Un plan de choque para huir de las «normalidades»
Recogiendo con ilusión su sugerencia, proponemos «enredarnos» con quienes quieran comprometerse con este cambio. Necesitamos un plan de choque –antes y después de las elecciones– para no seguir suicidándonos, en esta eterna normalidad que nos destruye.
«Se acercan las elecciones y en las próximas semanas, nadie, desde ninguna institución oficial vasca, va a dirigirse a la ciudadanía para confesar verdades tan evidentes como que: ‘El hecho de que el covid-19 esté teniendo profundos impactos tanto a nivel humano como económico se debe, en gran medida, al modelo de desarrollo global dominante, consolidado también en Euskal Herria. Un modelo que, para su mantenimiento, depreda la naturaleza y genera, entre otros trastornos, crecientes impactos y desequilibrios ambientales con graves costes sociales’».
Este mensaje es parte del manifiesto firmado por más de setecientos profesores y profesoras de las universidades vascas y casi doscientos agentes de nuestra sociedad civil, en el que solicitan un cambio radical de rumbo de la economía vasca y, paralelamente, de nuestro metabolismo social. Proponen, por tanto, un cambio, tan audaz como imprescindible, si lo que de verdad se quiere es detener la emergencia climática, hacer frente a posibles nuevas pandemias y, sobre todo, no dejar a nadie atrás.
Como ejemplo descarnado de esa economía depredadora y de la necesidad urgente de un cambio de rumbo, hoy –a falta todavía de un informe oficial– sabemos por la prensa que en el vertedero de Zaldibar se advierten ya posibles delitos, no solo por parte de la empresa –que hacía negocio con el riesgo publico– sino también en cuanto a la obligatoria tutela que le correspondía al Gobierno Vasco.
Así que no esperen debates en EITB, cuestionando el poder corporativo, tal como hace el citado manifiesto, ya que ni siquiera se dará noticia oficial de su existencia. La consigna gubernamental es ignorar este crucial posicionamiento de gran parte del ámbito universitario. La ciudadanía no debe enterarse de que las científicas y científicos de nuestro país han decidido implicarse en el debate, y reclaman: «Abandonar el modelo de desarrollo centrado en el crecimiento agregado del Producto Interior Bruto (PIB), diferenciando los sectores productivos que pueden crecer y por tanto necesitan inversión (por ejemplo los sectores públicos esenciales como educación, salud, energía y materiales sostenibles), de otros sectores que deben decrecer debido a su insostenibilidad o a su papel en el impulso excesivo del consumo no-esencial (especialmente asociados al uso de los combustibles de origen fósil o nuclear, minería, etc.)».
Y que, en consecuencia con ese cambio de modelo, proponen: «Fomentar, desde las instituciones públicas, políticas de producción, consumo e inversión que tengan en cuenta los límites ecológicos y eviten generar una deuda injusta e inasumible para las generaciones futuras. A su vez, en el marco del establecimiento de una renta básica universal, se ha de desarrollar un sistema de cuidados donde las personas estén en el centro, reconociendo nuestra vulnerabilidad e interdependencia».
En esa misma línea de pensamiento se han pronunciado la Coordinadora Feminista «Bizitzak erdigunean» y el Movimiento Feminista de Bilbao, que reclaman soluciones ante una crisis que hace estallar y pone en evidencia la precariedad del actual modelo de cuidados. Desde la emergencia sanitaria en las residencias, hasta la falsa conciliación del teletrabajo, pasando por el desamparo de las trabajadoras de hogar. Por ello demandan soluciones feministas a la crisis reproductiva agravada durante el confinamiento, y que pasan por: garantizar un trabajo digno a trabajadoras de hogar y trabajadoras de servicios públicos de cuidados, asi como por garantizar políticas integrales y eficaces de intervención para las mujeres en situación de violencias machistas, y frente al racismo. En este sentido, defienden un sistema público-comunitario de cuidados, que permita reorganizar los trabajos socialmente necesarios y dignificar las condiciones de vida y de trabajo.
Por otra parte, los y las investigadoras impulsoras del manifiesto recomiendan, para mejorar los ingresos y redistribuir los gastos: «Diseñar e implementar una fiscalidad ambiental progresiva para desincentivar la sobreexplotación de los recursos naturales y a su vez hacer frente a la crisis climática y a la degradación de los ecosistemas. Este también será un instrumento estratégico para financiar la transición ecológica que necesariamente requiere inversión en ciencia y tecnología». Justo lo contrario de lo que exige la patronal, en sus cotidianas homilías preelectorales, desde la radio-television pública vasca.
Pero, la radical discrepancia de los y las firmantes del manifiesto con las actuales políticas oficiales no acaba aquí. También urgen a las autoridades a: «Abandonar el modelo de movilidad basado en grandes infraestructuras y modos de transporte insostenibles, que generan grandes costes ambientales, económicos y sociales. Se debe imponer una moratoria a las grandes inversiones en infraestructuras para priorizar los servicios esenciales que se requieren tanto en este momento como en el futuro. Es imprescindible diseñar un nuevo modelo de movilidad que sea significativamente menos agresivo con el medio ambiente y de menor derroche energético, con un peso mayor de la movilidad no motorizada y del transporte público y centrado en la creación de redes de cercanía».
Y, en su ultimo párrafo, piden: «Transformar el sistema agrícola y alimentario con el objetivo de avanzar en la soberanía alimentaria basada en la agroecología que asegura la conservación de la biodiversidad, la producción de alimentos sostenibles y locales, basados en condiciones de trabajo dignas; esto requiere una ordenación del territorio y la relocalización de las cadenas globales de producción y distribución de alimentos que impulsen la relación de cercanía entre productores y consumidores y donde la biodiversidad, el agua y el entorno natural estén en equilibrio con los núcleos poblacionales y sus procesos de urbanización y ruralización».
En este manifiesto, que defiende una economía ecológica como parte de la solución a la crisis civilizatoria en la que estamos inmersos, se propugna como herramienta el auzolan, consejo que compartimos. La única forma de cambiar el rumbo es con implicación y trabajo colectivo. Creando mayorías transformadoras que nos permitan recuperar el sentido de la palabra auzolan, frente a los intentos gubernamentales de resignificar el concepto en su beneficio. El auzolan que necesitamos para esta transformación urgente es, por ejemplo, el que han puesto en práctica las redes de cuidado y apoyo mutuo de barrios y pueblos, que han demostrado que se puede dar otro sentido, no mercantilizado, al trabajo. Que podemos organizarnos para garantizar la sostenibilidad de la vida, con proyectos y redes arraigadas, que respondan a las necesidades reales y urgentes de las personas.
Por ello, recogiendo con ilusión su sugerencia, proponemos «enredarnos» con quienes quieran comprometerse con este cambio. Necesitamos un plan de choque –antes y después de las elecciones– para no seguir suicidándonos, en esta eterna normalidad que nos destruye.
Cuando los viejos partidos de la «normalidad» insisten en recetarnos sacrificios, para que volvamos a la injusta vida anterior, nuestras científicas y científicos están apuntando una ruta de esperanza. Ahora, el auzolan urgente es rectificar el mal rumbo actual.