El consumo energético de la red, el fin de un mito

Se le sigue llamando de forma poco apropiada «nube», pero ni es etéreo ni flota en el aire. La capacidad de almacenaje de datos de los grandes operadores tecnológicos no es una cosa abstracta e infinita. Necesita de potentes servidores físicos que consumen numerosos recursos, especialmente agua, para los sistemas de refrigeración, y electricidad, además de varias materias críticas.

No es fácil encontrar datos concretos de estos consumos, ya que las compañías se esfuerzan en mantener ese imaginario inmaculado, pero se calcula que los centros de datos están ya entre las 10 industrias que más agua consumen en EEUU, país en el que absorben hoy en día el 4% de la electricidad total empleada, con proyecciones que hablan de que el porcentaje se acercará al 10% al final de la presente década. El boom de la Inteligencia Artificial no ha hecho sino disparar consumos que ya eran altos. Cuando alguna gran empresa tecnológica anuncia la apertura de macrocentros de datos en terceros países, no lo hará probablemente por el desarrollo innovador del lugar, sino más bien por la posibilidad de un suministro estable y barato de agua y electricidad.

La ansiosa búsqueda de nuevos suministros eléctricos por parte de las grandes corporaciones las ha llevado a comprometer grandes inversiones en energía nuclear en las últimas semanas. Algunas, como Microsoft, apostando por la reapertura de viejas y peligrosas centrales ya cerradas; y otras, como Google y Amazon, en reactores de nueva generación todavía en fase de experimentación. Todas coinciden en señalar que con las energías renovables no es suficiente. Esta dinámica nefasta se carga de un plumazo dos mitos demasiado asentados hasta ahora: el de la inocuidad de una economía digitalizada de bajas emisiones –su impacto medioambiental sigue siendo importante– y el de la promesa de seguir creciendo cambiando simplemente combustibles fósiles por energía de origen renovable. La transición energética es impostergable y las renovables, necesarias, pero no valen trampas al solitario, la matriz energética del sistema económico no es más que la punta del iceberg de todo lo que hay que cambiar.

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