El reto que establece un unionismo democrático
En este momento al menos 96 diputados de los 350 que conforman el Parlamento español están explícitamente a favor del derecho a decidir. Casi un tercio de la Cámara. Este es un hecho insólito, uno de los indicativos de que algo ha cambiado. Esos representantes están a favor de que, si en una de las naciones que conforman el Estado español existe una demanda contrastada en favor de la independencia, esa opción política se haga viable a través de un referéndum con todas las garantías. Están a favor de que ese derecho se institucionalice y lo ponen como condición para cualquier reforma política. En formas y discursos diversos, con referencias y tradiciones distintas, todas ellas llevan en su programa que la ciudadanía tiene derecho a decidir su futuro libremente, que la soberanía y la democracia son valores de primer orden y que las discrepancias tienen que gestionarse políticamente. Desde los republicanos catalanes hasta los rebeldes madrileños, pasando por las independentistas vascas, ellos y ellas saben que Catalunya está en los primeros puestos de la agenda política, tanto por mérito de la sociedad civil catalana como por demérito del establishment capitalino.
Lo sabe Pablo Iglesias y ahora no ha esquivado el tema. Al contrario, lo ha subrayado como primer punto en sus dos alocuciones. Es consciente de que, de 69 diputados que ha logrado Podemos, 36 son de Catalunya, Euskal Herria y Galiza. Suponen tres escaños más que todos los logrados en el resto del Estado. Sabe que, además de un programa contra la austeridad, contra la corrupción, a favor de la soberanía y de una revolución democrática, Podemos representa un unionismo inteligente y democrático, un espacio que los jacobinistas cañíes y los falangistas de ayer y hoy han abrasado, a la vez que abandonaban a su suerte a sus simpatizantes en estos territorios. De ahí su declive.
Sin perder el enfoque unilateral y endógeno –que no endogámico–, este escenario obliga a los independentistas y demócratas vascos a repensar sus alianzas, sus plazos y sus siguientes pasos. Es decir, a hacer política.