Al amanecer del día 19 de febrero de 1985 la densa bruma hacía imposible ver nada desde el «balcón de Bizkaia». Cruzando la niebla, sobre las 9 y cuarto de la mañana, el vuelo 610 de Iberia procedente de Madrid se aproximaba a la zona y desde la torre de control del entonces aeropuerto de Sondika se le dio autorización para aterrizar.
Se desconoce por qué en esos momentos el Boing 727 'Alhambra de Granada' volaba 300 metros por debajo del mínimo establecido para iniciar la maniobra de aproximación. Poco después de la comunicación con control, el ala izquierda del aparato colisionó con la antena de ETB instalada en la cima del monte Oiz y se precipitó a 300 kilómetros por hora sobre la ladera hacia Markina, llevándose a su paso todos los árboles y abriendo un profundo surco en la tierra.
Los restos de la catástrofe se diseminaron por una superficie de más de dos kilómetros. Murieron 148 personas; 141 pasajeros y 7 tripulantes.
En los caseríos próximos hablaron de un ruido tremendo y, luego, un impresionante silencio. La zona del accidente era de difícil acceso. Hubo una gran confusión en los primeros momentos, ausencia de coordinación y un tremendo desconcierto respecto a quién debía hacerse cargo de la situación.
No se sabía qué podía haber ocurrido para que el avión volara tan bajo, pero en la prensa española ya aparecieron versiones que apuntaban a que había sido un atentado de ETA porque en el avión viajaría alguna personalidad; incluso que había sido derribado con un misil soviético Strela que, al parecer, la organización armada habría adquirido no mucho antes en Holanda.
Las investigaciones posteriores dejaron claro que se trató de una cadena de fallos y que la densa niebla había impedido que el piloto viera la cumbre del Oiz y rectificara la maniobra.
1985 había empezado con un temporal de frío y nieve que duró más de una semana. En Araba se llegó a los –17,8º C, en Iruñea –16,5º C y en Donostia la temperatura máxima algunos días no superó los –4º C. La arena de La Concha estuvo cubierta por una capa de 15 cm de nieve, bastante menos que los 40 cm que tapaban el césped de Mendizorrotza y que provocaron la suspensión del derbi entre el Alavés y el Athletic.
Tras la borrasca meteorológica, José Antonio Ardanza tomó posesión como lehendakari en Gasteiz, después de que el PNV echara a un lado a Carlos Garaikoetxea y las disputas en el seno del partido se siguieran enconando. Y es que el cielo jeltzale seguía borrascoso.
Con Ardanza, la Lehendakaritza comenzó a implicarse de manera más directa en la lucha contra ETA, buscando liderazgo y un mayor protagonismo. En marzo presentó un «decálogo contra la violencia» y, como desarrollo de uno de los puntos, anunció la contratación de una comisión de «expertos internacionales antiterroristas» para analizar la situación y proponer ideas.
Estos expertos, que algunas fuentes vincularon con la CIA, presentaron un informe de conclusiones entre las que recomendaban la cohesión y unidad en torno a la autonomía y no negociar políticamente con ETA. En junio se convocó una manifestación contra ETA que resultó un rotundo fracaso porque no lograron sacar a la calle a toda la ciudadanía que esperaban.
La nueva línea marcada por Ardanza coincidió con el atentado contra el máximo jefe de la Ertzaintza, el superintendente Carlos Díaz Arcocha, que también era teniente coronel del Ejército español. Cuando se dirigía a la academia de Arkaute se detuvo en una gasolinera, momento que fue aprovechado para adosarle un explosivo en los bajos de su vehículo.
Díaz Arcocha fue el primer ertzaina muerto en atentado, aunque en la reivindicación por parte de ETA, dos días después, la organización armada destacó de manera explícita que no se trataba de un ataque a la Ertzaintza, sino que iba dirigido «contra el Ejército de ocupación español; y cualquier otra interpretación es errónea», precisaba.
Aquel marzo acababa con la muerte a manos de mercenarios de los GAL de Xabier Galdeano, periodista y delegado de 'Egin' en Iparralde. Galdeano fue tiroteado en Donibane Lohizune cuando regresaba a su casa tras haber cubierto informativamente en Baiona una manifestación contra el atentado con bomba que los GAL habían perpetrado el día anterior en el Café des Pyrénées. Galdeano había sido uno de los fundadores de la ikastola de Algorta y del diario 'Egin'.
Durante el mes de mayo los periódicos 'Le Monde' y 'Liberation' publicaron varias informaciones en las que se vinculaba de manera directa a los mercenarios de los GAL con la Administración española. También lo hizo 'El País', en septiembre, que aludió a las implicaciones del Gobierno español.
El día 25 de ese mes los GAL llevaron a cabo su atentado más sangriento. Fue en el hotel Monbar de Baiona, donde acabaron con la vida de cuatro refugiados. Dos de los mercenarios que tomaron parte en el ametrallamiento fueron capturados por otros refugiados que salieron tras ellos. En sus declaraciones a la Policía dijeron haber sido contratados y pagados por los servicios secretos españoles tras una reunión en un hotel de Donostia.
