UPN y PP, atrincherados en el negacionismo

El acto de reconocimiento a las víctimas de violencia policial y guerra sucia realizado el sábado por el Gobierno navarro ha resultado más significativo de lo que cabía prever. En sí, el evento solo venía a reparar la evidente anomalía histórica que supone que decenas de personas como Germán Rodríguez, José Miguel Etxeberria «Naparra» o Mikel Zabalza –por citar a los que ejercieron como representantes del resto– hayan sido ninguneadas, por no decir humilladas, por las anteriores instituciones navarras. Sin embargo, el acto ha ido más allá al terminar retratando que en Euskal Herria sigue habiendo negacionistas de cualquier violencia que no sea la de ETA.

Aunque las informaciones se hayan fijado en el ruido (peticiones de prohibición de grupos ultras e insultos escritos por militares españoles contra la presidenta navarra, Uxue Barkos), las nueces de la cuestión, lo realmente grave políticamente, es que todavía hoy haya fuerzas como UPN y PP, la más votada en Nafarroa y la más apoyada en el Estado, que se nieguen a reconocer esa violencia y asumir a esas víctimas. Si cinco años después del final de la lucha armada de ETA no han sido capaces de dar este mínimo paso de pura admisión de la realidad, ¿saldrán algún día de esa trinchera enfangada? ¿Cómo piensan imponer un relato tan evidentemente parcial y cercenado? ¿Qué tipo de convivencia aspiran a instalar en este país?

El plante de UPN y PP encierra también un mensaje para quienes, como el secretario de Paz y Convivencia del Gobierno de Lakua, Jonan Fernández, insisten estos días en cargar todas las tintas contra la izquierda abertzale, que nunca ha negado la existencia de la violencia de ETA y sus víctimas y que ha reconocido el daño causado en declaraciones que se prefiere no escuchar. Todavía hoy existe un Estado que ni siquiera dejó pronunciar los nombres de las víctimas navarras en ese acto de Iruñea, tras haber suspendido en su principal tribunal la ley navarra que pretende atenderlas al fin. Y no verlo así es otra forma de negacionismo con objetivos políticos.

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