Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez, en nombre de EH Bildu y de Sortu, leyeron ayer una solemne declaración en Aiete. Constataron el cumplimiento de los compromisos adquiridos hace diez años por ETA y por la izquierda abertzale, reclamaron una solución para la situación de los presos y presas políticas, recordaron que el conflicto político sigue sin abordarse y, en su tercer punto, incorporaron una inédita declaración en la que, apelando directamente a las víctimas de la violencia de ETA, consideraron que su dolor «nunca debió haberse producido». «Debíamos haber logrado llegar antes a Aiete», añadieron.

El calado de la declaración está fuera de toda duda. Negar su profundidad, o considerarla insuficiente, obedece a cálculos políticos que nada tienen que ver con la paz ni con la convivencia. Quienes jamás mirarán en su lista de deberes tienen ya preparada la siguiente barrera para la supuesta convalidación de la izquierda independentista. Ninguna novedad, en este sentido. Que en su ofuscación, el lehendakari Urkullu acabe cargando contra el punto en el que se dice que el conflicto político sigue sin abordarse debe ser algo confuso incluso dentro de las filas jeltzales. Él prometía una consulta para 2015, hace dos legislaturas.

Sería erróneo, sin embargo, calibrar el paso dado en función de las reacciones de los adversarios de la izquierda independentista. Una de las principales características del inaudito proceso vasco, a falta de una negociación ordinaria, ha sido el diálogo entablado por la izquierda abertzale con la sociedad civil vasca. Es en este marco en el que cabe encuadrar una declaración que, igual que hace diez años y de nuevo de forma unilateral, busca avanzar desde una posición de compromiso y responsabilidad con el país. Así lo reconocieron, con matices esperables, la mayoría de víctimas de ETA que ayer se expresaron públicamente. Ojalá todas las víctimas del conflicto puedan valorar más pronto que tarde declaraciones en este mismo sentido.