David Martínez Lasa

Servicios públicos, nuestro bien común

En una situación en la que si algo nos ha dejado claro esta pandemia es la importancia estratégica de los servicios públicos en todo su ámbito de actuación e intervención social, nuestros dirigentes políticos deberían dejar de lado de una vez por todas, esa política partidista, sectaria y cortoplacista a la que últimamente nos tienen tan acostumbrados, cuyo único objetivo no es otro que el de no moverse demasiado para seguir saliendo en la foto sin importunar con medidas supuestamente impopulares a sus seguidores y su hipotético caladero de votos.

No hace mucho pude escuchar a alguien decir eso de que tenemos un gobierno cobarde y a una oposición irresponsable y creo que no le falta razón.

Por ello, urge que la clase política levante la cabeza, encienda las luces largas y amplíe el foco. Que vea, conozca y sienta la realidad cotidiana, que deje de vivir en ese mundo irreal y hasta cierto punto paranoico de elecciones permanentes para apostar decididamente por políticas más estables, efectivas y reales de inversión en el sector público que garanticen una adecuada dotación de recursos materiales y humanos y fortalezcan su estructura.

Hoy más que nunca, nos hemos dado cuenta de que el cuidado de las personas, la sanidad o la educación pública son imprescindibles en una sociedad que se ha visto azotada por una pandemia que no ha hecho más que acrecentar las desigualdades y destapar las vergüenzas de un sistema que hace aguas por los cuatro costados.

Se nos intenta seducir con cantos de sirena como el del dinero de los fondos europeos que supuestamente vamos a recibir cual maná salvífico. Veremos si llega a los más necesitados o se queda en manos de los de siempre, y al que, por cierto, no se ha visto criticar a ningún liberal de esos defensores del libre mercado que consideran la intervención del Estado poco menos que anatema. Están muy vistos, siempre pretenden jugar la misma baza, que no es otra que la intentar, una vez más, socializar las pérdidas y privatizar al máximo las ganancias. Así cualquiera.

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