El despojo está en la raíz de la migración

Zakaria, un joven marroquí que vive en Euskal Herria, informó hace dos semanas a GARA de que no tenía noticias de cuatro familiares suyos que subieron a una patera el 23 de setiembre. Habían desparecido con una treintena de personas más navegando desde el Sahara hacia las Islas Canarias. Por desgracia, se ha confirmado que la patera en la que viajaban sus familiares ha sido encontrada, mes y medio después de su partida, en Cabo Verde; sin supervivientes. Una tragedia que engrosa una lista por desgracia incontable.

La pobreza, la violencia y la falta de perspectivas empujan a la gente a utilizar cualquier resquicio para llegar a su destino. Así, a la ruta hacia Canarias, se ha unido ahora la travesía de la frontera que tiene Bielorrusia con Polonia y los países Bálticos. Hay quien acusa a Minsk de utilizar a los migrantes para presionar a la Unión Europea. Es posible que así sea, aunque eso tampoco dice mucho de la actitud que mantiene en esta cuestión la UE, parapetada detrás de sus vecinos. Muestra de ello es la forma en que se trata estas tentativas de entrada, como si fueran poco menos que una invasión militar, utilizando un lenguaje bélico y llenando de soldados la frontera polaca, cuando las personas que llegan no son más que personas maltratadas necesitadas de comida y calor. No se dan cuenta de que cuando no hay caminos, la imaginación vuela. Así, otro grupo logró, por lo que parece, engañar a la tripulación de un avión para detenerse en Mallorca, momento que aprovecharon una veintena de pasajeros para saltar de la nave.

Establecer vías seguras para la migración es un imperativo político y ético. No se puede permitir que la gente siga muriendo intentando llegar a Europa. Porque la única forma de detener este éxodo es que la Unión Europea enfrente la raíz de la migración, que no es otra que el despojo al que Europa somete a todos los países que fueron sus colonias, destruyendo su economía, desmantelando sus instituciones y corrompiendo a sus élites. Si dejara de entrometerse, no tendría que vigilar sus fronteras.

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