Avisos de la naturaleza que no se pueden ignorar

El año pasado fue el año más cálido desde que hay registros, según el informe del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) relativo a 2024. El 45% de los días del año pasado fueron mucho más cálidos que la media y el estudio advierte de que Europa se está calentando a un ritmo que duplica la velocidad global. Asimismo, el informe sobre el Estado del Clima Europeo (ESOTC) hace énfasis en el contraste entre la sequía y la escasez de precipitaciones en Europa oriental y la humedad en la parte occidental del continente, siendo uno de los años más lluviosos desde 1950. Un aspecto llamativo del clima europeo es que la distribución del contraste de las condiciones meteorológicas se da entre este-oeste en vez de entre norte-sur, como suele ser habitual.

En general, el informe pronostica, sin dejar lugar a dudas, que la emergencia climática tendrá graves consecuencias para los habitantes y las infraestructuras de Europa. En ese sentido, crece la propensión a fenómenos extremos como borrascas e inundaciones, destacando el año pasado la dana que asoló el País Valencià o la borrasca Boris que causó estragos en ocho países de Europa central y del este. No todos los daños son materiales, ni mucho menos. Al menos 335 personas perdieron la vida a consecuencia de esos desastres, que afectaron a unas 413.000 personas.

Nada de esto se puede entender como un dato aislado, sino como el indicador de una tendencia que obliga a tomar medidas urgentes e inteligentes. Hacer políticas públicas de espaldas a la naturaleza y a la ciencia, además de no ser una opción viable, a estas alturas es de una irresponsabilidad criminal. Por ejemplo, hay errores evidentes en infraestructuras, vertebración del territorio, sistemas de producción y logística que hay que revertir antes de que tragedias previsibles se hagan realidad. Hay que transformar el conocimiento creciente en una mayor sensibilidad sobre la percepción del riesgo para empoderar así a las personas y las comunidades. De ese modo se salvan vidas, se cuidan territorios y se salvan pueblos. Los datos son claros y no hay alternativa.

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