La tensión entre los sistemas electorales, defender principios y el momento histórico

Las condiciones objetivas de las sociedades europeas, y en especial de sus mayorías sociales, han sufrido tal pauperización en los últimos años que los y las votantes demandan cambios que mejoren su situación. La percepciones subjetivas de esas mismas sociedades hacen difícil un diagnóstico común. Las mismas incertidumbres, miedos y esperanzas provocan la amenaza ultraderechista en París y el resurgir laborista en Londres.

La victoria del Partido Laborista supone un giro que, sin embargo, no está claro que desemboque en un cambio profundo en favor de las clases populares.

En realidad, una derrota aplastante

Un análisis honesto expone que más que ganar el Partido Laborista, son los tories los que han sufrido una debacle. A su vez, en Escocia se ha hundido el SNP, que en poco tiempo ha pasado de ostentar la hegemonía a descomponerse. Es precisamente en Escocia donde el laborismo gana un 16% de votos. En Inglaterra ha mantenido sus resultados a duras penas y en Gales ha perdido un 4%. En el norte de Irlanda, el Sinn Fein ha vencido con autoridad, pocas semanas después de unos comicios municipales y europeos en el sur que fueron un revés para la tendencia al alza del movimiento republicano.

En realidad, Keir Stamer ha logrado 500.000 votos menos que Jeremy Corbyn en 2019 y tres millones de votos menos que en 2017. Y aun así, debido a la abstención, al miedo a la ultraderecha, al castigo a los tories y al sistema electoral, el Partido Laborista ha arrasado, logrando una abultada victoria.

Starmer roza el récord de Tony Blair, mientras que hay que remontarse a la II Guerra Mundial para encontrar un fracaso como el de Rhisi Sunak. 

De forma similar a Blair y su tercera vía, el laborismo ha rendido muchos de sus principios históricos y ha rebajado el discurso en favor de una agenda de la derecha y de los intereses de la minoría. Starmer ahora es el representante óptimo para ese establishment que ha sostenido a los estrambóticos y fatales líderes tories. La ultraderecha de Nigel Farage entra por primera vez en Westminster, pero su agenda condiciona la política británica desde hace tiempo.

Junto con Sinn Fein y Plaid Cymru, hay que destacar los resultados de los verdes e independientes como Corbyn o los candidatos propalestinos que han disputado el asiento a los laboristas. En el caso de los verdes, además de lograr cuatro representantes, son segunda fuerza en muchos distritos. Activistas que abandonaron el Partido Laborista por el sectarismo, el atlantismo, el apoyo a los crímenes de guerra israelíes y la agenda autoritaria de Starmer, como Owen Jones o Grace Blakeley, han celebrado los resultados de estas fuerzas alternativas y plantean que construirán un contrapeso al Ejecutivo laborista.

Llamadas a votar hoy por el NFP

Cada sistema electoral tiene virtudes y problemas, pero dominar el sistema determina en parte el éxito o la derrota. A su vez, ocultan tendencias cruciales para poder entender qué discursos decantan a las sociedades hacia valores de libertad e igualdad, y cuáles alimentan el odio y las injusticias.

Teniendo en cuenta el riesgo que los reaccionarios suponen para la democracia, la izquierda y las fuerzas democráticas deben entender esas tendencias y rearmarse políticamente. Y estar a la altura.

La decisión del PNB y del lehendakari Jean René Etchegaray de pedir el voto para el Nuevo Frente Popular en esta segunda vuelta demuestra lo excepcional de la cita electoral y del momento histórico. Tanto nacionalistas vascos como republicanos franceses son ajenos a muchas de las propuestas del bloque de izquierdas, pero saben que la ultraderecha es una amenaza para el país y su futuro de paz y libertad.

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