Euskal selekzioa, a por la segunda parte

Es posible que en un día como hoy, último domingo del año, muchos lectores hayan echado en falta en estas páginas una noticia que se repetía como un rito anual. Efectivamente, euskal selekzioa no jugó ayer partido de fútbol y eso supone un hecho remarcable si se tiene en cuenta que la formación masculina solo había dejado de saltar al campo dos veces en el último cuarto de siglo. La ausencia no resulta traumática de por sí, y es que desde la afición hasta los futbolistas, la federación y los agentes de todo tipo que acompañan este evento coinciden en que un encuentro navideño y en las coordenadas decadentes en que se venía desarrollando supone una fórmula claramente agotada. Sería irreal también interpretar este paréntesis como un mal síntoma político; en un país en plena efervescencia como Catalunya este fin de año tampoco ha habido partido de su selecció, y el motivo principal ha sido exactamente el mismo que en Euskal Herria. Tienen claro que no se trata de jugar por jugar, sino de jugar para poder jugar oficialmente cuanto antes.

Lo inquietante, por tanto, no es que no haya partido navideño, sino que 2017 acabe sin ningún avance a la vista hacia el logro de esa oficialidad. El descanso no se está usando, como en todo vestuario que se precie, para evaluar el desarrollo del partido y afinar estrategias a fin de tratar de ganarlo en la segunda parte. Y ahí es donde la no-noticia sí resulta decepcionante. Lo grave no es que en este fin de año la camiseta verde no corra por San Mamés o Anoeta, sino que el Mundial de 2018 lo jugarán Islandia, Panamá, Senegal o Croacia, y la clasificación para la Euro 2020 arrancará con Gibraltar, San Marino, Andorra o Gales; ni en una ni en otra estarán Euskal Herria o Catalunya.

Desde la Federación Catalana se lanza la idea de una competición de cuatro o cinco selecciones emblemáticas como la vasca, la catalana, la escocesa y alguna más. Sería una excelente forma de retomar el camino en los parámetros correctos; políticos y no folklóricos, hacia el horizonte de la oficialidad y no dando vueltas a una noria sin salida.

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