Itziar Fernandez Mendizabal y Andoni Louzao Bustamante
Activistas de Ongi Etorri Errefuxiatuak

Preguntas sin respuestas

Muchas de estas violaciones de derechos, hace años se llamaban colonialismo, y la historia, al fin, lo condenó. Ahora la Unión Europea lo resucita, y Salvini, Orban, Amanecer Dorado y Vox lo aplauden y agitan el odio. También, cada día es más patente que el Gobierno español no se queda a la zaga. En este momento está siendo uno de los más crueles aplicando la política de la UE.

Christos Stylianides, Comisario europeo de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis, se paseó por la Universidad de Deusto la pasada semana, en un pretendido diálogo con la ciudadanía, bajo el lema "Solidaridad en una Europa que protege y salva vidas". Contó, como sólo saben hacer las y los «profesionales» de la política, lo que les pagan por decir, en este caso, los grandes "logros" de la UE en esta materia.

Sin embargo, no respondió a lo que desde amplios sectores de la sociedad europea –y desde Ongi Etorri Errefuxiatuak– nos preguntamos. Y no lo pudo hacer, porque el discurso oficial de la Unión Europea y las prácticas cotidianas, tanto de la Unión, como de sus Estados miembros, cada día están más alejados. La misma lejanía que existe ya entre las políticas de la UE –que colocan en el centro de su interés, los mercados y los capitales– y las necesidades de las personas, que no concebimos un continente fortaleza, que para mantenerse se rodea de vallas, policías y cadáveres.

Estas son, por ejemplo, algunas de las preguntas que siguen sin respuesta:

  • ¿Va a contarnos cómo es posible que, al menos, 35.597 personas hayan muerto, solo desde 1993, intentando acceder a esta Europa fortaleza, por carecer de vías y procedimientos de acceso seguro y garantizado.
  • Va a explicarnos por qué –debido a la total falta de voluntad política de los Estados miembros de la UE, y desobedeciendo sus propios mandatos– no ha sido posible ni siquiera reubicar a los miles de personas que llevan meses y años hacinadas en pésimas condiciones en los países del sur de Europa?
  • ¿Va a detallarnos las agresiones sexuales que sufren las mujeres en el tránsito y el secuestro de muchas por las redes de trata, sin que desde la UE se establezcan medidas eficaces para erradicar estas lacras?
  • ¿Va a justificar como la UE –que iba a suprimir las fronteras– ha creado en los últimos años más vallas en y entre sus propios países, que todo el resto del mundo, Trump incluido?
  • ¿Va a razonar cómo es posible que la nueva guardia europea de fronteras y costas (AEGFC) haya sido semiprivatizada, haya multiplicado por seis su presupuesto, se ocupe además de las fronteras interiores mermando la soberanía de los Estados, carezca de mecanismos de control democrático, o pueda actuar en los países de origen de migrantes (África, Asia) entrenando a sus policías/milicias, para obstaculizar los movimientos de las personas desplazadas a la fuerza?
  • ¿Va a revelar cuánto dinero público, que podría ser empleado en mejorar las condiciones de vida de europeas y migrantes, va ser utilizado en la construcción de campos de detención/concentración en Marruecos o Turquía?
  • ¿Va a informar de cómo la política europea de Seguridad y Defensa gasta millones de euros en entrenar policías y militares en países como Libia, Níger, Mali, Somalia o Uganda, para que sus ejércitos se impliquen en la labor antinmigración, con el pretexto de evitar el «terrorismo»?

Muchas de estas violaciones de derechos, hace años se llamaban colonialismo, y la historia, al fin, lo condenó. Ahora la Unión Europea lo resucita, y Salvini, Orban, Amanecer Dorado y Vox lo aplauden y agitan el odio. También, cada día es más patente que el Gobierno español no se queda a la zaga. En este momento está siendo uno de los más crueles aplicando la política de la UE.

Su práctica de la necropolítica va desde impedir la labor de los barcos de rescate, a la externalización de la frontera sur, pagando al nada democrático reino del «primo marroquí» para que haga el trabajo más sucio, o a criminalizar la labor de las defensoras de derechos y de las organizaciones solidarias con las y los migrantes.

Lo que hace falta en Europa, es más justicia y menos ayuda humanitaria. Menos gestionar falsas crisis, y más aplicar los derechos humanos a todas las personas y en todos los lugares del planeta. Eso es, justamente, lo que nosotras reivindicaremos el 5 de mayo, en Durango, dentro de la acción europea la "Abrazada de los pueblos, de las personas y de los Derechos Humanos".

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