El ejemplo de Pepe Mujica
Hace un tiempo que estoy pensando en escribir esta carta. Al final me he decidido a hacerlo con motivo del inicio de un nuevo año.
Todas las personas o una gran mayoría de ellas hacemos propósitos al empezar el año. Unas veces los cumplimos y otras los dejamos a medias, depende del interés.
Yo les pediría a los señores y señoras diputadas representantes de los partidos políticos, que hiciesen el propósito de comportarse en el Congreso con mayor educación y respeto. Al fin y al cabo, les hemos votado para que nos representen y para que a través del diálogo, lleguen a acuerdos. No les hemos votado para proferir insultos a los representantes de otras fuerzas políticas.
Verdaderamente siento vergüenza ajena al ver a personas que nos representan a la ciudadanía, a los que les hemos votado, insisto, con un lenguaje nada apropiado, recurriendo a insultos y faltas de respeto y sin la formación política de diálogo y negociación suficiente como para estar en el Congreso. Afortunadamente no son todos, pero los que lo hacen enturbian el ambiente.
Siempre me ha llamado la atención el expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, por su forma de pensar y debatir en relación a los conflictos. Humilde y sabio a la vez. En una de sus últimas frases, cuando anunció que estaba enfermo, destacó que «es fácil tener respeto para los que piensan parecido a uno, pero hay que aprender que el fundamento de la democracia es el respeto a los que piensan distinto». Me gustaría que las personas que nos representan en el Congreso tomen ejemplo de él. Les pido que formulen el propósito de debatir desde el respeto al otro y lo cumplan este año. No nos defrauden.
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