Leo en distintos medios que el coordinador general de EH Bildu habla de responsabilidad y de «hacer un proceso militante, no vamos a caer en la autocomplacencia». Que «tenemos una responsabilidad histórica: ser útiles a la gente. No estamos para defender unas siglas». Este documento lo escribo con mucho dolor y de militante a militante. Quiero hablar ante todo de coherencia y cuidados de la comunidad, además de dignidad. He sido concejal de HB y EH durante casi once años en el Concejo de Sopuerta; posteriormente he estado en el activismo político y participando en el proceso «Zutik Euskal Herria», así como en la creación de Sortu y aportando para el feminismo en su último congreso con «Herrigaia»; he sido consejero de EH Bildu en el distrito Ibaiondo de Bilbao durante cinco años y como la mayoría de personas comprometidas en la lucha independentista y por la República Vasca, he vivido momentos duros y agotadores, con episodios agridulces, pero «hoy más que nunca hay que sonreír y convencer»... Aunque no siempre es posible, sobre todo cuando sufres los rituales de exclusión y dominación por parte de quienes se creen poseedores de una verdad absoluta e incuestionable, basada en ejercer el poder con soberbia, caiga quien caiga y destruyendo, en nombre de EH Bildu. Por caer ya hemos caído muchas personas que apostamos por activar una candidatura plural y representativa de lo que es la realidad de un municipio que necesita urgentemente trabajar de manera constructiva un modelo de desarrollo comunitario inclusivo, activando la participación ciudadana real, comprometida, para implementar la cohesión social. Estoy hablando de Sopuerta una vez más. ¿Cómo es posible que en un año de legislatura se presente una candidatura al Ayuntamiento, una electa no recoja su acta, haya tres dimisiones en cascada de concejales y cinco renuncias, por la mala praxis de una tríada que impone y ahora se dedica a buscar personas que quieran dejarse manejar para sustituir dos vacantes recientes que deja al grupo en minoría? Creo que no sois conscientes de esa dura realidad, acercaros por el pueblo y tantear el ambiente de decepción, enfado y frustración entre la gente que confió en EH Bildu. Porque sí, aquí sí es cuestión de siglas y del ejercicio de una posición de poder, cuestión no muy feminista por cierto; lo que te lleva a experimentar todas las debilidades y carencias del proyecto municipalista. Solo advertiros que en Sopuerta ha muerto y lo peor es que en 2027 no habrá nadie que se anime a presentarse bajo esas siglas, al tiempo. Por mi parte he dejado la militancia en esos espacios políticos y así podré hacer «pública y notoria» mi opinión de manera libre, puesto que se me llamó al orden desde sus estructuras. Si no queremos leyes mordaza, comencemos por no aplicarlas en casa. Koherentzia politikoa, duintasuna eta komunitatearen zaintza. Lortu arte!

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