¿Para qué sirve reconocer a Zabalza como víctima?

El reconocimiento por parte del Gobierno de Lakua de que Mikel Zabalza murió a consecuencia de la tortura crea una paradoja: lo admitido no supone ninguna revelación para la inmensa mayoría de la ciudadanía vasca, pero al mismo tiempo sí constituye un hecho novedoso. Es lógico preguntarse, por tanto, para qué sirve esta decisión. 

Sirve obviamente a los destinatarios directos; los ocho hermanos y hermanas de Mikel. Explicaron ayer en el baserri familiar qué es lo que les aporta y qué no. No hay más que añadir al respecto, solo seguir acompañándoles en estos 36 años de dolor y en sus demandas legítimas.

Sirve también para poner en evidencia a tribunales e instituciones. Después del fracasado intento inicial de colar una versión oficial inverosímil, en estas décadas se ha instalado otra mentira: la de que era imposible saber cómo murió. El informe de la comisión de valoración lo desmonta; lo mataron torturándolo en Intxaurrondo, no solo porque no pudo ocurrir otra cosa una vez desmentida la farsa del túnel de Endarlatsa, sino porque hay múltiples indicios y un contexto entero que lo prueban.

Debe servir también al propio autor del reconocimiento, para cambiar el prisma sobre estos casos de violencia en que sí existe una verdad, aunque no sea judicial. Es difícil obviar que recientemente Teleberri rectificó que la muerte de Rosa Zarra fuera producto de un pelotazo de la Ertzaintza argumentando que no hay sentencia que lo constate. Tampoco la hay, ni la habrá, con Mikel Zabalza.

Tendría que servir, más allá de todo ello, para fortalecer la verdad como catalizador de resolución y de convivencia. Por ejemplo, quienes ven inviable una Comisión de la Verdad tienen aquí una lección a analizar, porque esta comisión de valoración ha ejercido una función análoga con objetividad, profesionalidad y resultados. Y quienes solo esgrimen «crímenes sin resolver» para plantear venganzas deberían mirarse en el espejo de la familia Zabalza Garate.

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