Juan de Gaztelu

Yo me acuso también

Estos días el Estado español está asistiendo a un hecho bochornoso. El antiguo jefe del Estado, que de campechano no tiene ni ha tenido nada, campa nuevamente por sus fueros. Haciendo gala de su bravuconería, vuelve a sacar pecho querellándose contra un ciudadano particular por las manifestaciones vertidas sobre él. Esta demanda se basa en el supuesto ataque al honor que ha padecido el rey posfranquista al ser acusado de varios delitos, corrupción y evasión de impuestos, entre otros. Los demandantes en su argumentación subrayan que no existe sentencia judicial alguna que avale estos señalamientos sobre su persona.

La catadura moral y el cinismo de esta gente es de hacérselo mirar ¿Cómo va a existir pronunciamiento judicial si la figura del jefe del Estado español es inviolable y no puede ser juzgada por ningún tipo de delito realizado bajo su reinado, pese a existir infinidad de evidencias sobre sus actos reprochables e ilegales? Una excepción que viene a avalar la dudosa democracia que impera en el Estado español, pues semejante precepto legal no existe en ningún país democrático que se precie. La herencia del régimen franquista persiste en el sistema actual, pues su sucesor sigue disfrutando de este privilegio medieval.

Teniendo esto presente, si algo atenta contra el honor de los ciudadanos y ciudadanas es la ley de inviolabilidad y el privilegio que sigue ostentando esta familia de rancios aristócratas que se creen por encima de los demás. Igualmente, otro hecho que atenta contra el honor de las personas medianamente democráticas, es que los miembros de esta familia comanden la jefatura del estado por derecho divino, por designación del dictador Francisco Franco y finalmente por línea hereditaria, no sometiéndose al escrutinio de las urnas ni a la voluntad pública.

Ante estos hechos narrados con anterioridad, yo también me acuso por no compartir las loas hacia comportamientos nada edificantes provenientes de esta familia e institución y me sumo a las críticas realizadas por Miguel Ángel Revilla con anterioridad. Además, creo conveniente, ahora que se acerca el mes de abril, recordar a los españoles y españolas que existió otro régimen posible que nada tenía que ver con dictadores ni caducos aristócratas ejecutores de corruptelas. Así, sería deseable que la conciencia republicana germinase. Dicho esto, me despido a la vieja usanza que convendría recuperar.

Salud y república.


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