo y la cantera. Dentro de esto, es importante que más mujeres entren a formar parte de la parrilla de analistas. Eso no sucederá mientras algunos de nosotros no demos un paso a un lado. No atrás, porque creo sinceramente que el feminismo es para todos y todas. Es, seguramente, el principal movimiento emancipador para todas las personas en nuestra sociedad y así lo he defendido también en las ondas.

Quiero agradecer a mis compañeros y compañeras estos años. Ha habido momentos brillantes, alguno penoso, muchos tensos e incluso algún que otro gracioso. He aprendido lo que no está escrito. Y ha sido un placer, un extraño placer. Pero esta adrenalina es como una droga que conviene dejar de vez en cuando para poder disfrutarla de nuevo.

Gracias, por supuesto, a todas las personas que durante este tiempo nos han escuchado, atendido, que han gritado al aparato, mandado mensajes de apoyo o incomprensión, parado por la calle para darnos consejos o ánimos. A esas personas que a veces se dormían escuchándonos y se despertaban con las mismas voces intentando decir lo mismo de diferente manera.

Last but not least. Una radiotelevisión pública de calidad es un bien común que todos y todas deberíamos cuidar. A quienes trabajamos en este sector, en la industria cultural que son los medios de comunicación, nos toca además aportar para que mejore y cumpla con su función social. De ahí tampoco me bajo.

Muchas gracias por todo y hasta pronto.

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