Antxon Lafont Mendizabal
Peatón

Voluntad popular: biocombustible de la Historia

La tensión productiva de la mundialización amenaza la vida de los Estados pero permite el resurgir pacífico y solidario de los pueblos. Cuando hay voluntad popular, la Historia sabe franquear las historias

¿Cómo se puede pretender a que el elector no solo ejerza su derecho a votar sino que en ese caso vote «a favor de» y no «en contra de», con la jerigonza política que nos educa? El efecto de enredo es todavía mayor cuando gobernando una mayoría absoluta se genera una perniciosa ausencia de debate.
El desconcierto del titubeo político actual, fértil en partidistas malabarismos semánticos sobre el concepto de soberanía, es generalmente patente en vísperas electorales propicias al rebote de agoreros conocidos por su frecuente sensibilidad al viento dominante. «La veleta no cambia, lo que cambia es el viento» (E. Faure).

Alrededor de la mesa que reúne a vascos, catalanes y escoceses se invitan observadores, doctores, que se otorgan el derecho de saber. En muchos casos los doctores en economía o en sociología somos de temer cuando hablamos de futuro como «pitonisas del pasado». Los observadores experimentados afirman: «si no sabes hacer algo, enséñalo».

Mientras tanto, el peatón se hunde en la morosidad crepuscular, en el «presentismo» como ausencia de la mínima reflexión sobre la responsabilidad de nuestro pasado y la gestación de nuestro futuro. El sociólogo M. Wieviorka nos alerta de los riesgos resultantes de ese pasotismo.

Los adversarios de las consultas sobre el sentir popular acerca de una eventual soberanía de la CAV y de Catalunya se centran desgraciadamente en el aspecto cuantitativo de la operación y nos avisan del riesgo de ruina económica de eventuales separatismos, razón por la que me limitaré a este aspecto.

En un escrito publicado, una vez «coordinado», se indica lo que parece ser el principal interés, según lo expresado por algunos medios de comunicación, la vertiginosa caída del PIB del «separatista» en caso de «secesión de España”. En el subtítulo, el «coordinador» afirma que se trata de «las bases para un debate sobre el País Vasco»: ¿De qué Territorio se trata? ¿Quién está dispuesto al debate?

Los datos expuestos contra la disidencia vasca se refieren en particular al potencial de la clientela española que la economía vasca perdería. Los gráficos de base son, según el firmante del artículo, de 2007. Curioso que un Profesor de Universidad escriba en 2014 sobre España tomando como referencia la de 2007. Conviene recordar que según la OCDE en 2007 el paro en el Estado español era inferior al 9%, y hoy es del 26% sin que se hayan constatado desde ese último año variaciones sensibles. Este dato es importante por lo que supone en disminución de la capacidad de ahorro, de obtención de créditos a corto y medio plazo y de consumo. Ese «detalle» que exige rectificación se completa por la redacción caricaturesca en las que se caracteriza al iluso secesionista como «bicho raro», o se justifican las buenas relaciones comerciales de España con Portugal, entre otras razones es verdad, con el voto neutro en el Festival de Eurovisión, (sic). Considero esa caricatura y otras del mismo tipo, como patrimonio del agudo sentido del humor del autor de esas líneas, del que supongo que conoce, de dentro, la vida de una empresa.

 El Servicio Comercial es el faro de la empresa, no solo porque facilita la venta de su producción sino porque su deber es conocer la evolución del servicio que rinden sus productos y de las innovaciones necesarias a su desarrollo (I+D+I). Se vende pero se asegura de estar pagado (morosidad). Si un cliente, se aleja o se va, la empresa, preocupada por su «good will», busca otro más fiable (parte de mercado).

Una empresa española comprará un producto si el ratio calidad-precio es el mejor, no porque sea «español». Sobre los aranceles que opondrán los países de la UE a los productos «separatistas» ¿qué aranceles ponen los países de la UE a países exteriores a la UE? Consulte por favor, la lista de los principales exportadores hacia la UE y observará que los acuerdos bilaterales resuelven la mayoría de los casos de intercambios. Volviendo a la realidad de la empresa, se vende a clientes que ofrecen garantías de pago y de desarrollo.

La empresa cree lo que ve, y no cae en espejismos. La imagen de España puente entre Europa y América Latina es la continuación de la leyenda del “El Dorado”. Sin ir más lejos, Francia exporta más a América Latina que España.