El general Andrés Cassinello, autor intelectual del Plan ZEN y entonces jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, confesó que prefería la guerra a la independencia.
En aquellos momentos, el Gobierno del PSOE negaba rotundamente cualquier vinculación con los GAL. Pero más de treinta años después, José Barrionuevo llegó incluso a vanagloriarse del terrorismo de Estado, considerando a los mercenarios «compañeros que disparan desde su trinchera». No fue el único dirigente del PSOE que, transcurridos los años, rasgara ligeramente el silencio y se expresara en parecido sentido.
En junio España firmó el acta de adhesión a la CEE, y en verano Felipe González se fue a disfrutar de las vacaciones en el yate de Franco, el 'Azor', mientras en los pueblos vascos en fiestas se seguía imponiendo de manera violenta la enseña española en la «guerra de las banderas».
En el barrio donostiarra de Altza, durante la noche del 26 de noviembre, efectivos de la Guardia Civil detuvieron a Mikel Zabalza, un joven de Orbaizeta conductor de autobuses en Donostia que no tenía vinculación alguna con ETA, pero que fue arrestado en el marco de una operación contra esa organización. Hubo tres detenidos más en Donostia y dos hermanos de Zabalza en Orbaizeta, que fueron puestos en libertad unas horas más tarde.
Los otros tres detenidos junto a Zabalza permanecieron en el cuartel de Intxaurrondo durante ocho días y luego también fueron liberados. A la salida denunciaron haber sido torturados.
Con todos los detenidos ya en libertad y sin noticias sobre Mikel Zabalza, su madre se personó en el cuartel de Intxaurrondo. Allá le dijeron que preguntara «en objetos perdidos».
Días después, la Guardia Civil dio su versión oficial, en la que señalaba que le habían trasladado a la zona de Endarlatsa para identificar un presunto zulo y que había escapado. Veinte días después de que se lo llevaran, el cadáver de Mikel Zabalza apareció en el río Bidasoa, con las esposas puestas y en el lugar en el que la Guardia Civil dijo que había logrado huir, una zona que había sido revisada intensamente durante días por la Cruz Roja.
En una conversación filtrada años después entre Alberto Perote, coronel jefe de los servicios de inteligencia del CESID, y el capitán de la Guardia Civil Pedro Gómez Nieto se refieren a que Mikel Zabalza murió en el cuartel de Intxaurrondo por las torturas que le infligieron, entre ellas la introducción de la cabeza en una bañera con agua sucia y excrementos para provocar la asfixia.
Durante el año 1985 continuaron también los ataques y las restricciones al euskara; como en el Ayuntamiento de Santurtzi, donde, a denuncia del gobernador civil, un tribunal suspendió el requerimiento del euskara para el servicio de atención al público. Casi cuarenta años más tarde se repiten ataques similares.
En Nafarroa, el Gobierno de Gabriel Urralburu, ateniéndose al Amejoramiento, restringió la cooficialidad del euskara a «las zonas en las que sea predominante».
«Herri bat, hizkuntza bat» fue el lema de la cuarta edición de la Korrika, que salió de Atharratze y durante diez días recorrió 2.080 kilómetros hasta alcanzar Iruñea el 9 de junio.
En el Estado español se aprobó la primera Ley del Aborto, que recogía el derecho de las mujeres a la interrupción del embarazo únicamente en los casos de grave riesgo para la salud física o mental de la mujer, malformaciones en el feto o en caso de violación. Otro tipo de circunstancias continuaban penadas con prisión.
Líbano seguía siendo un avispero, con fuerzas del estado judío de Israel aún en el territorio y permanentes acciones armadas de los grupos palestinos que incluían el secuestro de aviones o el del crucero 'Achille Lauro', en octubre.
Pero en 1985 no todo iban a ser desgracias, guerra y sufrimiento, brumas y silencios.
Coincidiendo con el día de San Fermín, en la prisión donostiarra de Martutene se llevó a cabo una fuga que extendió la sonrisa y la celebración por toda Euskal Herria en fiestas.
Los prisioneros políticos Joseba Sarrionandia e Iñaki Pikabea escaparon del recinto penitenciario escondidos en los altavoces que había utilizado el cantante Imanol para ofrecer un concierto en el interior de la cárcel. Sobra decir que los bafles de aquella época no eran como los de la actualidad. La ausencia de Sarrionandia y Pikabea, que habían sido trasladados recientemente a Martutene procedentes de Herrera de la Mancha, fue advertida durante el recuento posterior a la comida.
A la fuga no le siguió el silencio, sino el jolgorio, como en la canción de Kortatu: «Ez dakit zer pasatzen den azken aldi honetan jendea hasi dela dantzatzen sarritan, zerbait ikustekoa du bi falta direlakoz recuento generalean».