Oskar Fernandez Garcia

La descarnada crueldad de la muerte de un trabajador

A las conocidas como profecías de Nostradamus –que más bien debieran de ser llamadas predicciones y no profecías– que han sido, de alguna manera, interpretadas interesadamente; les sale, transcurrido medio milenio, un competidor contemporáneo, no exento, igualmente, de unas sorprendentes predicciones. Nos estamos refiriendo a la notable película de Damián Szifron “Relatos salvajes”, que tan buenas críticas ha cosechado, así como un formidable entusiasmo por parte del público. La mencionada película se compone de seis episodios o cortometrajes de una gran agudeza e ingenio argumental y de una gran calidad formal.

Dos de esos relatos han tenido un paralelismo con hechos no muy lejanos en el tiempo. El cortometraje del indeseable y nefasto político, que encuentra la muerte a cuchilladas en un lúgubre restaurante de carretera, establece unos ciertos vínculos con la muerte a tiros de la presidenta de la Diputación de León. El episodio con el que arranca este brillante film –en el que un piloto de avión deliberadamente estrella la aeronave– nos remite directamente al accidente, según parece, provocado en los Alpes franceses por parte de uno de los pilotos de la compañía alemana Germanwings.

El episodio en el magníficamente se narra un incidente menor en carretera –entre los conductores de dos vehículos, finalizando en una cruel y terrible tragedia– alcanza un sobrecogedor paralelismo con la muerte de un camionero granadino a manos de un agente de la policía autónoma de vascongadas, según revelan todos los indicios. El hecho luctuoso, escalofriante y terrible alcanza unas cuotas sumamente preocupantes ya que su autor es un policía. El incidente de carretera entre el transportista y el agente de la ertzaintza –ocurrido a mediodía del día 4 de junio de 2015, en el acceso a Leitza desde la A-15–, según parece motivado por una discusión de tráfico ha terminado en una auténtica tragedia.

Sorprendente e increíblemente, en los medios de comunicación, la consejera de Seguridad del Gobierno Vasco ha puesto el foco y la atención sobre el arma homicida, omitiendo deliberadamente la extrema gravedad del suceso acaecido, donde un agente de seguridad, que ha de velar por la integridad de la ciudadanía, lo que hace es conducirle directamente a la muerte. Este increíble, cruel y desproporcionado desenlace fatal se enlaza también con aquella tarde aciaga y fatídica en la que Iñigo Cabacas encontró la muerte, también, a manos de un agente de seguridad.

¿Será que en este lado del Atlántico al igual que ocurre desgraciadamente en los Estados Unidos de Norteamérica, algunas personas integrantes de ese cuerpo de seguridad son absolutamente incapaces para generar una mínima dialéctica interna que les lleve a analizar con la suficiente profesionalidad, frialdad, ecuanimidad, proporcionalidad y equidad el hecho al que se están enfrentando? Tal vez vaya siendo hora de que se sometan a rigurosos y pormenorizados análisis e investigaciones todo el proceso que conlleva que una persona llegue a ser agente de seguridad, comenzando por el proceso selectivo, la formación: materias impartidas, contenidos, puntos de vista… hasta el examen de oposición y finalizando con la incorporación activa.

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