Es bien conocida la morosidad de las empresas privadas y/o públicas españolas habitual a pesar de la ley que impone plazos de pago, no respetados, e intereses sobre impagados no practicados. Sobre pagos a 30 días (excepcional) el retraso medio empresarial es en España de 19 días (Eurostat).

La morosidad es un fenómeno destructor cuando además los bancos no facilitan la tesorería de las Pymes en particular. Nos informan que la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad, que agrupa a 1,5 millones de empresas, ha elevado, estos días, una denuncia a la Comisión Europea para que actúe de oficio contra España y sancione a sus Administraciones Públicas a pagar a tiempo. P. Brachfield declara que España es el paraíso para los morosos profesionales.

En materia de inversiones según el BBVA, la depreciación de activos representa 151% de la formación bruta de capital fijo, que en 2013 ha sido solo de 45% de la de 2007. Según Eurostat, el paro juvenil (edades inferiores a 24 años) es de cerca de 60% en España y 24% en la UE. En España 46% de horas extras no están remuneradas y 44% de los hogares no disponen de un solo euro de ahorro. No trato el tema del hambre en España, triste pero difícil de precisar. Los gastos públicos en salud y educación, mayor abandono escolar en la UE entre 18 y 24 años, colocan a España en la cola de la UE así como en gastos de I+D+i (Comisión Europea, marzo 2014). La deuda de España, de 37% del PIB en 2007, está prevista para 2014 en 98% de un PIB que entre 2007 y 2013 ha caído de 6% cuando en la UE cayó de 1% (Banco de España).

Acabaré citando dos datos que agravan la capacidad de consumo. Según un informe de la OCDE “Taxing Wages” de 2014, la presión fiscal del trabajo está por encima de la media de la OCDE. El mismo organismo declara que España está entre los países con menos ayudas fiscales a las familias y coloca a España en cabeza de la UE en precariedad laboral.

Es de desear para los españoles que ese paisaje de Apocalipsis cambie de tonos, despejándose. Pero no nos presenten a España como el cliente cuya pérdida haría caer nuestro PIB de 10 a 13%. Un cálculo práctico y serio daría otros datos que quizás convencerían de la posibilidad de crecimiento de nuestro PIB en caso de disidencia. Iremos a buscar clientes mejores. Lo hacemos ya: sobre la producción de la CAV, 19% es de consumo interior, 35% lo compra la España no vasca, y más de 45% va al exterior (BBVA). En cuanto al concepto demodé de efecto frontera, la mundialización lo ningunea. Las empresas lo saben.

En otro registro ¿quién se cree las amenazas de exclusión de la UE que planearían sobre Euskadi, Catalunya y Escocia? La UE no puede permitirse el lujo de desprenderse del potencial económico y cultural de esos Territorios.

Hay, en verdad una diferencia entre los tres casos de «disidencia» citados y es de tipo cultural. Aunque Gran Bretaña intente no perder Escocia, autoriza, como país culturalmente desarrollado, la consulta de Soberanía. No es el caso de España en su actitud retrógrada hacia Euskadi y Catalunya.

El debate debe abrirse alejándose de dogmas baldíos heredados de tristes tiempos pasados. El artículo 49 del Tratado de la UE (TUE) no ofrece base alguna de prohibición de la secesión. Es más la sentencia Van Gend and Loos del Tribunal Europeo en 1963, afirma que la UE, denominación de hoy, es un nuevo orden jurídico del derecho internacional «cuyos sujetos de derecho no son solo los Estados miembros, sino también los individuos». El preámbulo del TUE reconoce que la exclusión punitiva de un país decidido a la independencia por procedimientos democráticos es incompatible con el «proceso de creación de una Unión cada vez más estrecha de los pueblos de Europa» (B. Fassbenden. Profesor de derecho europeo en la Universidad St. Gallen). El Presidente del Partido Liberal Europeo ha mostrado su perplejidad frente a la decisión de impedir la consulta de Catalunya, bajo pretexto de imposición constitucional y afirma “O se cambia la Constitución o alguna cosa irá mal”.

Una identidad propia y soberana no es un «replegarse», al contrario se trata de «exigir una identidad propia europea y pacífica» (G. Minassian). La tensión producida por la mundialización amenaza la vida de los Estados pero permite el resurgir pacífico y solidario de los pueblos.

Cuando hay voluntad popular, la Historia sabe franquear las historias.

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