Eguzki Urteaga
Profesor de Sociología de la UPV-EHU

Razones del auge electoral de Podemos

Las elecciones generales del 20 de diciembre se han caracterizado por un claro auge de Podemos que, a nivel estatal, consigue 20,65% de los votos y 69 escaños. Sus resultados son mejores aún en el País Vasco sur puesto que es la primera fuerza política en votos en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) con el 25,9% de los sufragios y la segunda fuerza en Navarra (CFN) con el 22,9% de las papeletas.

En total consigue 397.783 votos, lo que le permite cosechar 5 escaños en la CAV y otros 2 en la CFN. Los resultados provinciales son más llamativos si cabe, dado que es el partido más votado en Gipuzkoa y Araba, y la segunda fuerza en Navarra y Bizkaia, en este último territorio histórico a escasa distancia del PNV. ¿Cómo puede explicarse semejante incremento?

En primer lugar, desde su creación e incluso con anterioridad, gracias a una labor intensa en las redes sociales y la participación de Pablo Iglesias en las tertulias televisivas de La Sexta, Podemos ha conseguido modificar los ejes en función de los cuales se organizaban el debate público y la actividad de los partidos políticos. Los ejes izquierda-derecha y nacionalista-constitucionalista han sido progresivamente sustituidos por dos ejes que se sobreponen en gran medida: pueblo-élite y honeste-corrupto, lo que se ha traducido por una denuncia constante de la «casta» asimilada a una élite política, empresarial y mediática corrupta por definición. En ese sentido, Podemos ha hecho todo lo posible para no posicionarse en el eje izquierda-derecha, donde los electores le sitúan en la extrema izquierda, porque eso hubiese reducido notablemente su espacio político y, por lo tanto, sus expectativas electorales. Asimismo, el partido morado ha impuesto sus temáticas que giran en torno a la denuncia de la corrupción y de las injusticias sociales. Desde sus inicios, ha insistido en los casos de corrupción y en el incremento de las desigualdades sociales, el desempleo, la precariedad, la pobreza y la exclusión social, obligando las demás formaciones políticas a posicionarse en torno a estas temáticas.

En segundo lugar, y asociado a lo anterior, Podemos ha abanderado la defensa de los más humildes y desfavorecidos en un contexto de fuerte desestructuración y desclasificación social. De hecho, Podemos nace en un periodo en el cual el desempleo supera el 27% en el estado y el 16% en la CAB y la CFN; la precariedad laboral crece exponencialmente como consecuencia de las dos reformas laborales de 2010 y 2012; los salarios y el poder adquisitivo de los ciudadanos retroceden tras las disminuciones y congelaciones salariales y el incremento simultáneo de la presión fiscal; la protección social de las personas vulnerables se deteriora con la reforma de las pensiones, del subsidio de desempleo y de la ley de dependencia así como con la instauración del copago sanitario. Ciertos colectivos, como los jóvenes se han visto especialmente afectados, dado que el desempleo juvenil supera el 50% en el estado y roza el 40% en el País Vasco sur, lo que, asociado a una disminución del salario medio que perciben los jóvenes del 35% desde 2008, dificulta y, a menudo, imposibilita su emancipación, generando frustración y rencor.

En tercer lugar, el éxito electoral de Podemos es inseparable de su dominio de la televisión y de las redes sociales. En efecto, esta formación es promovida por personas que han nacido con la televisión e Internet y que, por lo tanto, manejan perfectamente sus códigos explícitos e implícitos. Se sienten cómodos ante las cámaras, saben jugar con las emociones de los espectadores, y consiguen generar la simpatía y la identificación de los ciudadanos. Pero, la muestra de estas competencias comunicativas solo ha sido posible gracias al apoyo de ciertos medios de comunicación y especialmente de La Sexta y el Grupo Atresmedia. Desde su fundación y hasta los días previos a las elecciones generales, este Grupo ha apostado decididamente por los partidos emergentes, entre los cuales Podemos ocupa un lugar preferente. En efecto, ¿Podemos hubiese superado el 20% de los votos, 18 meses después de su creación, sin su omnipresencia en ciertos medios televisivos? Es poco probable.  

En cuarto lugar, Podemos ha conseguido la proeza de asociar un modelo asambleario con una fuerte personalización. De hecho, si se ha organizado de manera descentralizada, creando círculos en cada comunidad autónoma y provincia así como en la mayoría de los municipios, dando la posibilidad a numerosas personas alejadas de la vida política, de participar en la función y desarrollo de una formación política de nuevo cuño, ha apostado desde el inicio por un fuerte liderazgo encarnado por Pablo Iglesias. Este último se ha rodeado personas de confianza, a menudo provenientes del mundo universitario, tales como Iñigo Errejón o Juan Carlos Monedero. Buenos oradores, cultos y dotados de inteligencia política, han sido la cara visible de este partido. En ese sentido, Podemos ha podido presentar candidatos de «perfil bajo» en todas las circunscripciones, sin que ello tenga repercusiones negativas sobre sus resultados electorales. El caso de la CAV es paradigmático puesto que, excepto Juantxo López de Uralde, los candidatos presentados por la formación morada eran poco conocidos. 

En quinto lugar, la conjunción de la juventud de sus líderes, su apariencia informal y su llamamiento constante a la regeneración democrática y la renovación de la clase política han provocado una irrupción de aire fresco en un país dominado por la preponderancia de los partidos tradicionales que confina a la «partitocracia». Los partidos, que gozan de cierta historia, han aparecido, por contraste, anticuados, demasiado formales, encorsetados y alejados de la ciudadanía. El hecho de que esta campaña haya sido esencialmente mediática y sobre todo televisiva ha acentuado esta sensación con unos candidatos de partidos emergentes que se sienten muy cómodos ante las cámaras, que no aluden el debate y que, por su vestimenta y maneras de hablar, rompen con una apariencia clásica y un discurso de aparato prudente, políticamente correcto y sin contenido ni sentido.

En sexto lugar, Podemos se ha beneficiado de una campaña electoral planteada en clave estatal donde los candidatos y las temáticas estatales han predominado. La exclusión de los pequeños partidos españoles, tales como Unidad Popular y UPyD, y de los partidos nacionalistas catalanes y vascos de los debates televisivos han dado un protagonismo inusitado a las cuatro principales formaciones políticas. Además, el proceso catalán y la cuestión territorial apenas han aflorado en el debate, en beneficio de las problemáticas socioeconómicas y éticas.

En séptimo y último lugar, Podemos ha encontrado el posicionamiento adecuado al moderar su discurso en el ámbito social, para no asustar a los electores socialistas, y al abrirlo en la dimensión nacional, posicionándose a favor del derecho a decir de los pueblos. Gracias a ello, ha conseguido el primer puesto en Cataluña y la CAV. En este último caso, Podemos ha atraído votos provenientes del PSE y sobre todo de EH Bildu que pasa de 6 a 2 escaños, mientras que Podemos pasa de 0 a 5.

En definitiva, la formación morada ha sabido imponer nuevos ejes y problemáticas basándose en una realidad sociopolítica, marcada por el paro y la corrupción, y gracias a una sobreexposición mediática, propiciada por ciertos medios televisivos. Asociando modelo asambleario y fuerte personalismo, ha respondido a las expectativas ciudadanas de renovación de la vida política, además de encontrar un posicionamiento adecuado en las cuestiones sociales y nacionales, en una campaña de marcado carácter estatal.

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